TRIBUTOS

«Le digo a Susana Díaz que no puedo pagar esta burrada de impuestos por la herencia»

Una viuda de Coria del Río, con una pensión de 395 euros, relata el calvario que está viviendo por la factura de sucesiones

Fabiola Lara y su hija, en el local heredado de su marido MIGUEL ANGEL BELLO

ANTONIO R. VEGA

Fabiola Lara está pasando un «quinario». Tiene grabada a fuego la fecha del 17 de febrero de 2010. Ese funesto día murió su marido , uno de tantos autónomos con un negocio donde él era el único trabajador y que pasó por la vida sin saber qué son unas vacaciones. Regentaba un comercio de comestibles que es una extensión de su propia casa situada en el municipio sevillano de Coria del Río , lo que popularmente se conoce como una tienda de desavíos. Un desavío en grado superlativo es lo que sufren desde ese fatal día Fabiola y su hija Carmen Rocío. Sin tiempo para asimilar el duelo, tuvieron que sobreponerse a la catástrofe familiar y coger las riendas de un negocio que quedaba a la deriva.

A nadie le dan un manual de instrucciones para afrontar la pérdida de un ser querido. Nadie te prepara tampoco para abordar el tráfago de complejos trámites al que te arroja de improviso este vacío.

«Me llevo todo el día llorando sin saber si alguien de Hacienda va a venir a echarme de mi casa»

Con una pensión de viudedad de 395 euros que no llega «ni para lo indispensable» y una niña camino de la adolescencia, de la noche a la mañana a Fabiola le cayó encima una losa llamada Impuesto de Sucesiones por heredar los bienes que dejaba su marido a su hija: tres fincas rústicas «de pocos metros», un local y la vivienda familiar.

Como no han podido pagar la factura fiscal, la bola ha seguido creciendo con los intereses : los 174.192 euros de cuota tributaria inicial se han convertido siete años después en cerca de 400.000 euros . Y el tsunami no arrecia. Sólo la casa, sobre la que pesaba una hipoteca, se valoró en 312.000 euros. «Una locura en Coria. Si te dan 70.000 por ella te puedes dar con un canto en los dientes», apunta su abogada, Carmen Julia García Mesa.

«Me llevo todo el día llorando sin saber si alguien de la Consejería de Hacienda va a venir a echarme de mi casa », susurra con voz entrecortada esta viuda, como quien está con el agua al cuello y respira con dificultad mientras bracea en medio de un océano de trampas. «Yo no me niego a pagar, entiéndame usted -murmura al periodista-, pero dentro de un límite, qué sé yo, tres o cinco millones de pesetas, pero esto es una barbaridad».

Aunque lo heredado no vale ni la mitad de lo que dice la Junta de Andalucía, en torno a 600.000 euros en total, esta coriana no se resigna a perderlo. Si hubiese renunciado a la herencia , se quedaría en la calle y desprovista de su principal vía de ingresos. «Esta herencia está muy trabajada y no la quiero perder».

Mensaje a Susana Díaz

Ha presentado un recurso administrativo contra la liquidación del tributo con pocas esperanzas, como quien arroja a la mar una botella con un mensaje dentro para pedir auxilio. «No tenemos dinero para pagar lo que nos piden estos señores», asegura en referencia a las autoridades autonómicas. « Préstamos no me dan y ni vendiéndolo todo reuniría el dinero» , relata angustiada. La presidenta de la Junta ha pedido una «armonización» para que se equipare el impuesto entre las comunidades, sabedora de que en Madrid se paga por la misma herencia cien veces menos y que este agravio comparativo ha provocado un éxodo de contribuyentes andaluces.

Fabiola no entiende de armonizaciones ni de «dumpings» fiscales. «Si tuviera delante a Susana Díaz le pediría ayuda; le diría que no puedo pagar esta burrada de impuestos», clama con rabia.

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