La voz de la calle planta cara a los despachos oficiales
Las plataformas cívicas sacan del inmovilismo a las administraciones
Ante ustedes, unos valientes. Valientes porque hay que ser muy valiente para dar el paso de llevar la contraria al poder cuando lo fácil es caer en las redes de la connivencia y la resignación. Pudieron haber mirado para otro lado, pero no lo hicieron. Hartos de la política de hechos consumados o del inmovilismo de las administraciones, este puñado de ciudadanos de a pie prefirieron ponerse al frente de plataformas civiles para cambiar las cosas. Le echaron un pulso desde la calle a los despachos oficiales. Porque «no es no» hasta que le tocan la fibra sensible a la gente corriente obligada a hacer guardia durante horas en los pasillos de un hospital, hasta que le embargan a tu familia la cuenta corriente y los bienes por un impuesto confiscatorio, hasta que cae en picado la popularidad de los que mandan en los barómetros y les ven las orejas al lobo de las elecciones.
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Ésta es la historia de gente corriente que antepuso la dignidad al miedo. Algunos de estos héroes ya no tan anónimos han conseguido que los gobiernos rectifiquen su rumbo, a costa de ganarse muchos enemigos por incomodarlos. Otros aún sueñan con hacerlo. Pero ahí siguen.
Jesús Candel orquestó una revolución de batas blancas, una marea que sacó a la calle a 50.000 personas
La fusión hospitalaria de Granada es ya historia porque un indomable médico granadino le plantó cara a la Junta de Andalucía en una comunidad acostumbrada durante más de tres décadas de hegemonía política a neutralizar cualquier atisbo de discrepancia con cargo al presupuesto público. Jesús Candel orquestó una revolución de batas blancas, una marea que sacó a la calle a 50.000 personas, algo impensable hace pocos años en la tranquila Granada. La épica victoria del médico Spiriman, su nombre de guerra , abrió el camino a otros como Paloma Hergueta, la portavoz de la Plataforma Huelva por una Sanidad Digna, que lucha contra la tenaza de las fusiones y los recortes en su tierra.
Sin recibir nunca una subvención
Los malagueños también están en deuda con Mariluz Reguero. Cuando no existían las redes sociales, levantó un movimiento ciudadano, sin recibir nunca una subvención, que ha posibilitado que decenas de obras de arte, embaladas y arrinconadas durante veinte años, vuelvan a ser exhibidas en el vetusto edificio de la Aduana de esta capital.
Si Almería no pierde el tren del progreso es gracias a que José Carlos Tejada no ha escatimado esfuerzos, al frente de la Mesa del Ferrocarril, llamando a las puertas de las Administraciones para sacar a la provincia de su secular aislamiento.
En esta galería de David contra Goliats provistos de cascos y potentes escudos de propaganda no podía faltar Juan Carlos Valverde, el rostro más visible de la indignación contra el impuesto de sucesiones en Andalucía. «Pepitos Grillos» todos ellos que encarnan la conciencia colectiva de la gente y que, afrontando el precio de posibles represalias, pelean contra el ordeno y mando de los despachos.