Elecciones Generales 10-N
¿Cuáles son las diferencias entre las elecciones de abril y las del 10-N?
En poco más de seis meses España vuelve a las urnas, pero el escenario ha cambiado notablemente
Cuando los españoles vayan a votar el próximo domingo habrán transcurrido tan solo 196 días desde la última vez que acudieron a los colegios electorales para elegir el Congreso de los Diputados y el Senado. Desde el advenimiento de la democracia nunca se habían celebrado dos elecciones generales en un espacio de tiempo tan corto. Sin embargo, y pese a los escuetos seis meses y once días transcurridos, el escenario político y social ha cambiado notablemente. Estos son las principales alteraciones que han desdibujado la realidad española hasta hacer imprevisible el resultado de estas nuevas elecciones generales del 10-N .
Noticias relacionadas
1
Un presidente desgastado
Pedro Sánchez acudió a las elecciones generales del 28-A en franca recuperación. Demoró ocho meses la cita con las urnas desde la moción de censura a Rajoy con la idea de consolidar su imagen presidencial, y concentró su campaña en la idea nuclear de que necesitaba un apoyo suficiente para gobernar sin cortapisas, después de que sus socios de la moción no le apoyasen los presupuestos. Sánchez conservaba su credibilidad en la izquierda, con el escándalo por el plagio de su tesis como única sombra. Ahora, el fracaso en las negociaciones para la investidura es una variable cuyas consecuencias electorales están por ver; Sánchez confía en que sus votantes culpe a Podemos, pero la negociación fallida puede proyectar la imagen de un político soberbio y con poca cintura para negociar. La crisis catalana y sus deslices en la campaña inciden también en un desgaste que recogen las encuestas, las cuales otorgan al PSOE en el mejor de los casos un crecimiento insuficiente para gobernar.
2
El PP se levanta de la lona
El PP llegó a la convocatoria del 28-A como un boxeador groggy. La pérdida del Gobierno y la posterior salida de Rajoy había sido traumática. El convulso congreso de julio de 2018 había ratificado el paso de página con la elección como presidente de Pablo Casado, un dirigente novel, pero todavía se notaba en el partido el peso de los vestigios del «rajoyismo». Los populares llegaban a las urnas con un candidato relativamente desconocido y sin consolidar y con las encuestas anunciando una hecatombe. Seis meses después, Pablo Casado está consolidado en el cargo ysu liderazgo no se discute; el mal resultado de abril está digerido y las encuestas prevén una importante subida electoral, hasta el punto de que los populares hablan ya sin tapujos de las opciones de «sorpasso».
3
Cataluña en llamas
En abril el polvorín catalán parecía controlado por Moncloa. Pedro Sánchez se había apoyado en los partidos independentistas para derrocar a Mariano Rajoy, lo que les convertía en socios oficiosos, y el proceso secesionista se encontraba en «stand by» desde la fallida proclamación de la república en octubre de 2017. Sánchez era un presidente amigo que había devuelto a la Generalitat las competencias arrebatadas con la aplicación del artículo 155. Sólo medio año después, Cataluña ha vivido las jornadas más convulsas desde el 1-O, proyectando en Moncloa la imagen de un presidente dubitativo y temeroso de actuar por las posibles repercusiones electorales. Torra se ha echado definitivamente al monte y cualqueir acercamiento del PSOE a los partidos independentistas parece impensable. Sánchez ha optado por no hablar de Cataluña ni de sus socios, aun a costa de agachar la cabeza como un avestruz cuando Casado le preguntaba insistentemente durante el debate si iba a pactar con ellos tras el 10-N.
4
El factor Vox
En los comicios del 28-A Vox entró en el congreso con fuerza, 24 diputados, pero aún así el resultado estuvo por debajo de las expectativas que señalaban las encuestas. En esta ocasión los sondeos vuelven a apuntar una notable subida, que ha sido utilizada por el PSOE para centrar su campaña en el miedo a la ultraderecha. Una estrategia que ya utilizó Susana Díaz en las andaluzas de diciembre de 2018 con los (malos) resultados conocidos. La incertidumbre sobre hasta dónde llegará la subida de Vox, difícil de cuantificar por la caida libre de Ciudadanos, ha puesto nervioso al PSOE y abre la incertidumbre sobre las posibles mayorías a partir del lunes.
5
Pablo y Pedro: se les rompió el amor
Podemos acudió a las elecciones de abril con las expectativas de gobernar con el PSOE. Con un PP en plena crisis y son que ninguna encuesta diese margen de gobierno alguno a la derecha, la duda era si el acuerdo entre Pablo Iglesias y Pedro Sánchez iba a ser de gobierno o de mero apoyo en la Cámara. Pablo Iglesias incluso intentó infructosamente convencer a ERC y PDeCAT para que apoyasen los presupuestos de Sánchez. Pero tras la cita con las urnas de abril, las negociaciones para formar Gobierno fracasaron estrepitosamente, a pesar de que Iglesias estuvo ofreciendo su apoyo hasta el último minuto del debate de investidura.Este hecho parece haber marcado decisivamente la relación personal entre Pablo Iglesias y Pedro Sánchez, que han pasado de tolerarse a mostrar una falta de afinidad que parece definitiva. Sánchez pensó que en la nueva cita con las urnas el PSOE iba a devorar a Podemos, pero las encuestas recogen que la formación morada resiste de forma bastante solvente. Si a partir del lunes tienen que volver a sentarse a hablar, a buen seguro que ya nada será igual.
6
Chico nuevo en el colegio
En los comicios del 10 de noviembre los votantes encontrarán en el colegio electoral una papeleta que no estaba en abril, la de Más País de iñigo Errejón. Nacida claramente para restar votos a Podemos -algunos analistas consideran que su creación responde a una estrategia del PSOE-, lo cierto es que las encuestas apuntan a que es una opción que ha perdido fuerza a medida que se acercaba la cita con las urnas, y es polco probable que pueda ser decisiva en los pactos de Gobierno.