JAÉN
Cárnicas Molina: ERE, subvenciones y ruina
La empresa de Jaén es hoy una escombrera a pesar las ayudas públicas y de que llegó a tener mil trabajadores
![Pintadas en las naves de venta al público e la antigua Cárnicas Molina](https://s1.abcstatics.com/media/andalucia/2019/12/15/s/reportaje-javier-lopez-kTjB--1248x698@abc.jpg)
La fábrica Hijos de Andrés Molina, cobaya de los ERE, zona cero de la trama de ayudas fraudulentas urdida por la Junta de Andalucía durante el mandato del PSOE, es hoy una inmenso espacio en ruinas, colonizado en su periferia por matorrales, conejos silvestres y pintadas. Y en su interior por toneladas de escombros, naves devastadas y maquinaria en desuso. Antes de acabar así la que fue principal empresa cárnica de la región recibió millones de euros de subvenciones irregulares.
Juan (nombre figurado), ex trabajador de Molina durante 30 años, se lamenta del estado actual de la fábrica mientras observa las fotografías realizadas por ABC sobre el terreno. « En los ochenta esto era un y venir de camiones, de actividad, de empleo . La empresa tenía en nómina a un millar de trabajadores y delegaciones en toda España. Era una época alegre a la que siguió una ruinosa por la intervención de los políticos».
El poema Canción a las ruinas de Itálica sobrevuela la conversación («Estos, Fabio, ¡ay dolor!, que ves ahora,/ campos de soledad, mustio collado,/ fueron un tiempo Itálica famosa»). No siempre la historia se repite como farsa. Parece, dice Juan, que Rodrigo Caro hubiera pensado al escribir sus versos en una desolación por llegar. «Donde hubo trabajo hay hoy paro, ruina, despojos y pena». La suya, que es mucha, está justificada: «Me dejaron en la calle con 50 años y una hipoteca. Tenía dos manos, sí, pero una delante y otra detrás». Juan compartió desenlace laboral con casi centenar y medio de compañeros, quienes, como él, se movilizaron contra la Junta de Andalucía y las empresas a las que entregó la cárnica. En la nave de venta al público dos pintadas aluden al combate: «150 empleos menos Jaén no lo puede permitir», dice una de ellas, a la que complementa la segunda: «No al cierre, lucharemos hasta el final». Un final abierto si se tiene en cuenta que los exempleados tienen un litigio judicial.
Frente a quien pide la demolición de lo que queda en pie, Juan opone razones para que no se limpien las huellas del crimen industrial: «Todo lo contrario. Lo que hay que hacer es declarar los despojos patrimonio mundial de la ignominia para que nadie olvide que políticos y sindicalistas acabaron con el modo de vida de centenares de jiennenses».
Políticos y sindicalistas que, expone, engañaron y abandonaron a la plantilla. Y que hoy son investigados por la justicia por convertir la cárnica jiennense en el laboratorio experimental del ERE y de la subvención fraudulenta. Ambos grupos, a los que califica de «mangantes sin escrúpulos y dignidad», tendrían, a decir de Juan, un porvenir incierto en otro país y en otra provincia, «pero esto es España y esto Jaén».
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