«Hay chicos que no saben que es delito compartir fotos íntimas»

Los chantajes sexuales, los delitos que más crecen para el Grupo de Menores de la Policía

Un agente de policía inspecciona en su ordenador imágenes de un supuesto delito de «ciberacoso» ABC

J. J. Madueño

Las redes sociales están convirtiendo a los menores en verdugos de sus iguales, en muchos de los casos sin saberlo. «Detenemos a chicos que no saben que compartir una foto íntima de una compañera es un delito», asegura José Luis Zorrilla, inspector jefe del Grupo de Menores (Grume) de la Policía Nacional de Málaga , que incide en que, cuando un adolescente es arrestado por un caso de chantaje sexual o «sexting» a través de las redes sociales no suele ser consciente de que distribuir esas imágenes es un delito, que tiene unas consecuencias penales.

El policía explica a ABC que muchas veces llega la madre o el padre de la chica, en la mayoría de casos, a la Comisaría con la foto íntima en cuestión en el teléfono para denunciar lo que está ocurriendo. «Suelen ser chicas que enviaron a un novio una foto en sujetador o en braguitas… Luego dejan la relación, el chico se enfada y se la reenvía a sus contactos, que la difunden» , relata el agente, que dice que todos los que comparten esa imagen están delinquiendo.

Cuando la foto llega a la chica y se atreve a decirlo a sus padres, denuncian y se procede a la investigación. Entonces se busca al difusor y se le detiene por un delito contra la intimidad de la adolescente que aparece en la imagen. «No son conscientes de que tener esa foto y distribuirla es delito», reafirma este policía. Y es que este tipo de «chantajes sexuales» son los ilícitos que más están creciendo entre los adolescentes, según su experiencia. Eso sin desbancar al robo, que es el delito estrella para los menores de 18 años.

Acoso escolar

A esto se suma otro ilícito que con las redes sociales se ha vuelto más cruel e intenso, hasta el punto qu ha costado la vida a varios menores. De vez en cuando, salta la noticia de que un niño se suicida porque ha sufrido «bullying» o acoso escolar. Zorrilla explica que es que este tipo de agresiones con las redes sociales salen del colegio, se vuelven más insistentes y las víctimas más vulnerables. «Las redes lo multiplica», reflexiona el jefe del Grume, quien dice que este tipo de acosos entre menores no se quedan ya en un empujón en el patio o en quitar el bocadillo en el recreo. Zorrilla recalca que ahora estas víctimas pueden llegar a recibir «una cantidad impresionante» de mensajes insultando o burlándose en el fin de semana, que en ocasiones acaban en tragedia. El policía dice que esto menores están ahora más expuestos a sus agresores y que las redes sociales son usadas como una herramienta para el acoso escolar. Ahí destaca que es importante la colaboración que tienen con los colegios, que se reseña primordial también en los casos de sustracción de menores por parte de uno de los padres o en los de maltrato. «Los maestros nos ayudan a saber si el niño tenía problemas. Muchas veces, son los que nos descubren que las denuncias se producen porque hay un pleito por la custodia y uno de los progenitores quiere cobrar ventaja con una denuncia», asegura el agente.

En otras ocasiones las redes sociales sirven para esclarecer los delitos. El Grume lidia a diario con menores que han sufrido abusos sexuales, agresiones, acoso, han estado ante un exhibicionista o son víctima de una red de explotación sexual. «Lo primero que se hace es sacar al menor del entorno de la agresión para protegerlo» , apunta Zorrilla, quien dice que, en este caso, se pasa al Servicio de Protección de Menores de la Junta de Andalucía, hasta que el juez decide qué hacer con ellos, si se hace cargo un familiar o se queda bajo tutela del Gobierno autonómico.

Una vez a salvo, en este tipo de casos, una de las primeras actuaciones que lleva a cabo este grupo es un rastreo de las redes sociales, junto con la unidad de ciberdelincuencia. Es tal importancia de estas plataformas en los delitos investigados por estos agentes que ya se han desarrollado protocolos ágiles para bloquear perfiles, requerir información o rastrear contenidos eliminados con empresas como Twitter, Facebook o Instagram.

«En un caso de abusos sexuales es habitual que haya grabado en su móvil o que tenga fotos en su ordenador», narra el policía, quien añade que también existen casos en los que los distribuyen. «Lo primero que se investiga es el entorno familiar, porque los agresores suelen gente cercana, como el profesor, el entrenador… Y en paralelo siempre se inicia una investigación de los dispositivos electrónicos», abunda Zorrilla.

Investigaciones complejas

Además, incide en que este tipo de delitos se denuncian «a toro pasado». Sin embargo, explica que «dejan mucho rastro digital que no se elimina». «Se puede recuperar mucho material. Son investigaciones muy complejas en las que estamos obligados a buscar todas las victimas posibles», reseña el agente, quien dice que las redes sociales sirven para ver que con qué menores ha podido tener contacto el detenido por delitos sexuales contra los menores.

De todos estos delitos, los que entrañan una investigación más compleja son los de pornografía infantil. Son las que llevan más tiempo, porque pueden tener un ámbito internacional. En este caso, también es fundamental la investigación paralela que se hace de las redes sociales y de los aparatos tecnológicos, que suelen llevar a investigaciones conjuntas con la Europol o la Interpol en diferentes países.

Pero lo menores no sólo son víctimas, sino que también son delincuentes con unas protecciones especiales. No se les detiene si son menores de catorce años, puesto que son inimputables. Si superan esta edad y hasta los 18 años, sí que se les arresta, igual que a cualquier otro criminal. Se les detiene, abre ficha policial, pasan a calabozos y se les toma declaración delante de su tutor legal, antes de pasar a la Fiscalía de Menores , que decide sobre ellos dependiendo de la gravedad del delito. Sin embargo, su ficha no puede ser consultada por todo el mundo. Para poder se visionada por cualquier agente tiene que tener la autorización del inspector jefe del Grume, puesto que los datos de este tipo de delincuentes tienen una especial protección.

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