Guerra en el PSOE de Huelva
Ignacio Caraballo prepara su sucesión frente a la dirección regional de Susana Díaz y ante su futuro judicial
Sin proceso congresual en un horizonte cercano para la renovación o reedición de la dirección provincial del PSOE en Huelva, el secretario general de la formación en la provincia y presidente de la Diputación onubense, Ignacio Caraballo, ha anunciado su intención de presentarse de nuevo a la reelección, en plena crisis sanitaria –con la pandemia como justificación- y a un año y medio vista del cónclave –está previsto para el otoño de 2021—.
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Salvo en un escenario caótico para el partido que precipitara el calendario congresual – supuesto que no se baraja en el corto plazo—, el anuncio ha causado sorpresa no sólo entre militantes y simpatizantes socialistas, sino también entre buena parte de dirigentes con responsabilidades institucionales y (sobre todo) entre los miembros de la ejecutiva provincial, a los que Caraballo ha hecho partícipes de sus intenciones en una reunión celebrada esta semana por vía telemática.
Fuera de tiempo
Caraballo, alineado en 2016 con la dirección andaluza que encabeza Susana Díaz —llegando incluso a alzar la voz en nombre del partido en Huelva contra el hoy presidente del Gobierno, Pedro Sánchez—, camina hoy en solitario, tejiendo redes y en busca de adhesiones para mantenerse al frente de la formación. El líder del PSOE onubense ha roto todos los puentes con la actual dirección regional y se ha aliado con su antecesor y cuñado, Mario Jiménez, quien fue ascendido a portavoz parlamentario cuando era uno de los hombres del círculo íntimo de la lideresa regional hasta su cese el pasado mes de agosto. Caraballo da un paso hacia delante —fuera de tiempo— para tomar posiciones con dos frentes abiertos, y ante la sospecha de que esté tomando forma —por ahora de forma callada— un movimiento que le presente batalla con una lista alternativa. Pero es sabido en el partido que el alcalde de Huelva, Gabriel Cruz, es el candidato señalado por Susana Díaz para hacerse con los mandos orgánicos de la provincia. Ya circulan, además, hasta quiénes podrían ser sus compañeros en la futura Ejecutiva.
De un lado, el secretario general del PSOE de Huelva está a la espera de que el juzgado que investiga el llamado «caso Aljaraque», la presunta compra de dos concejales para evitar una moción de censura, dicte auto de apertura de juicio en una causa en la que el que el también presidente de la Diputación figura como investigado por supuesto cohecho.
Soborno de Aljaraque
Precisamente su imputación en el soborno de Aljaraque y el papel que pudo haber jugado en las negociaciones para impedir que su partido fuera apeado del Gobierno de este municipio por una moción de censura, le ha valido no sólo un movimiento de contestación interna sino la reprobación de altos dirigentes, desde la dirección federal y andaluza, que están pendientes de un paso atrás y no quitan ojo al juzgado que ha de emitir el auto en el que definitivamente se verá si Caraballo se sienta en el banquillo o queda fuera de la causa.
Tras el anuncio, el líder socialista ha comenzado a hacer movimientos en el equipo del partido en Huelva. Por lo pronto, ha desplazado de un día para otro a la persona que ha venido dirigiendo la comunicación del partido desde los tiempos de Javier Barrero, un cese que para voces internas tiene una sola lectura, al tratarse precisamente de un familiar de la persona elegida por Susana Díaz como relevo de Mario Jiménez al frente de la Portavocía en el Parlamento andaluz , el ex consejero de Medio Ambiente, José Fiscal, quien ahora es la mano derecha de la secretaria general del PSOE andaluz.
Desde el anuncio, se vienen sucediendo por goteo los apoyos públicos a Caraballo por parte de algunos miembros de la Ejecutiva Provincial y alcaldesas como las de Ayamonte, Campofrío, Punta Umbría y San Juan del Puerto. El pulso por el control de la dirección de la formación está abierto.