El bucle de San Telmo

La Junta impulsa planes y medidas que tienen como norma el incumplimiento

Susana Díaz, presidenta de la Junta de Andalucía J. M. SERRANO

JOSÉ CEJUDO

Año tras año y legislatura tras legislatura, la opinión pública andaluza asiste atónita a la aprobación en el Palacio de San Telmo , sede de la Presidencia de la Junta, de sucesivos planes que tienen como característica común el incumplimiento. Son, en la mayoría de los casos, programas que las diferentes consejerías reeditan con algún ligero cambio en los enunciados, o que incluso se modifican de forma absoluta para introducir conceptos eufemísticos: de combatir el «fracaso» escolar se ha pasado a posibilitar el «éxito» educativo. El desempleo , principal problema que sufre la comunidad, ha sido motivo de todo tipo de iniciativas. Para todas las edades y para todos los colectivos. Y los resultados están en la Encuesta de Población Activa (EPA). La política de viviendas no le va a la zaga, donde de construir se ha pasado a rehabilitar y a alquilar. Y qué decir de las actuaciones en materia de infraestructuras, con planes que se superponen dejando un rastro de proyectos sin ejecutar, eso sí, con el apelativo de «sostenibles». Y además, el lenguaje administrativo ha acuñado dos términos que acompañan invariablemente a muchos de los planes que impulsa la Junta: el retorno del talento y la eliminación de las trabas burocráticas.

La crisis económica que surgió a caballo de 2007 y 2008 fue un punto de inflexión en la política presupuestaria de la Junta. El estallido de la burbuja inmobiliaria dejó a miles de trabajadores en la calle y la Administración andaluza se puso, paradójicamente, manos a la obra para frenar la avalancha de problemas que por entonces barruntaban los expertos. El Consejo de Gobierno del 19 de febrero de 2008 aprobó un paquete actuaciones, que abarcaban cuatro ámbitos: licitación de obra pública civil (661 millones), fomento de empleo (334 millones); impulso de la innovación y la investigación (271 millones) e incentivos a empresas (138 millones). En total, los primeros 1.400 millones que podrían denominarse «anticrisis».

Resultados cuestionables

Con posterioridad se ha producido un goteo interminable de medidas contra el paro con resultados, cuanto menos, cuestionables. Por citar solo algunas, está el plan de choque de julio de 2012, uno generalista que incluía a todas las edades de marzo de 2015, y otro específico para menores de 30 años, anunciado también en el verano de 2015, coronados todos ellos por la prevista Ley de Fomento del Emprendimiento.

Tampoco la política en materia de vivienda se puede decir que ha estado marcada por el éxito. La crisis económica provocó un cambio en la dinámica, y de las construcciones masivas se pasó de golpe y porrazo al alquiler y a la rehabilitación . La Junta programó las correspondientes ayudas. En marzo del pasado año abrió una línea de subvenciones al alquiler, con una dotación económica de 15 millones de euros. El problema es que por esas fechas aún estaban pendientes de abonar 14 millones por el mismo concepto con cargo al Plan Concertado de Vivienda y Suelo (2008-2012».

Los programas que caducan sin haber logrado alcanzar sus principales objetivos

Reprogramación es la palabra que define la política del Ejecutivo andaluz en materia de infraestructuras. El primer Plan Director de Infraestructuras de Andalucía (PDIA) fue aprobado por el Consejo de Gobierno en marzo de 1994 y teóricamente tenía una vigencia de 14 años. Sin embargo, en 1997 entró en escena otro programa con el mismo nombre pero distinto alcance (1997-2007). A partir de ahí cambia el enunciado y pasa a denominarse Plan de Infraestructuras para la Sostenibilidad del Transporte (Pista), para el periodo comprendido entre 2007 y 2013. Pero fue a primeros de 2012, cuando la crisis económica se encontraba en su máximo apogeo, el momento elegido por la Consejería de Fomento para prorrogar el Pista hasta 2020, dejando en barbecho obras que por entonces ya tendrían que estar a punto de concluir.

Solo en contadas ocasiones miembros del Gobierno andaluz han admitido el fracaso de sus iniciativas. Ni el Bono de Empleo Joven , según el consejero José Sánchez Maldonado , ni tampoco la Beca Andalucía Segunda Oportunidad, como admitió el ex titular de Educación Luciano Alonso, habían dado los resultados apetecidos. Ambas iniciativas se enmarcan en la relación de actuaciones que como el Plan Motiva, el Plan Gyga o los programas de creación de negocios y prácticas en empresas, no han sido diques suficientes para detener dos mareas tan preocupantes como el paro juvenil y el abandono escolar . El último empecinamiento de la Junta se llama «retorno del talento». El que se necesita para cumplir los muchos compromsiso olvidados que se hicieron a los andaluces.

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