Juan Guerra
El inspector de Policía José Antonio Vidal: «Las presiones fueron bestiales»
Sufrió toda clase de trabas y hasta espionaje cuando investigaba la trama. «No pude llegar al final por la falta de medios», se lamenta
Al inspector de Policía José Antonio Vidal lo tentaron con un ascenso como jefe en Rota. Lo que parecía un premio, era en realidad un regalo envenenado para «desactivar la investigación del caso Juan Guerra» que llevaba a cabo como inspector de la Policía Judicial de Sevilla desde 1984. A otro miembro de su equipo trataron de desterrarlo sin éxito a La Gomera. « Las presiones fueron bestiales. Estábamos investigando al hermano del vicepresidente más poderoso del Gobierno », recuerda el agente jubilado hace casi una década. Vidal no se arrugó ni cuando sus superiores le preguntaban día sí y día también sobre sus indagaciones.
«Yo les decía que como policía judicial tenía reserva y sólo podía contárselo al juez y al fiscal». Llegaron a abrirle un expediente disciplinario por una supuesta falta de respeto al juez Ángel Márquez que hasta el propio magistrado negó. «Era un montaje». El caso se archivó. Lo defendió Manuel Clavero Arévalo.
Con los medios más precarios de la Policía, se las arreglaron para interrogar a los 500 nombres registrados en el libro de visitas de la Delegación en Andalucía: empresarios, autoridades y ciudadanos de a pie que pasaron por el despacho oficial que Juan Guerra ocupó irregularmente como «asistente» de su hermano. «Iban más gente a visitarle que al delegado del Gobierno», rememora.
José Antonio Vidal se puso a indagar tras recibir una llamada del entonces fiscal jefe de Sevilla, Alfredo Flores, que tenía sobre su mesa una denuncia sobre el uso del despacho oficial . El chófer de Antonio Guerra, apodado «El Patillas» y hermano mayor del ex número dos del PSOE , declaró haber escuchado a Juan Guerra decir en la Delegación de Gobierno que de los 500 millones de pesetas (3 millones de euros) que sacaran por una operación relacionada con el Ministerio de Defensa, 300 serían para el partido. «Le dije al fiscal que a mis cortas luces parecía un caso de financiaciación ilegal del partido».La sospecha no pudo probarse.
El de Vidal y su equipo fue un trabajo titánico y tenaz, buceando en las propiedades y el laberinto de sociedades donde figuraba el asistente. Fue «apasionante» y también frustrante: « No pude llegar al final por la falta de medios». Un campo de minas. «Imagínese si intimidaba que hasta nos pincharon ilegalmente el teléfono desde el Juzgado y el garaje donde guardaba el coche el fiscal», advierte. Se percataron al oír una voz decir «el pincho no engancha». «Dicen las malas lenguas que fue el CESID», actual Centro Nacional de Inteligencia. Telefónica confirmó que se manipularon los cables, pero jamás se supo quién había dado la orden.