Caso ERE: Adiós al ex director general que destapó el «fondo de reptiles» de la Junta de Andalucía
Uno de los principales condenados fallece de forma repentina en su casa en Sevilla antes de que el Tribunal Supremo resolviera su recurso
Francisco Javier Guerrero Benítez (El Pedroso, Sevilla, 1956) ya nunca sabrá si el Tribunal Supremo confirma su condena por el caso ERE. El exdirector general de Trabajo y Seguridad Social de la Junta (1999-2008), uno de los principales imputados por el fraude que sentenció a la antigua hegemonía del PSOE en Andalucía, falleció este domingo en torno a las 9.00 horas, de manera repentina, en su casa en Sevilla.
De madrugada empezó a sentirse mal. Se despertó aquejado de un insoportable dolor en el pecho . Le faltaba el aire. Aun así, sacó fuerzas para ducharse y desayunar. Pero ahí se paró su reloj. Cuando llegó a su domicilio la ambulancia, los sanitarios no pudieron hacer nada por salvarlo, cuenta a ABC su abogado, Rafael Ramírez-García del Junco . Su cuerpo fue trasladado al Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses de Sevilla para practicarle una autopsia. A falta de conocer los resultados, todo apunta a que un infarto apagó su vida, cuando « parecía que le iban a empezar a salir mejor las cosas », comenta su letrado. Tenía 63 años y llevaba diez meses jubilado de su puesto de funcionario autonómico.
Guerrero saltó a la fama hace diez años, cuando empezó a tirar de la manta del fraude. El 21 de diciembre de 2010, declaró ante la Policía Judicial que investigaba el caso Mercasevilla que el programa 31-L de los Presupuestos de la Junta de Andalucía funcionaba como «un fondo de reptiles para crisis que tenían que afrontar empresas que necesitaban respirar». Desde la Dirección General de Trabajo, que ocupó durante nueve año s, estuvo a las órdenes de tres consejeros distintos, dos de los cuales fueron condenados, al igual que los expresidentes andaluces Manuel Chaves y José Antonio Griñán , en el único juicio de la macrocausa de los ERE celebrado hasta ahora.
Un fondo de 567 millones
Guerrero dispuso a su voluntad –y de la de sus superiores– de un fondo de 567 millones de euros para repartir, sin ningún control ni límite presupuestario , ayudas entre empresas que eran tocadas por la «varita mágica» de la Junta, porque no existía orden ni convocatoria ni publicidad ni procedimiento reglado para darlas. Un fondo que lo mismo servía para socorrer a un amigo en apuros o arreglarle la jubilación a su suegra –porque «se lo merecía»–, que para apagar los conflictos laborales que ponían en riesgo la paz social y la tranquilidad política a los gobiernos del PSOE en Andalucía.
Guerrero fue el «banquero» de ese inagotable fondo de reptiles . En una entrevista concedida a ABC en 2015, se arrepintió de haber empleado dicha expresión prusiana y alegó que se la había escuchado en su infancia a las mujeres que les cogían «algún dinerillo del sueldo» a sus maridos que escondían bajo las sábanas. En el juicio se retractó de aquellas palabras.
Al tribunal de la Audiencia Provincial de Sevilla no debió de convencerlo. El 19 de noviembre de 2019 se hizo pública una sentencia que condenaba a 19 ex altos cargos socialistas por la «palmaria ilegalidad» del sistema de ayudas . Guerrero se enfrentaba a 7 años y 11 meses de prisión por sendos delitos de prevaricación y malversación de fondos públicos. La sentencia no es firme, porque fue recurrida por su letrado al Supremo que, tras su defunción, no se pronunciará sobre su caso. Aún tenía pendientes dos juicios por las ayudas a la empresa Acyco y por las que concedió a su antiguo chófer.
Desde que la juez Mercedes Alaya abrió las diligencias previas que darían origen al caso ERE en enero de 2011, Guerrero se convirtió en el blanco perfecto sobre el que el Ejecutivo andaluz descargaba la responsabilidad exclusiva del desparrame de fondos públicos. Para minimizar los daños y evitar que la deflagración del escándalo terminara alcanzándolos, como así sucedió, Griñán, Chaves y sus subordinados pusieron en circulación la teoría de los «cuatro golfos» para endosar las culpas a Guerrero y al exinterventor general de la Junta, absuelto en el juicio.
Dos veces fue a la prisión
Guerrero encarnó, muy a su pesar una época de excesos, que alcanzó su clímax cuando su antiguo chófer, Juan Francisco Trujillo, declaró en 2012 que 20.000 euros al mes de las subvenciones que le había dado a sus empresas ficticias sirvieron para «comprar cocaína para su jefe y para él» , además de un piano y otros caprichos. El exdirector siempre negó esas sórdidas acusaciones. «Ni he sido un putero, como alguien dijo, ni me he dedicado a la drogodependencia», se lamentaba. Sus únicos vicios admitidos eran el Marlboro y los gintonics de Beefeater .
«Lo mío no es nada comparado con los cursos»
Guerrero ha sido el único ex alto cargo que ha pisado dos veces la prisión por el caso ERE. Horas antes de entrar en un furgón policial camino de la cárcel, ofreció pistas a Alaya en 2013 sobre otro fraude masivo en las subvenciones para cursos de formación. «Lo mío no es nada comparado con la formación», confesó . Para pagar la fianza de 50.000 euros que le impuso, mandó un mensaje a sus amigos diciendo «hola soy Javier Guerrero, ahora necesito tu ayuda». A lo siete meses recuperó la libertad, pero luego estuvo otros tres meses entre rejas por la operación «Heracles» contra el cobro de comisiones por las ayudas.
Nunca aceptó de buen grado que quisieran convertirlo en cabeza de turco. Durante una declaración en 2016 ante la juez María Núñez Bolaños, que había relevado a Alaya en el Juzgado de Instrucción número 6 de Sevilla, se quejó de que « parece que la Junta soy yo, aquí nadie estaba, nadie sabía, aquí todo el mundo éramos tontos y nadie ha estado en su puesto». Sin nadie ya que lo defienda, va a ser harto complicado que otros imputados no traten de asignarle ese marrón a título póstumo. La tentación va a ser muy grande.
Noticias relacionadas