Coronavirus en Andalucía

«Los mayores vivimos por el virus igual que en la cárcel; debe tomarse en serio»

Los residentes de los geriátricos afrontan con angustia su futuro y echan en falta el cariño de su familia, que no pueden ir a verlos por seguridad

Una auxiliar vigila lo pasos de la residente Carmen por un pasillo del centro Alberto Díaz

M. Rosa Font

Rocío cuenta los días que le restan para ver a su hija María después de cinco meses sin tenerla delante, un encuentro al aire libre —con una cancela de por medio— que le llega la misma semana en la que en Andalucía se han reactivado las restricciones en las residencias de mayores en prevención por los rebrotes que vienen salpicando la comunidad. A fecha de hoy, se superan los 96 focos activos en las provincias andaluzas. Los abrazos y besos a los que estaba acostumbrada se esfumaron de un día para otro, sin previo aviso . Ninguna caricia, ningún contacto físico ni gesto alguno de cariño por ese virus que anda suelto y del que el Centro de Mayores Madre de Dios de Almonte se ha mantenido a salvo: ni un caso sospechoso, ni un solo positivo hasta ahora entre sus 106 residentes y los cerca de 70 trabajadores que integran la plantilla. Hay voces que lo achacan a una intervención divina. «Con la Virgen del Rocío aquí al lado y apiñados en la iglesia en vísperas del confinamiento, esto es un milagro».

Cuando se creía superado el estado de alarma y los ancianos —la población más castigada por el coronavirus— comenzaban a soñar con los nuevos abrazos, un paso atrás les golpea en sus afectos. Rocío —la más joven del centro— es un mar de lágrimas. «Los mayores estamos viviendo como en un túnel del que no podemos salir, como en una cárcel, sin el calor de los nuestros . Ahí fuera tienen que ponerse en nuestro lugar, valorar lo que estamos haciendo y tomarse en serio el virus», ruega entre sollozos.

La residencia Madre de Dios, asociada a la Federación Lares, se cerró como un búnker justo antes de que se declarara el estado de alarma mientras, de puertas hacia dentro , se apostaba por mantener la actividad para que los residentes no percibieran cambios bruscos en su día a día. Sin embargo, ha sido necesario un trabajo intenso del psicólogo. «Tuvieron que mentalizarse de que no podían salir ni recibir visitas . Les costó entender la situación y la falta de contacto con las familias… han tenido paciencia y comprensión», relata a ABC el director, Miguel Ángel Laseca, durante la visita al centro.

Una batalla diaria

Carmen se acerca a saludar apoyada en su andador sin que una auxiliar le quite la mirada un segundo. «He sido una de las mujeres más felices del mundo… Resulta ahora muy dura la ausencia de la familia» . Lleva mascarilla y un régimen de medidas especiales que acaban hoy porque tuvo que salir al pueblo hace dos semanas a hacer unas gestiones. «He visto a gente sin protección y los jóvenes se creen fuertes… pero esto va con todos, sin excepciones, y tienen que mirar por los demás. Tengo 86 años y quiero vivir más, cada día es un día ganado al coronavirus».

En Carmen, como en el resto de los residentes del Madre de Dios, ha calado la cruzada contra el desánimo que se sigue en el centro desde el minuto uno de la pandemia. En cada amanecer, la megafonía no solo da los buenos días y recuerda la fecha que señala el calendario, también lanza un mensaje del fundador (San Luis Orione) y unas palabras de empuje y resistencia para ancianos y trabajadores. La estrategia, que no ha decaído ninguna jornada en esta crisis sanitaria, ha sido clave para mantener el barco a flote en esta residencia.

«Hemos tenido mucho estrés emocional, incluso agotamiento mental por responsabilidad, por proteger a nuestros residentes y, en casa, a nuestras familias», admite la trabajadora social del centro, Rocío Silvano, para destacar la actuación «ejemplar» de la plantilla de la residencia. «Los trabajadores son el valor de esta casa», subraya . Ahora, al mirar hacia atrás, puede constatar que hubo un momento decisivo, de crisis, y una laguna, la del apoyo expreso por parte de las administraciones. «Con la problemática que teníamos, nos dicen que nos van a mandar a la Fiscalía a investigarnos (a las residencias), en lugar de ver qué necesitábamos», lamenta el director.

Salvo el Ayuntamiento de Almonte, Silvano señala que las administraciones central y autonómica no descolgaron el teléfono «en momentos muy delicados, para preguntarnos cómo estábamos. Nos hubiera reconfortado alguna llamada».

Nervios e incertidumbre

Sí se produjeron esas llamadas por parte de particulares y empresas, que se volcaron en los días en que la preocupación por la falta de medios de protección casi llega a hacerlos tambalear. «Pasamos momentos de nerviosismo porque se nos venía encima algo que desconocíamos, no teníamos manera de protegernos ni de proteger a los demás», recuerda.

La residencia se levantó en una parcela que ocupa una superficie de unos 6.000 metros cuadrados que donó una familia de Almonte, con amplias zonas verdes que quedaron cerradas al uso durante el estado de alarma, al igual que las restantes dependencias comunes a todo el centro.

El inmueble se distribuye en cuatro unidades diferenciadas, ordenación que ha servido de eje para mantener la separación y llevar vidas independientes durante los meses de confinamiento, sin contacto entre los residentes de unas y otras unidades y con los mismos trabajadores en cada una de ellas , con el objetivo de minimizar así los riesgos, y la rotación diaria del fisioterapeuta y el psicólogo. «Nadie ha dicho en ningún momento me quito de en medio, todo el mundo ha estado al 100% y sin ningún problema», remarca.

El Madre de Dios acaba de presentar el Plan de Contingencia, un protocolo de actuación que exige a las residencias la Junta de Andalucía frente al coronavirus. Se han tenido que corregir algunos flecos. El plan incluye dos espacios de zonas limpias dentro de la residencia, así como un área para aislar posibles casos sospechosos y otra para contagios, ambas con capacidad para cinco camas.

En un momento en el que se asiste a un rebrote en el municipio de Almonte, ante un hipotético empeoramiento del escenario por la enfermedad, Silvano afirma que la residencia está preparada por «la valía del personal», la infraestructura del centro y los recursos sanitarios que les exige la normativa.

Sin embargo, advierte que «las residencias somos hogares, espacios socio-sanitarios, no estamos medicalizados ni tenemos personal para hacer frente a un contagio masivo», por lo que solicita a las administraciones que habiliten espacios medicalizados externos para residentes de centros de mayores que den positivos. «No podemos garantizar que podamos sacar adelante un contagio masivo», sostiene, partiendo del hecho no solo de que las residencias son hogares sino también por «la dificultad» para encontrar más personal de enfermería y auxiliares , demandado por la Administración sanitaria.

Un solo positivo en dos semanas

Los 665 centros de mayores de andaluces, de los que 14 son de titularidad pública y el resto son privados o concertados con la Junta, han registrado un solo positivo entre residentes en los últimos 14 días, según los datos del Servicio de Estadísticas Sanitarias de la Consejería de Salud y Familias . El total de casos acumulados (PCR y test serológicos) en las residencias desde el comienzo de la pandemia se sitúa, según las cifras oficiales, en 2.699 personas, con 2.118 ancianos curados y 658 fallecidos en esta crisis sanitaria. Por territorios, las provincias que concentran el mayor número de residentes afectados por Covid-19 son Sevilla (630), Granada (521) y Málaga (381), seguidos de Córdoba (375), Jaén (344), Cádiz (303), y por último Almería (106) y Huelva (39). Por sexos, la incidencia en la población femenina, con 1.880 casos confirmados, duplica a la masculina, con 819 positivos.

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