Cancelación del 'Paso del Estrecho': Marroquíes sin vacaciones y mazazo para las navieras
OPERACIÓN PASO DEL ESTRECHO

Cancelación del 'Paso del Estrecho': Marroquíes sin vacaciones y mazazo para las navieras

La decisión de Rabat de cancelar el tráfico de pasajeros por mar con España arruina el sueño de miles de marroquíes de visitar a sus familias tras la pandemia. El cierre de la vía marítima es un castigo económico para Andalucía, donde sólo los ferrys perderán 500 millones

J.J. Madueño / Soraya Fernández
TARIFA Y ALGECIRAS REGISTRARON EL 80% DEL TRÁFICO DE LA ÚLTIMA OPERACIÓN

El padre de Osama Tlorchi lleva más de cinco años sin ver a su familia en Marrakech. Hasta ahora no ha conseguido regularizar su situación en España. Este verano, después de todo el proceso y vacunado, quería regresar para la Fiesta del Cordero, pero no va a ser posible. La suspensión de la 'Operación Paso del Estrecho' por Marruecos tras la acogida en España del líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, para tratarse de Covid, le deja sin viajar. La crisis diplomática abierta obliga a los marroquíes de Andalucía, muchos a tres horas de su casa en el Reino vecino, a subir a Francia para ir en ferry o a pagarse vuelos. Ambas soluciones son demasiado costosas. «Voy a ir en avión con mi madre y mi hermana pequeña. Otro hermano y mi padre se quedan aquí», lamenta Osama en su carnicería de Fuengirola.

La mayoría ni se plantea dar el rodeo por Francia o Italia para coger el ferry. Los que se lo puedan permitir irán por aire, esperando que en verano de 2022 las relaciones estén más calmadas, no haya pandemia y se pueda regresar por vía marítima desde Algeciras. A Nador, donde vive su hermano, va a volar Abdel Monain Ghanan, que dirige una clínica de fisioterapia en Fuengirola. «La Fiesta del Cordero hay que pasarla en Marruecos, porque allí se celebra en la calle y, además, es cuando ves a la familia que llevas años sin ver», asegura Abdel.

El hecho de no poder viajar en barco supone un choque cultural para los que van, ya que no pueden llevar regalos a aquellos que llevan ya, mínimo, sin ver desde 2019. Es una costumbre muy arraigada, símbolo de buena educación. Sin esos obsequios, algunos prefieren no ir para no mostrar descortesía a sus seres queridos. A la salida del rezo de la tarde de la mezquita de Fuengirola, Mohamed Benaboud asegura que está siendo difícil no poder ver a su familia en Tetuán. «Antes de la pandemia íbamos todos los meses, ya que está a tres horas de viaje de aquí», señala.

Benaboud explica que tiene «el corazón encogido» cada vez que recibe una llamada de Marruecos. «Allí estamos todos juntos, en un mismo edificio y ahora no nos vemos desde marzo de 2020», lamenta, y asegura estar en contra de cualquier cierre de frontera. «La haga quien la haga», señala Benaboud, que seguirá coincidiendo en el rezo con Aziz Slawi. «No voy a ir en verano. Aquí en Andalucía se está mejor. Voy en invierno, pero en verano prefiero la playa aquí, tomar algo… Allí no hay libertad para eso», afirma Slawi.

OSAMA TLORCHI, CARNICERO EN FUENGIROLA, NO PODRÁ IR A MARRAKECH
OSAMA TLORCHI, CARNICERO EN FUENGIROLA, NO PODRÁ IR A MARRAKECH

No todos son críticos con Marruecos. La mayoría acata el cierre decretado, aguantando sin ver a sus seres queridos. «Respeto la decisión del Gobierno de Marruecos, pero echamos de menos a nuestra familia», señala Ghanan. Otros años, como miles de personas, se dirigía a Algeciras, Almería, Motril o Málaga para coger los barcos que les transportaban a la frontera de Ceuta o Melilla y, una vez allí, cruzar y pasar las vacaciones en familia.

La suspensión no sólo tiene una vertiente humana, sino también económica. La 'Operación Paso del Estrecho' genera cada año más de 500 millones de euros y miles de empleos. En 2019, último año en que se desarrolló, el tránsito fue de 3.340.045 pasajeros y 760.215 vehículos por el Estrecho de Gibraltar. El grueso de este complejo dispositivo lo acaparan los puertos de Algeciras y Tarifa con un 80 por ciento del volumen.

Así, la suspensión por parte de Marruecos es un castigo económico a los negocios españoles que aprovechan ese tránsito. El menoscabo más importante lo sufrirán las compañías navieras. Carlos Labandeira, director de Ventas de FRS Iberia, cifra entre 450 y 500 millones de euros lo que dejará de ingresar el conjunto de navieras que participan en este dispositivo. A los 150 trabajadores que ya tiene en ERTE esta compañía hay que sumar otra cifra similar de empleos que no se generarán este verano.

Para la Autoridad Portuaria Bahía de Algeciras (APBA) el paso de miles de familias supone una facturación de 11 millones de euros y la creación de entre 300 y 400 puestos de trabajo. La Asociación de Empresas de Servicios Portuarios Bahía de Algeciras (Aesba) estima pérdidas de entre dos y tres millones de euros y casi 2.000 los empleos que no se crearán en los puertos de Algeciras y Tarifa. «Ha sido un mazazo. Ya pensábamos que la 'operación' era nuestra salvación a 15 meses de inactividad», señala Juan Parada, presidente de la asociación de agencias de viaje del puerto de Algeciras.

VÍCTOR GONZÁLEZ Y SERAFÍN GARCÍA EN UN ÁREA DE SERVICIO DE ALGECIRAS
VÍCTOR GONZÁLEZ Y SERAFÍN GARCÍA EN UN ÁREA DE SERVICIO DE ALGECIRAS

Es un efecto dominó: hoteles, talleres mecánicos —porque muchos de los vehículos se averían tras recorrer miles de kilómetros a través de Europa—, grúas, taxis, supermercados, grandes superficies en las que estas familias realizan importantes compras para llevar a Marrueco, y estaciones de servicio también deben una parte importante de su facturación anual a la OPE. «Estamos muy cerca de la A-7, por lo que algunos aprovechan para desviarse un minuto y comprar en la carnicería», explica Osama Tlorchi, que dice que sus ventas caerán este año un 40 por ciento.

Aunque hay quien cree que puede amortiguar la caída de ingresos. «Creemos que lo vamos a compensar con la subida del vehículo pesado, que dejaba de entrar en esta gasolinera por las colas», afirma Víctor González, encargado de este negocio situado poco antes de llegar a Algeciras, que estima que los ingresos bajarán un 30 por ciento.

En esta misma estación hay tres puntos de venta de tickets para embarcar que llevan cerrados desde marzo de 2020. «Son mucho de tomar café, agua y refresco, pero no comida», afirma Serafín Macías, encargado de un restaurante de paso para las familias marroquíes, que suelen arreglase en el camino con la comida que compran en establecimientos 'halal', sello que garantiza que los productos respetan lo que exige ley islámica.

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