Granada, Málaga y Almería, las más afectadas
Casi toda Andalucía está sometida a un alto riesgo de terremotos
Conozca el mapa donde se han producido los peores terremotos de los últimos diez años
Media Andalucía tembló el viernes 25 de octubre. Fueron sólo cinco segundos, pero la incertidubre se apoderó de muchas personas. Gracias a los 25 micro sismos que precedieron al terremoto de 4,7 grados, el desastre no hizo mella en Pruna y Olvera, la frontera que separa Sevilla de Cádiz.
Mercedes Feriche es la responsable del área de Prevención y Riesgo Sísmico del Instituto Andaluz de Geofísica y Prevención de Desastres Sísmicos. Desde este organismo que depende de la Universidad de Granada vigilan todo lo que ocurre bajo nuestros pies. Cuando a Feriche se le pregunta si estamos dentro de la «normalidad» en cuanto a terremotos ella responde que según lo que consideremos esa palabra: «La sismicidad en nuestra región es consecuencia de la energía generada por el empuje entre las placas Africana y Euroasiática . Teniendo en cuenta que estamos en un límite de placas activo, es “normal” la ocurrencia de terremotos, siendo el sureste de la Península la zona más afectada, en especial las provincias de Granada, Málaga y Almería. El mapa de peligrosidad sísmica publicado por el Instituto Geográfico Nacional (IGN) en 2012 para un período de retorno de 475 años, muestra valores máximos . Prácticamente toda la región de Andalucía presenta intensidades esperadas superiores o iguales al grado VI en la escala de Intensidad EMS-98, lo que implica el obligado cumplimiento de la Norma de Construcción Sismorresistente Española (NCSE-02)».
La directora del Instituto Andaluz de Geofísica, Inmaculada Serrano , afirma que vivir en una zona de más riesgo nos obliga a ser más extremados en la vigilancia. «La Universidad de Granada cuenta con 31 estaciones sísmicas permanentes, de diversas características, que conforman la Red Sísmica de Andalucía, gestionada por el Instituto Andaluz de Geofísica y Prevención de Desastres Sísmicos (IAGPDS). Además, disponemos de estaciones temporales instaladas dentro del ámbito de los diversos proyectos de investigación que nos proporcionan información más detallada de zonas concretas. Por otra parte, el Instituto Geográfico Nacional (IGN) y el Real Observatorio de la Armada en San Fernando también tienen desplegadas estaciones en Andalucía. Las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla están perfectamente monitorizadas por el IAGPDS y el IGN. Es importante resaltar que toda la información sísmica es compartida entre los diferentes agentes para optimizar la localización de los terremotos y las tareas de investigación. En campañas oceanográficas llevadas a cabo en nuestra región se despliega una red de OBS (Ocean Bottom Seismometer o 'sismómetros de fondo oceánico' ) especialmente en la zona del Estrecho y Mar de Alborán que, aunque con registros temporales, nos aportan un conocimiento muy valioso y detallado de la estructura de los fondos marinos. En cuanto a la colaboración internacional, un ejemplo ilustrativo está en que desde 2008 tenemos instalado un sistema de gestión de datos sísmicos que nos permite recibir en tiempo real más de 300 estaciones sísmicas distribuidas por todo el mundo y pertenecientes a diferentes redes e instituciones científicas», especifica.
El problema es que no hay memoria generacional de grandes terremotos destructores, pues el último fue el de Alhama de Granada de 1884
Cuando a la encargada de la prevención se le pide su opinión sobre si hay conciencia suficiente a la hora de construir sobre la zona donde vivimos, Feriche responde que «los terremotos no matan, lo hacen las edificaciones. Tenemos una buena normativa de construcción, tanto técnica como sismorresistente, además de la normativa europea (Eurocódigo). El problema es que no hay memoria generacional de grandes terremotos destructores, pues el último fue el de Alhama de Granada de 1884, sin menospreciar el de Albolote de 1956 que, aunque tuvo efectos destructores (Intensidad VIII) no fueron tan generalizados como en el de 1884 (alcanzó la Intensidad X). La consecuencia de ésto es una sociedad que vive de espaldas al riesgo, bien por desconocimiento, bien por miedo . Sabemos que donde ha ocurrido un terremoto destructor volverá a haberlo, podemos estimar los efectos de dicho terremoto y por consiguiente, tomar medidas preventivas para disminuir sus efectos. Estas medidas abarcan —continúa Mercedes Feriche— desde una correcta planificación urbana, hasta la autoprotección, pasando por los códigos sismorresistentes, la investigación y los planes de actuación. Si sabemos cómo hay que actuar ante un terremoto, mejoraremos nuestra capacidad de respuesta en una emergencia sísmica.
Inmaculada Serrano aporta el dato de las series continuadas de terremotos, «es una de las características de la sismicidad en las Cordilleras Béticas y Mar de Alborán. Muchos de los terremotos en el sur de España ocurren como swarm (enjambres) en los cuales un gran número de terremotos de baja magnitud se concentran en un periodo de tiempo de días, semanas o meses y en un área muy específica. En términos generales se podría decir que estas series evitan acumulaciones de energía en la corteza terrestre que se podrían traducir en terremotos de magnitud ligeramente mayor y con efectos más perjudiciales a los que conllevan estas series de baja magnitud».
La Compañía de Jesús
Serrano detalla los principios de la sismografía y cómo ha ido evolucionando. En 1902 se funda el Observatorio de Cartuja en Granada, de la Compañía de Jesús. Desde el principio fue dotado de diversa instrumentación sísmica, aunque la primera estación sísmica como tal fue desarrollada en 1906. Esta estación registró el terremoto de San Francisco de ese mismo año. «Las técnicas de medición han variado tanto como la sociedad. Desde los primeros registros sísmicos fotográficos, pasando por el papel ahumado, los registros de tinta, papel térmico hasta llegar a los digitales. Con el tiempo se ha ido mejorando la resolución de los sismogramas y en consecuencia la sensibilidad y la precisión de las medidas de los tiempos de llegada, de las amplitudes de las ondas sísmicas y de su rango de frecuencias. El desarrollo de las comunicaciones ha permitido la transmisión en tiempo real del registro continuo del movimiento del suelo que nos proporcionan las estaciones sísmicas», documenta.
Así y con todo la capacidad de predecir un gran terremoto sigue siendo una asignatura pendiente, según la directora del Insituto de Geofísica: «A partir del conocimiento adquirido a lo largo de los años de investigación en las ciencias de la Tierra, sabemos que los terremotos se producen en determinados lugares y bajo ciertas condiciones, y generalmente donde se ha producido un terremoto volverá otro. Por esta razón conocemos los lugares donde con mayor probabilidad se producirán los terremotos . Estudios geológicos, geofísicos y de sismicidad histórica nos permiten estimar la magnitud más probable en función de las características de las fallas y estructuras geológicas existentes en la región. Lo que resulta más difícil de determinar es el momento en el cual se puede producir la posible sacudida sísmica. En algunos casos muy concretos en los que se empieza a desarrollar una serie sísmica, analizando los datos disponibles hasta ese momento, ha sido posible estimar con cierta antelación el comportamiento posterior de la sismicidad. Resulta evidente que ante la dificultad de predicción la 'prevención' es la única actuación válida para amortiguar los daños», concluye sobre este tema fundamental.
Pequeños sismos
Sobre si un gran terremoto viene precedido por pequeños sismos antes Inmaculada Serrano contesta que depende de la región y de las características de ésta. «Se conocen casos de sismos precedidos por terremotos precursores, otros en los cuales hay solo réplicas y unos en los que el sismo principal viene acompañado tanto de precursores como de réplicas. Una gran actividad sísmica no necesariamente culmina con un gran terremoto —prosigue—, por lo que el valor predictivo de este indicador es limitado».
Mercedes Feriche es rotunda sobre no abandonar los edificios cuando se produce un terremoto , «el porcentaje de edificios que colapsan es muy bajo y muere más gente saliendo de los edificios que por el colapso de éstos. En el terremoto de Lorca de 2011 colapsó un edificio y se rescató con vida a los que estaban en su interior, mientras que todas las víctimas fueron resultado de caídas de antepechos de las azoteas o de paños de cerramiento», concluye.
Noticias relacionadas