El galán andaluz de cine mudo que conquistó Hollywood
La periodista Mar Díaz rescata del olvido la figura de Antonio Moreno
![Fotograma de Antonio Moreno con Greta Garbo](https://s3.abcstatics.com/media/andalucia/2016/03/13/s/antonio-moreno1--620x349.jpg)
Mucho antes de que Antonio Banderas , Penélope Cruz o Javier Bardem tuvieran su estrella en el paseo de la fama de Hollywood , un andaluz alcanzó la gloria en la meca del cine. Se llamaba Antonio Moreno y su estrella fue una de las primeras que ocuparon el famoso bulevar. Galán del cine mudo , su figura ha quedado olvidada a la misma velocidad que las primeras cintas del género, hasta el punto de que en España es un absoluto desconocido.
Fue en los años 30 con la aparición del cine sonoro cuando la industria cinematográfica estadounidense comenzó a rodar sus películas en diferentes idiomas para poder comercializarlas en los países europeos. Es en un libro sobre esta temática en el que la periodista especialista en cinematografía Mar Díaz encuentra una fotografía de un actor español «guapísimo, con un cochazo, delante de una mansión». Entre los españoles que emigraron para trabajar en esta tarea se encuentran nombres de la talla de Enrique Jardiel Poncela o José López Rubio , pero lo que llama la atención de Mar Díaz, es que la fecha de la fotografía a la que hace alusión data de 1926, mucho antes de que los espectadores de las salas de cine pudieran disfrutar de la voz de sus ídolos.
![Estrella de Antonio Moreno en el Paseo de la Fama de Hollywood](https://s1.abcstatics.com/media/andalucia/2016/03/13/s/estrella-antonio-moreno--250x140.jpg)
«Me pregunté quién era el personaje de la foto , y a partir de ahí di con la figura de Antonio Moreno», explica Mar Díaz. No imaginaba la periodista madrileña que ante sí tenía a una de las figuras más importantes del cine mudo, y con ella una vida que constituía «un claro ejemplo del sueño americano , antes de que el sueño americano existiera».
Aunque siempre dijo que nació en Madrid en 1886 , no queda registro alguno de este dato. Lo que si sabemos es que su padre , militar de profesión, fue destinado a Sevilla cuando Antonio Moreno era solo un niño. El actor pasó sus primeros años de vida « jugando a ser torero con manteles por las calles de Sevilla», una afición que le acompañó hasta el final de sus días y que reflejó en algunas de las películas de las que fue director.
A los ochos años se produce la muerte de su padre; la situación económica en la que quedaron él y su madre los obligó a trasladarse a la ciudad de Algeciras , donde Antonio «trabajó como repartidor de pan, alternando este tarea con la de llevar los palos de golf o cuidar los caballos a los muchos turistas ingleses y americanos que visitaban la zona», narra Mar Díaz.
Rumbo a Estados Unidos
Es entonces cuando la vida de un adolescente Antonio Moreno da uno de sus grandes giros: dos de esos turistas proponen al español la posibilidad de trasladarse a Nueva York y allí sufragar sus estudios. Moreno obtuvo el permiso materno y en 1902 cuando sólo contaba 15 años atravesó el Atlántico para poner por primera vez los pies en la que sería su casa hasta el final de sus días, Estados Unidos . No sabía por entonces el español que no volvería a su tierra más que en vacaciones.
En Northampton, Massachusetts, Moreno aprende el idioma y comienza a trabajar en una empresa eléctrica. Quiso el destino que una compañía de teatro requiriera sus servicios para reparar un cuadro de luces. Esta circunstancia fue aprovechada por Moreno que pidió al director de la compañía interpretar un pequeño papel en la obra. Tan satisfechos quedaron que lo invitaron a que se sumara el elenco de actores; comienza así una carrera teatral que lo llevaría a las mejores salas de Broadway, aunque nunca en un papel protagonista pues su fuerte acento se lo impedía.
Hasta tal punto encontró obstáculos debido a su acento , que en 1910 el actor español, frustrado, decidió regresar a la casa de su madre con intención de no volver jamás a Norteamérica. Sin embargo en 1912 con la irrupción del cine mudo , vuelve a encontrar la motivación suficiente para reemprender su carrera artística y en tan sólo tres años Moreno rentabilizó su planta de galán para convertirse en una estrella del nuevo género. Ayudó sin duda «el halo romántico que Antonio cultivaba, con constantes referencias a Sevilla y Andalucía, a sus costumbres y tradiciones: lo latino en Estados Unidos en aquel entonces era considerado algo exótico», explica Mar Díaz.
La fascinación por Antonio Moreno llegó a tal punto que se convirtió en el primer actor en la historia del cine en contar con un club de fans, «incluso la mujer del trigésimo presidente de los Estados Unidos, John Calvin Coolidge , presumía de haber conocido a Antonio Moreno en sus tiempos de electricista cuando revisaba el contador de la luz del domicilio de la primera dama en Northampton», comenta anecdóticamente la investigadora.
Cine sonoro
Hasta 150 películas engrosan una dilatada carrera que la periodista madrileña califica de «amplia, buena y coherente», llegando a ser dirigido incluso por John Ford en la mítica «Centauros del Desierto» o siendo el director de la primera película sonora en la historia de México, cinta que lleva por nombre «Santa» y que está protagonizada por Lupita Tovar . La única referencia gráfica en suelo español que encontramos de Antonio Moreno se limita al fragmento de una película documental sobre la ciudad de Sevilla que el actor rodó en 1927 y que lleva por título «En la tierra del sol» y de la que hay abundantes referencias en la hemeroteca de ABC.
Moreno, que compró a su madre una casa en Los Barrios acudía regularmente a la localidad gaditana para pasar con ella sus vacaciones. «Aún hay vecinos que lo recuerdan, pues solía relacionarse con ellos», explica Díaz, que cuenta cómo hasta el final de sus días el actor quiso traer a España todo lo que había aprendido en Hollywood . Enamorado de Andalucía, de Sevilla y sus tradiciones, Moreno murió a los 80 años de edad en su casa de Beverly Hills . La primera estrella española en el boulevard de la Fama de Hollywood encuentra hoy en la labor de la periodista madrileña Mar Díaz una forma de resarcirse del olvido.