CONVERSACIONES SOBRE ANDALUCÍA

José Antonio Gómez Marín: «Lo transversal en Andalucía es la corrupción»

Entrevista con el escritor, articulista y sociólogo onubense que analiza en profundidad la Andalucía del cambio

El escritor Gómez Marín rodeado de libros VANESSA GÓMEZ
Francisco Robles

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Escritor, sociólogo y doctor en Ciencias Políticas, el onubense José Antonio Gómez Marín es un sabio decantado por las lecturas y el tiempo que analiza en profundidad la Andalucía del cambio

¿Qué es Andalucía para usted?

La España que ha soportado más tópicos propios y ajenos. Una España con tan amplias perspectivas como ocasiones perdidas.

¿Por qué ha gobernado el PSOE durante más de 36 años en Andalucía?

Por dos razones. Andalucía había sido maltratada por el sistema, no solo por el franquismo. Y porque la derecha cometió el error irremediable del «andaluz, este no es tu referéndum» al que puso voz Lauren Postigo.

¿Por qué cometió la UCD aquel error que han pagado sus descendientes políticos?

Porque Suárez siguió a Martín Villa en la actitud en contra de las autonomías. Aquello fue usado por los partidos andaluces, que le echaron en cara que le negara a Andalucía lo que les daba a otras autonomías.

Algo habrá hecho bien el PSOE durante estos años, ¿o no?

Muchas cosas. Si no hubieran hecho nada en 40 años, sería incomprensible. Se han desarrollado las comunicaciones, aunque la reforma agraria que propusieron no tenía ningún sentido. Andalucía no es la misma que hace 40 años, pero el Algarve tampoco. Es la propia inercia de la civilización.

¿Cuál ha sido el mayor error del PSOE?

El que le ha hecho más daño es haberse creído que Andalucía era suya.

¿Y la corrupción?

Es un problema gravísimo que el PSOE se negó a ver porque afectaba su médula: Guerra, la familia de González… Lo único que hay transversal en Andalucía es la corrupción. Desde los dos expresidentes que están sentados en el banquillo, hasta el cuñado del último edil de un pueblo. En Andalucía, el PSOE es la gran cabeza de la corrupción. En la derecha andaluza no hay grandes referentes, solo casos aislados.

¿Qué supuso la creación de la autonomía andaluza para el PSOE?

Una oportunidad histórica que Andalucía no había tenido nunca. Con Escuredo nos incorporamos a la vanguardia de la España del futuro. Para ello, el pueblo eligió un partido que no tuviera nada que ver con el franquismo ni con el comunismo: optó por la ausencia de riesgos de la socialdemocracia.

¿Andalucía supo aprovechar esa oportunidad?

No. El poder cayó en una generación bisoña que no tenía experiencia en la gestión administrativa, ni en la política, donde los que sabían de esto estaban en el PCE.

¿Qué diferencia hay entre el PSOE de Escuredo y Borbolla con el de Chaves y Griñán?

Tienen poco que ver. Yo trabajé en aquella época en el gabinete del presidente como funcionario, y veía un cierto idealismo. Invocaban a Pablo Iglesias o Fernando de los Ríos sin saber que eran más radicales que ellos. Eran hijos de la burguesía que practicaban una socialdemocracia con sifón.

¿En qué fallaron?

En lo mismo de hoy: hacían una política presentista sin un plan de desarrollo. Íbamos resolviendo los problemas a golpe de subvención. Además, con el tiempo se ha producido una degradación del nivel político. Borbolla tenía viceconsejeros del nivel de Braulio Medel, Antonio Gámiz, Ángel López, Julio Rodríguez o el mismo Griñán.

¿Cómo ha aprobado todo esto el pueblo andaluz durante tantos años?

La inercia psicológica es uno de las factores fundamentales para el análisis electoral. ¡Yo nunca votaré al PP!, exclama el votante socialista que le achaca, ahora, una corrupción que no ve en su propio partido. El pueblo andaluz no es distinto del gallego o del checo. El carácter nacional es reaccionario y no me lo creo. Como todos los pueblos, Andalucía es una masa maleable.

¿Qué espera del cambio?

Mucho y con mucha prevención. Está todo por hacer, la derecha de Partido Popular y Ciudadanos está incontaminada en Andalucía. El conservatismo se ha dividido en tres partes, y de esa unión, si se hace bien, puede surgir un régimen que suplante a la socialdemocracia de manera histórica.

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