Balance del año político en Andalucía: Un cambio sin prisas frente a una oposición ausente
Las cinco convocatorias electorales han marcado el primer año de la Legislatura en una Andalucía que está cambiando el modelo económico
La llegada a San Telmo del Gobierno de coalición de PP y Ciudadanos supuso el estreno de muchas cosas. La Junta ya no es socialista, el Gobierno andaluz necesita además el apoyo de un socio externo en el Parlamento, y no hay bicefalia en un Ejecutivo en el que las dos fuerzas políticas que lo conforman tienen una armonía que no es nada habitual en este tipo de acuerdos. Tal vez se deba a la personalidad de Juan Marín, vicepresidente de Ciudadanos y un líder poco convencional. Cree que su éxito (y el de su partido) está precisamente en ser útil a los andaluces y no generar tensiones absurdas.
Todas las miradas estaban centradas en el cambio, ¿qué iba a significar el cambio? Los portavoces del Gobierno andaluz repiten que es, sobre todo, una manera diferente de hacer las cosas, con más controles, menos burocracia y más transparencia. Pero, sobre todo, con mejor gestión. El Gobierno andaluz vive todavía en las mieles del triunfo pero las elevadas expectativas que generaron ha provocado muchas frustraciones sobre todo en los dos asuntos cruciales para los andaluces: Sanidad y Educación. En ambos asuntos los problemas siguen siendo los mismos; eran tan graves que no han podido abordarlos, o eso dicen ahora. Y eso que el presupuesto 2020 ha sumado 1.300 millones de euros a ambos capítulos. Eso, y el cese del gerente del SAS que ha sido uno de los más sonados del Ejecutivo andaluz y eso que ha habido más de 25 relevos en un Gobierno que cumplirá su primer año el día 22 de enero.
Una de las principales críticas que ha recibido el nuevo Gobierno ha sido precisamente la lentitud de los cambios . No ha resultado nada fácil -como ya preveía el PSOE- tomar los mandos de una administración que lleva 37 años con los mismos gestores. A mediados de este nuevo año recién comenzado se conocerán los primeros resultados de las auditorías de la administración paralela, ese mostruo que no saben cómo abordar. Han eliminado 119 entes pero ninguno de ellos de enjundia ; lo más llamativo es que ahora una web publica diariamente todas las ofertas de empleo de estas empresas públicas. Un paso más que relevante porque hasta ahora la opacidad era la tónica dominante.
Las críticas a la herencia recibida han copado la mayor parte de los mensajes de los miembros del Gobierno , sobre todo de Elías Bendodo, que ha abierto cajas fuertes con documentación que ni se sabía que existía.
Porque la corrupción, y sobre todo la sentencia de los ERE, ha marcado el pulso político en Andalucía. Ha terminado de dar tranquilidad y estabilidad a Moreno y ha hundido más todavía a Susana Díaz , que ha vivido su peor año político.
Una buena parte de la balsa de aceite que es Andalucía se basa precisamente en la situación de los dos grupos de la oposición que están en una situación de descomposición , aunque por diferentes circunstancias. Susana Díaz no se ha recuperado del golpe que supone perder el poder y no ha sabido coger el rumbo que se espera del principal partido de la oposición. Ha hecho su propia crisis interna cesando a todo su núcleo duro en la Junta. La salida del portavoz parlamentario Mario Jiménez rozando el mes de agosto es la prueba palmaria de que su círculo íntimo es cada vez más reducido. Jiménez le decía cosas que ella no quiere oír y que ahora le están pasando factura. Sobre todo con un Pedro Sánchez en el Gobierno central. Pero fue un movimiento peligroso porque ha abierto una corriente crítica con ella que no era (hasta ahora) sanchista precisamente.
En Adelante Andalucía las cosas no están mucho mejor. La marcha de Antonio Maíllo , que ha abandonó la política en junio, ha sido una losa muy pesada para la coalición de izquierdas. Sobre todo porque Teresa Rodríguez , más centrada en sus asuntos personales, ha perdido también la batalla frente a Pablo Iglesias . Quien, por cierto, ahora tiene más poder.
Ahora ambas fuerzas políticas tendrán que entenderse porque sus respectivos jefes en Madrid han firmado un pacto de Gobierno pero tal vez eso no sea posible si las interlocutoras son Susana Díaz y Teresa Rodríguez.
Con la mirada puesta en una Cámara muy fragmentada, Juanma Moreno encargó la portavocía a José Antonio Nieto , un avezado político con dotes de negociador que debía jugar un papel clave. Sobre todo para negociar con Vox. Pero la salida de Mario Jiménez y la del juez Serrano, a quien su propio partido apartó tras la sentencia de la manada, le han facilitado mucho su labor. Porque ni el PSOE es sombra de ese partido rocoso que era antes en la Cámara, ni Vox está planteando graves problemas al Ejecutivo andaluz.
Unas circunstancias que refuerzan el papel de Andalucía en el conjunto de España y también el de los líderes de PP y Ciudadanos frente a sus respectivos jefes en Madrid. Pablo Casado es consciente de que Juanma Moreno ha logrado lo que ningún otro barón de su partido: doblegar a Vox sin que apenas lo parezca y pagando un precio muy bajo.
El Gobierno ha aprobado dos presupuestos andaluces que se han convertido, además, en la principal arma de confrontación contra el Gobierno de Pedro Sánchez. Ya lo saben en el PSOE. La verdadera oposición al Ejecutivo, está en Andalucía.
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