Julio Millán Medina: «Uno de los grandes problemas de Andalucía viene del dios dinero»

El sacerdote y presidente de Mensajeros de la Paz de Andalucía pide compromiso a la clase política para resolver el problema social

El sacerdote JulioMillán Medina ABC

JAVIER LÓPEZ

El presidente de Mensajeros de la Paz de Andalucía, Julio Millán Medina, destaca el papel de la clase media como pilar de la Iglesia de los pobres. También critica a la clase política por no centrar su acción en la erradicación de los problemas sociales.

-Usted dijo en un sermón que, aunque sólo necesitaba una, tenía siete camisas. ¿Le sobra fondo de armario a la sociedad?

-Le sobran muchas camisas. Nos hemos centrado en tener, en acumular. Y eso en vez de felicidad, genera angustia. De hecho, uno de los grandes problemas de Andalucía arranca del dios dinero y del dios tener. La corrupción tiene su origen también ahí. No eres más feliz por tener más.

-Un reciente estudio del CIS revela que uno de cada cinco españoles vive en el umbral de la pobreza. ¿Qué puede hacer la sociedad cuando la política falla?

-Poco. La clave es el ámbito político. Si los políticos no quieren reconocer esa realidad, difícil lo tenemos. Las organizaciones aportan migajas y la Iglesia también sensibilidad para que la gente sepa que el camino es compartir solidariamente. Pero o los políticos asumen el reto o no habrá solución.

-¿La figura del nuevo rico ha dado paso a la del nuevo pobre?

-Quienes han vivido bien durante mucho tiempo ahora no llegan a final de mes. Son personas de 40 y 50 años que en lo mejor de su vida han perdido el trabajo y la casa. Esos son los nuevos pobres, a los que hay que añadir los que cobran sueldos míseros por su trabajo.

-Cuando escucha un político decir que detrás de los números de parados hay personas, pero no es capaz de poner cara a los números, ¿qué siente?

-Desesperanza. También, a veces, malestar interior. Ese mensaje no se lo creen ni ellos. Es una afirmación para la galería. Hay mucha gente que lo pasa mal mientras los presupuestos se destinan a otros temas. En política social hemos perdido mucho, aunque gracias a Dios en Andalucía hay una apuesta importante por la dependencia.

-Se habla de la Iglesia de los pobres, pero ¿no tiene la percepción de la que catequiza y aporta recursos en la clase media?

-Esa es la grandeza de nuestra Iglesia: que todos cabemos en ella. Nuestra iglesia la forma sobre todo la clase media. La mayoría de los seglares y los laicos viene de la clase media. Esa en la Iglesia en la que creo: en la Iglesia comunidad, no en la Iglesia piramidal. Para mí la Iglesia es un cuerpo con cabeza, con alma, con corazón y con pies. Me molesta que se confunda la Iglesia con la jerarquía. Igual que me molesta que, a veces, a nuestra jerarquía se le olvide que su misión es servir.

-Pero si el mensaje de la Iglesia se enfoca a los sectores desfavorecidos, ¿por qué éstos le dan la espalda?

-Porque le hemos fallado en su momento. Me crié en los 60 y en aquella época la Iglesia estaba volcada con el mundo obrero, con el mundo estudiantil. Después los hemos desencantado. Nos hicimos una Iglesia clásica que no ha cumplido las expectativas ni de la clase obrera, ni del mundo estudiantil ni de los jóvenes.

-Cuando los jóvenes dejan de serlo, ¿retornan?

-Sí. A partir de los 35 años los que se apartaron de la Iglesia, vuelven a ella. La madurez lleva eso consigo: la serenidad del alma, la estabilidad emocional. Cuentan también con que Dios nunca se pierde. Dios hace la historia de cada uno en el zapato de cada uno. Lo que pasa es que nuestro Dios es un Dios callado, que habla poco. Y descubrirlo en el silencio no es fácil. A Dios hay que buscarlo en el propio corazón.

-¿Y en el prójimo? ¿Qué opina del problema de la inmigración?

-Cuando los seres humanos estamos muy cómodos no nos gusta que nos molesten desde fuera porque eso nos quita la paz interior. Creo, de todos modos, que hay que regular el flujo migratorio, pero sin olvidar que España buscó y sintió la solidaridad de otros países cuando la necesitó.

-¿Qué diferencia hay entre la caridad y la solidaridad?

-La caridad es la solidaridad leída en cristiano. Son hermanas. Pero en la caridad se aporta también a Dios. Si aportas pan, pero no vida, no haces nada. Cristo fue el pan partido. La vida y el pan tienen que ir siempre juntos.

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