Los campos de arroz salvan la avifauna de Doñana de la sequía
Gracias a las 32.000 hectáreas de cultivo de arroz los pájaros del parque nacional más importante de Europa no se ha resentido por la falta de agua en otoño
Nunca ha habido más pájaros en Doñana que ahora. Y parte de este éxito sin precedentes en la conservación de la mayor reserva de avifauna de Europa, más de 400 especies diferentes , lo tiene los arroceros de las marismas del Guadalquivir. Antaño recelosos vecinos, hogaño estratégicos aliados. Los ecologistas son los primeros en reconocer que sin la inundación de las tablas de arroz no se hubieran recuperado los pájaros como en la actualidad. O lo que es peor, la larga sequía que hemos padecido hubiera hecho una mella difícil de reparar.
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Son las seis de la mañana y a media hora escasa de Sevilla en coche se puede contemplar un espectáculo para el que en media Europa habría números clausus: el fangueo y el despertar de miles de aves esperando darse un festín como desayuno . Los tractores han cambiado sus ruedas de goma por unas de hierro. Están batiendo la paja sobrante del arroz después de la recolección para enterrarla en el suelo y que sirva como abono para la próxima siembra. Entonces salen las larvas, gusanos y los pequeños cangrejos para deleite de las zancudas.
La paja no tiene aprovechamiento
José Fernando Carrascal es técnico de la Federación de Arroceros de Sevilla y nos explica por qué la paja del arroz no tiene aprovechamiento. «Muchas empresas se han puesto en contacto con nosotros para estudiar su viabilidad. Todo ha sido en vano. Como alimento para el ganado no vale porque la paja dificulta la digestión de las bestias, n i incluso mezclado con la de trigo sería buena ; como biomasa es muy cara, perderían dinero, está mojada y mezclada con barro. Por eso su única función es servir como abono con el fangueo».
Apenas nos hemos movido por los caminos paralelos a los canales de agua y ya hemos descubierto cuatro colleras de cigüeña negra, no hace muchos años casi imposibles de ver a no ser en el interior del parque. Carlos Molina es técnico de la oficina de SEO/BirdLife en el centro ornitológico Francisco Bernis. «Aves como el calamón común, la cigüeña blanca, el morito europeo o la garcilla cangrejera, entre otras muchas, se han visto beneficiadas por la presencia del arrozal en la Doñana sevillana. Hacia el final del verano y principios del otoño se realiza el fangueo del arrozal y durante este proceso se mezclan los restos del arroz ya segado con el fango, sacando a la superficie gran cantidad de invertebrados, especialmente cangrejos. Esta “sopa” es un manjar exquisito para miles de moritos, gaviotas y cigüeñas que acuden en grandes bandos», explica. «Durante otoño e invierno, especialmente en años como el actual, en los que la marisma natural permanece seca por la ausencia de precipitaciones —continúa Molina—, miles de ánsares procedentes del norte de Europa, moritos, garzas y decenas de ejemplares de la amenazada cigüeña negra, encuentran en el arrozal encharcado un espacio idóneo para descansar y alimentarse».
Cubiertas de agua hasta enero
Ahora mismo hay 960 explotaciones agrícolas registradas y salvo una o dos que tienen agua de pozo el resto riega con la que toma del Guadalquivir. Del total de las 32.000 hectáreas 24.000 están en su margen derecha y 8.000 en la izquierda. Para recibir las subvenciones de la Política Agraria Común de la Unión Europea tienen que cumplir las obligaciones de la producción integrada. Entre ellas, tener hasta el 15 de enero las parcelas de arroz cubiertas de agua. «Empezamos hace 17 años a recibir 400 euros por hectárea y año, desde hace cinco nos la bajaron a 116», relata el técnico de los arroceros. «Para recibir estas ayudas tenemos que usar abonos de lenta liberación para no contaminar por filtración la capa freática, usar productos fitosanitarios para las plagas que estén comprobados no ser dañinos y sin efectos colaterales y junto con la inundación de las tablas con agua llevar un control técnico», relata Carrascal. «Con todo esto producimos un arroz de alta calidad, pero poco competitivo con los precios asiáticos. Cualquier alteración de las aguas, como el dragado del río, que nos dé un índice de salinidad superior al 1% puede arruinar una cosecha» , se lamentan desde la Federación de Arroceros.
El día despunta y una bandada con miles de flamencos se agrupa. En el horizonte las casas de Isla Mayor y el campanario de la pedanía de Alfonso XIII. El paisaje es inigualable.