MENOS PREJUICIOS

Antonio Narbona: «El acento andaluz será tan normal como el canario o sudamericano»

El catedrático Antonio Narbona cree que se está perdiendo el estigma que le asocia a viejos tópicos y será habitual escucharlo en medios de comunicación

La prueba se ha celebrado este fin de semana en Dinamarca F.R.M. VÍDEO: ANTONIO PERIÁÑEZ

J.M. Carmona

Recién llegado de Austria, donde ha participado en las jornadas «Investigando las hablas andaluzas: New appproaches to Andalusian Spanish», Antonio Narbona desgrana a ABC las claves para entender la situación actual del andaluz en el panorama social actual. Del mismo modo, este catedrático emérito del departamento de Lingüística de la Universidad de Sevilla y experto en hablas andaluzas, sale al paso de las últimas polémicas que, de forma repetitiva, siguen mofándose de la forma de hablar de millones de personas en España. Pero el profesor Narbona exhibe músculo por el andaluz y asegura que esto es solo cuestión de tiempo.

En primer lugar, hay que entender apropiadamente la dicotomía entre habla y pronunciación: «Los que dicen que aquí hablamos muy mal, están pensando en que pronunciamos mal, pero hablar y pronunciar son cosas distintas. Hablar bien es elegir los moldes constructivos más adecuados para la situación de comunicación en la que participamos y llenar esos moldes con las estructuras adecuadas en cada caso». Y eso lo puede hacer bien o mal cualquiera, dependiendo de la casuística.

Herencia del pasado

Una vez sentada esta norma, el profesor entiende que los ataques al andaluz tienen más una base social que lingüística. Pero, como explica, «todo se refleja en la lengua». Los andaluces son un pueblo tradicionalmente asociado a las clases bajas, donde hasta hace poco menos de un siglo el 70 por ciento de la población era analfabeta , sin acceso a escritos que le enseñaran la norma castellana, por lo que no era raro que las personas «inventaran» o adecuaran el idioma según necesidades o el contexto de la época.

Hoy día, la alfabetización es prácticamente total, por lo que calificar a las hablas andaluzas de «castellano mal hablado» es ya cosa del pasado –o debería–.

Antonio Narbona, catedrático emérito de lingüística, en una imagen de archivo ABC

Los andaluces hablan bien, pero aún queda ese estigma que retrotrae a otras épocas. «Este analfabetismo reciente es una de las causas más importantes de la denostación del andaluz. Pero esto pasa con muchas variedades del español, aunque más en Andalucía». Por ello, en términos históricos, es hasta explicable dicho menosprecio al andaluz, «pero cada vez se da menos e irá a menos, porque el pueblo andaluz hace poco que salió de la pobreza y del analfabetismo.

A medida en que superemos esa fase pasaremos desapercibidos y hablar en andaluz será tan normal como los que tienen acento sudamericano o canario, será solo una forma más de hablar e incluso será normal escucharlo en los medios de comunicación.

Pérdida de características

De hecho, este estudioso explica que los propios andaluces están nivelando su forma de hablar, que tiende a homogeneizarse y a perder algunas de sus características gracias a la alfabetización, como el ceceo o muchos de los vulgarismos a los que ha estado tradicionalmente asociado.

En los medios, el cine y la televisión, que la limpiadora –La Juani en «Médico de Familia»– o que el «graciosillo» del grupo –Gazpacho en «Los Fruitis»– tuvieran acento andaluz a nadie le chirriaba hace pocos años. Pero lo que sí parece no sonar a dulce para el oído de algunos es escuchar ahora a actores hablando andaluz en situaciones cotidianas, como ocurrió con la serie «La Peste» , una ficción ambientada en la Sevilla del siglo XVIcon las epidemias de peste que asolaron la ciudad en aquella época como eje vertebrador de la historia. «Es lógico que los actores tengan acento andaluz, fue algo intrínseco al proyecto desde el primer momento y jamás los creadores ni los productores nos planteamos lo contrario», explican desde el área de producción original de Movistar+, donde en todo momento quisieron dar el reflejo más fiel posible a la ficción y así lo seguirán haciendo a pesar de las críticas que recibieron porque a los actores no se les entendía. Pero, como añaden, «cuando haces una gran apuesta de riesgo como La Peste sabes que te enfrentas a posibles críticas. Que los actores hablaran andaluz era parte de dicha apuesta».

Algunos expertos aseguran que esta polémica responde más a un ataque a la cultura andaluza que a su forma de hablar y a la falta de costumbre de escuchar al andaluz en papeles que no estén ligados a comedia o clases bajas.

Para el profesor Narbona la cuestión pasa más por el entendimiento que por el acento. Empezando porque es imposible saber cómo se hablaba en el siglo XVI, «porque no había grabadoras ni podemos resucitar a las personas», lo que pasa en «La Peste» es «que no se entiende a ciertos actores en ciertos diálogos, no tiene nada que ver con el andaluz, si no con la falta de dicción. Algunas secuencias son inaudibles, pero no porque hablen andaluz, si no porque hablan bajo y sin vocalizar».

Enseñanzas de «La Peste»

¿Ha servido «La Peste» para dar un paso hacia la normalización del habla andaluza en los medios de comunicación? ¿Habrá en el futuro presentadores de informativos andaluces que no cambien su acento? Flora González, periodista jiennense y presentadora de la información meteorológica en la cadena de televisión Cuatro, cree que el problema con el andaluz «nace en nosotros mismos, en una especie de complejo y de miedo al rechazo», pero no por ello cree necesario que por ser de Andalucía haya que tener acento en televisión. «Yo soy un mero transmisor, tengo una información, en este caso meteorológica, que tengo que codificar para que llegue de la forma más clara al espectador. Cuando intervengo en programas donde además de periodista soy un personaje –en referencia a sus apariciones en el espacio de la también presentadora andaluza Toñi Moreno– ahí sí lo hago con mi acento».

El catedrático emérito Narbona coincide de lleno con la periodista Flora González en que lo principal es hacerse entender, y si el acento supone un impedimento para ello, no debería hacerse de un grano una montaña a la hora de suprimirlo. Y vuelve a sacar a colación el caso de la ficción «La Peste»:«Si se gasta dinero en una serie y la mitad de la población no lo entiende, usted ha fracasado. Es como los que quieren que en Canal Sur se hable andaluz, pero depende, porque si hablan de una manera y la gente no lo entiende, eso es un fracaso. Hay que hablar de una manera que lo entiendan los ocho millones de andaluces, por lo que si hablas con el acento de tu pueblo y, al final, solo te van a entender los de tu pueblo, ¿de qué vale?».

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