CRISIS SANITARIA

El botellón, una peligrosa puerta de entrada al coronavirus en Andalucía

Grupos de jóvenes burlan la «ley seca» en las ciudades y, sobre todo, las zonas de costa, a pesar de las multas y de la prohibición

Jóvenes de botellón y picnic en una playa de Málaga Francis Silva

ABC

Al final la gota, en este caso de alcohol, ha colmado el vaso. Se perseguirá con más dureza el botellón y no habrá discotecas. Son jóvenes y se creen invulnerables. Pero la falta de responsabilidad social de algunos adolescentes ha contribuido a que no se frene la propagación del Covid-19. Junto con las reuniones familiares, los expertos consideran que los botellones son ahora mismo los vectores más peligrosos para la transmisión del virus. ¿Cómo se pueden poner límites a algo que ya está prohibido?

Antonio, estudiante de 20 años de la Universidad de Granada, recibió hace un par de semanas un mensaje a través de la red social Twitter para que asistiera al botellón clandestino organizado en la institución ferial de la ciudad , donde no impera la ley seca, pero sí la prohibición de beber en la calle en plena pandemia. La rebeldía juvenil granadina contra esta medida preventiva no es nueva. En mayo, el mes tregua del coronavirus, la Policía Local tuvo que dispersar a varios grupos de jóvenes concentrados en calles del centro. Previamente, había recibido 120 llamadas telefónicas de vecinos que alertaban de que se llevaban a cabo botellones en sus respectivas zonas de residencia.

Además, el cuerpo de seguridad local incoó 30 denuncias de otros tantos botellones en una sola madrugada de julio , en la que sancionó a nueve jóvenes que participaban en ellos con una multa de 100 euros por no llevar mascarilla. Precisamente, el rechazo de determinados jóvenes a utilizarla ha servido al Ayuntamiento de Motril para publicar un vídeo en el que una chica contagia a su abuela el coronavirus tras participar en un botellón sin protección.

Al igual que en Granada, en la localidad onubense de Lepe se había convocado ayer un macro botellón como alternativa a las fiestas patronales de la Bella, que debían celebrarse estos días. El evento, difundido por las redes sociales, se canceló cuando la Policía Local dio con la pista de su promotor.

No sólo por la costa campa el botellón, cuya práctica está proscrita incluso en las zonas acotadas para ello. El pasado fin de semana, la Policía Local de la capital jiennense disolvió 29 de ellos organizados en varias calles de la ciudad a pesar de que una ordenanza del Ayuntamiento impide estas concentraciones desde marzo. Las labores de vigilancia se llevan a cabo en el conjunto de los municipios.

Uno de ellos, Alcalá la Real, ha intensificado el control policial durante las fiestas patronales para evitar los botellones. En julio, los agentes de esta ciudad jiennense presentaron 15 denuncias por concentraciones para beber en la vía pública y en agosto son ya 17 los expedientes incoados por esta causa.

Málaga también ha experimentado un repunte de los botellones, protagonizados en su mayoría por grupos de jóvenes. Hasta el momento, esta práctica, prohibida por la Administración, podía verse de forma residual los fines de semana en algunos puntos del centro histórico o zonas en las que es fácil zafarse de la mirada de la policía. Desde el fin del estado de alarma, han aumentado las llamadas de vecinos en plena madrugada denunciando las reuniones de jóvenes bebiendo en la calle en otros barrios de la capital como Huelin o Teatinos, que además concentran un importante número de negocios de hostelería.

Salir corriendo

Alejados de complejos residenciales y casi desérticos durante la noche, los polígonos industriales se han convertido en un lugar propicio para fiestas y botellones sin ser vistos ni oídos. En la capital, esta misma semana la Policía descubría una discoteca clandestina en un local ubicado en el polígono El Viso . Fue precisamente un extenso grupo de jóvenes haciendo botellón en la calle lo que hizo saltar todas las alertas. Ninguno llevaba mascarilla y las distancias de seguridad eran inexistentes. Cuando se percataron de la presencia policial corrieron hacia el interior de una nave en la que los agentes descubrieron restos de bebidas alcohólicas y sustancias estupefacientes como cocaína, hachís y marihuana.

Tampoco se libran otros municipios de la provincia como Rincón de la Victoria, donde se han registrado casi 40 denuncias desde mediados de julio, o Marbella , cuyo caso resulta especialmente sangrante. Según su concejal de Seguridad, en lo que va de año se han levantado 90 actas por este motivo, cuando en 2019 —sin confinamiento ni estado de alarma— se registraron en total 105. El Ayuntamiento de Málaga está ojo avizor, 700 agentes más, para que no se celebre una feria de agosto encubierta.

Las zonas industriales son, junto a las playas, otro de los focos de atracción para beber en grupo

En Cádiz capital, el punto de concentración habitual para los jóvenes que beben en la calle sigue «exactamente igual». «Es más, está engordando», manifiesta Antonio De María , presidente de la Federación Provincial de Empresarios de Hostelería de Cádiz, en representación de los propietarios de locales nocturnos en la zona. Las reuniones de jóvenes en la explanada se desarrollan con normalidad, como si no hubiese pandemia. La mayoría acude sin mascarillas y, aunque a priori se reparten el espacio en grupos separados y al aire libre, en ocasiones puede suponer un riesgo para la salud pública.

Cádiz capital, pese a no ser la localidad más grande de la provincia, suma varios brotes y es el municipio con más contagios activos . La afluencia en la Punta de San Felipe, como es habitual, se incrementa los fines de semana. La situación ha sido denunciada por los bares de la zona. Estos empresarios viven el férreo control de la Policía casi a diario, en la línea de lo marcado por la ley. Sin embargo, consideran que existe un agravio comparativo respecto al botellón, que está a pocos metros.

Concentraciones en Cádiz

«La Policía Local de Cádiz va a los locales de la Punta de San Felipe para exigirles el cumplimiento de los horarios y en la parte de arriba hay un botellón. Cuando los propietarios les recuerdan que concentrarse para beber en la calle está prohibido, los agentes les dicen que no tienen instrucciones», asegura Antonio De María. En el entorno de la Caleta o del Paseo Marítimo pequeños grupos de jóvenes aprovechan también la noche para beber fuera de los bares. Las concentraciones también se dan ocasionalmente en las playas, después de que la Policía desalojara al principio del verano la playa de Santa María por un macro botellón.

El litoral de El Puerto de Santa María es un lugar habitual para realizar esta práctica . Además de en la desembocadura del Guadalete, ahora se ha normalizado en la zona de la Calita, aprovechando los chiringuitos que se han instalado junto a la playa del Aculadero y donde suelen terminar los jóvenes después de haber tomado sus primeras copitas en la calle. Las quejas vecinales se escuchan a su vez en Vistahermosa y en El Manantial, donde son constantes los ruidos y en ocasiones los daños a vehículos y al equipamiento municipal. La falta de policías locales impide su control.

Con alcohol sobre la arena

La playa es el lugar escogido por los adolescentes, y no tan adolescentes, que apuestan por el botellón en las zonas comprendidas entre los Caños de Meca y Atlanterra, ya en Tarifa . Es habitual cada noche la presencia de jóvenes veinteañeros en las zonas cercanas a los chiringuitos, aprovechando la luz y la música para divertirse con alcohol sobre la arena. Resultó ser uno de los motivos por los que la Policía Local de Barbate cerró el Ohana, en la carretera del Faro de Trafalgar, ya que los clientes consumían tanto dentro como fuera de la terraza.

Los chiringuitos de la playa del Mexicano (o del Pirata) en los Caños también advierten de esta problemática, que tiene en pie de guerra a los vecinos. « La gente esta enfadadísima por el ruido, la pelea, la suciedad que generan . Incluso molestan a muchos ciudadanos que están pescando en esa zona y con los que han tenido encontronazos», señala una vecina. La Guardia Civil apenas ha comparecido un par de veces para advertir más que sancionar.

Los agentes de la Policía Local de Córdoba tienen una orden clara: ser estrictos en el cumplimiento de la ordenanza municipal que prohíbe la organización de botellones en la vía pública. La prueba evidente de que entre los menores de 30 años no siempre existe una conciencia clara de que el peligro del Covid-19 sigue ahí es que la Policía Local disolvió la noche del pasado viernes nueve grupos de personas que estaban bebiendo en la vía pública.

De poco han servido las llamadas a la prudencia en las reuniones entre amigos que ha hecho el Gobierno central y también el alcalde de Córdoba, José María Bellido , que la pasada semana apremió a los ciudadanos a extremar la cautela ante el avance de la enfermedad. «Lo ruego, lo suplico, lo imploro», clamó el regidor. El Balcón del Guadalquivir y el parque de Miraflores —sobre todo en los aledaños al avión situado frente al centro comercial El Arcángel— y el jardín de la urbanización de El Patriarca, son los enclaves preferidos. Los mismos que durante el confinamiento. Las multas superan ya el centenar.

Información realizada por Javier López (Jaén); P. Marinetto (Málaga); R. Pérez (Almería); R. Aguilar (Córdoba); J. M. Aguilera (Cádiz)

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