Peffil de María Núñez Bolaños, juez de Instrucción número 6 de Sevilla
María Núñez Bolaños, la magistrada a la que cogió el toro de los ERE
Curtida en conflictos familiares, heredó los casos de corrupción de Alaya. Hace más migas con las defensas que con los fiscales
María Ángeles Núñez Bolaños (Talavera de la Reina, 1966) es en muchos aspectos la antítesis de la juez Mercedes Alaya . Si a la magistrada que destapó el caso ERE se le echaba encima la madrugada encerrada en su despacho, su sustituta en el juzgado de las macrocausas llega temprano y cumple a rajatabla el horario de funcionario.
Si Alaya se forjó, a golpe de auto, una aureola de juez implacable contra la formidable maquinaria política de la Junta de Andalucía, la actual juez de Instrucción número 6 de Sevilla ha hecho mejores migas con los abogados que defienden a los imputados que con los fiscales y letrados que ejercen las acusaciones. Si Alaya, bajo su fachada de esfinge imperturbable , parecía encajar en el prototipo de juez estrella , su sustituta huye de todo tipo de protagonismo y suele situarse, siempre que puede, fuera del tiro de las cámaras. Porque Núñez Bolaños, que relevó a Alaya el 16 de junio de 2015 tras la marcha de ésta a la Audiencia de Sevilla, sería más feliz si no se airearan en la Prensa los sumarios que instruye, pura dinamita para los gobiernos socialistas de la Junta de Andalucía cuando mandaba su antecesora.
Alaya sometía a interrogatorios extenuantes a los imputados que a menudo dejaban el juzgado subidos en un furgón policial rumbo a una prisión. María Núñez, en cambio, casi nunca tiene preguntas que hacer y deja que la batuta la lleven los fiscales. Con los representantes del Ministerio Público ambas han tenido sus más y sus menos, por discrepancias en la forma de instruir. Pero con Alaya las fricciones nunca llegaron tan lejos como con su sustituta, acusada de desplegar en su actuación «abrumadoras muestras de conductas irregulares, según la denuncia que elevó al Consejo General del Poder Judicial el fiscal jefe Anticorrupción, Alejandro Luzón. El detonante fue un informe de queja firmado por sus seis fiscales en Sevilla.
La manera de instruir de la juez Núñez, ahora de baja, suscita malestar y adhesiones a partes iguales. «Alaya nos dejó un toro astifino y ella está afeitando el toro» , bromea un abogado defensor que la apoya. Para otros, la labor de Núñez es una faena pero de otro tipo: «Ha venido para archivarlo todo».
Su marido, Julio Guija, trabaja en la Junta como médico forense y es amigo «desde chiquitito» de Emilio de Llera , según admitió el exconsejero de Justicia con José Antonio Griñán y Susana Díaz. Llera fue el ideólogo en la trastienda de la operación de recambio de Alaya, que perdió el pulso por el control de las macrocausas de corrupción tras cuestionar, en un duro escrito, la independencia de su sustituta. Núñez venía de dirigir el juzgado de Familia número 17 de Sevilla durante diez años. S u resolución más mediática hasta 2015 había sido conceder a Paquirrín la custodia compartida de su primer hijo, nieto de la tonadillera Isabel Pantoja.
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