Andalucía
El triple gol del consejero Juan Bravo a la ministra María Jesús Montero
El titular andaluz de Hacienda da la vuelta al marcador de las cuentas autonómicas en rojo que dejó el PSOE
Desde que María Jesús Montero cambió el Gobierno andaluz por el Ministerio de Hacienda no ha parado de recibir cartas desde Sevilla. La mayoría de las misivas que llegan a su mesa salen del despacho oficial que ella ha ocupado hasta hace apenas dos años y llevan la firma del consejero de Hacienda, Juan Bravo (PP). El intenso intercambio epistolar es un termómetro infalible del enconado pulso político que mantienen la Junta, ahora gobernada por el PP y Ciudadanos, y el Ejecutivo central. Cuando llevaba la manija sobre las cuentas andaluzas, apostó fuerte a la carta de la financiación autonómica.
El orden de prioridades ha cambiado por completo tras mudarse a la sede de la madrileña calle de Alcalá de la mano de Pedro Sánchez, que le ganó las primarias del PSOE a Susana Díaz , antigua jefa de Montero. Desde que dio el salto al Consejo de Ministros, la reforma del «injusto» reparto de los fondos entre comunidades que se le antojaba «urgente» e «inaplazable», pasó a un segundo plano. Con los secesionistas catalanes echados al monte del referéndum ilegal, se olvidó de las reivindicaciones con las que martilleaba al ministro Cristóbal Montoro (PP) por someter a Andalucía a la «asfixia económica».
La historia se repite, pero al revés. Montero hace ahora de Montoro y Bravo, de Montero . La ministra y portavoz del Gobierno defiende a capa y espada la ortodoxia de las cuentas de las comunidades autónomas y no ha dudado en cerrar parcialmente el grifo a Andalucía para financiar su deuda en los mercados por haberse saltado las reglas de estabilidad en los presupuestos de 2018. La Junta se quejó de que se le aplicaba como castigo una suerte de artículo 155 a su autonomía.
Lo paradójico es que el incumplimiento se produjo en el cierre de las últimas cuentas que ella elaboró y supervisó como consejera hasta mediados de 2018. La gestión de las finanzas recayó después en Antonio Ramírez de Arellano , consejero hasta enero de 2019 y hoy portavoz parlamentario de Hacienda del PSOE y «azote» del «gobierno del cambio» en las redes sociales.
Montero se reunió 45 minutos con Ramírez de Arellano, tras hacerlo esperar tres horas, pero a Bravo no lo recibe
Con Sánchez de presidente, el actual titular autonómico de Hacienda ha reeditado el discurso del «maltrato» a Andalucía del que tanto rédito propagandístico sacaron los socialistas cuando en Madrid gobernaba el «enemigo» exterior del PP . Bravo no desaprovecha cada ocasión que tiene para recordar a Montero que el Parlamento andaluz aprobó reclamar al Estado 4.000 millones de euros –según las cuentas de la ministra– que por población le correspondían para financiar su sanidad, educación y servicios sociales. Aquel inédito acuerdo salió adelante con los votos del PSOE, PP, Podemos e IU cuando Rajoy habitaba el palacio de la Moncloa.
Entonces nadie barruntaba un cambio de ciclo. Tres meses después, contra todo pronóstico, el presidente del PP fue desalojado por una moción de censura y Montero se subió al AVE con destino a Madrid. Sin billete de vuelta por ahora, aunque no son pocos los que la ven como la sustituta natural de Susana Díaz, que se resiste a dejar el santuario del PSOE andaluz.
En esta partida de enroque, estrategia y gestión, Juan Bravo, acaba de anotar un hat-trick, un triple gol, a la ministra. Andalucía fue la única comunidad de España que cumplió en 2019 las reglas de déficit, deuda y gasto, la tríada que concede a la autonomía el certificado de máxima solvencia. Lo ha hecho aplicando la mayor reducción del impuesto de sucesiones y donaciones, el odioso tributo «para ricos» que ella rebajó a regañadientes, por imposición de sus aliados de Ciudadanos, para enfriar una patata caliente que amenazaba con achicharrar al Ejecutivo socialista.
En diez meses, el equipo de Bravo ha sacado adelante una prórroga y dos presupuestos, con un Gobierno bipartito en minoría. No hay que perder de vista que el consejero jugó como portero en un equipo de la División de Honor de Fútbol Sala antes de aprobar las oposiciones de inspector de Hacienda. «Juanele», como era conocido en el ambiente deportivo, ha logrado en menos de un año lo que parecía imposible: darle la vuelta al marcador.
Lástima que la irrupción del coronavirus haya descuadrado los números para el actual ejercicio. El déficit presupuestario de Andalucía alcanzó en marzo los 247 millones y creció un 23,5% respecto al mismo mes de 2019, debido al incremento del gasto sanitario.
Por contraste, la inestabilidad parlamentaria del PSOE ha impedido a Montero aprobar unas cuentas nuevas para el Estado, a pesar de su fama de hábil negociadora. Dos años después, sigue funcionando con el presupuesto prorrogado que elaboró Montoro . Tampoco ha logrado embridar el gasto ni el déficit estatal y ha incumplido los objetivos marcados para 2019.
En 10 meses, el consejero ha sacado dos presupuestos; en dos años la ministra no ha podido aprobar ninguno
El cambio de las cifras en rojo, que dejó el último ejercicio de Susana Díaz, al verde, ha sido posible después de que la ministra diera su brazo a torcer en el conflicto del impago del IVA de diciembre de 2017, fruto de un ajuste normativo en el mandato de Rajoy. Montero no va a abonar a la Junta los 537 millones recaudados que ésta le reclama ante el Tribunal Constitucional , pero ha resuelto compensarlo al menos sobre el papel. Para sofocar la rebelión de gobiernos regionales de todos los colores, la parte del IVA sin pagar no ha contado a efectos de déficit en 2019.
El enredo del IVA
Supone un avance en la posición rocosa que mantenía. Durante meses argumentó que la solución estaba en una modificación introducida en los Presupuestos Generales del Estado para 2019, pero como el proyecto no salió adelante por los votos en contra del PP , el compromiso cayó en el olvido.
La reclamación del IVA ya no es una prioridad para un PSOE que aún está digiriendo el traumático paso a la oposición tras 37 años de poder ininterrumpido . Pero sí lo era cuando gobernaba. Ramírez de Arellano, que relevó a Montero tras su marcha, contaba con esos ingresos del IVA –que cuantificaba en 400 millones–. Como consejero se plantó en Madrid para trasladarle a la ministra su lista de peticiones. Volvió en el AVE con las manos vacías y sin compromisos nuevos, tras un encuentro que duró sólo 45 minutos. Montero, consagrada entonces a la negociación de los fallidos Presupuestos del Estado, tardó más de tres horas en recibirlo.
La profecía de la ministra
Esa reunión fugaz es más de lo que ha conseguido en año y medio el actual consejero de Hacienda. Aplicando el aguante aprendido en la cancha de juego para sobreponerse a las adversidades, Bravo no ha cejado de enviar cartas pidiéndole audiencia para abordar las cuestiones más acuciantes para la comunidad. Si ya preocupaba a la Junta la infrafinanciación de Andalucía por el sistema injusto que pactó el presidente José Luis Rodríguez Zapatero (PSOE) con los nacionalistas catalanes de ERC , ahora le chirría más que la población no sea el criterio que tenga más peso para la ministra sevillana a la hora de distribuir entre las regiones el fondo de 16.000 millones no reembolsable con el objetivo de pagar la abultada factura de la pandemia.
Sólo una semana antes de asumir la cartera de Hacienda, Montero hizo un pronóstico. El Gobierno de Rajoy «durante el año 2018, no va a tener ningún interés en que se provoque esa reforma de la financiación [...], no va a querer que en 2019 se inicie el nuevo curso político con la reforma del sistema ». Se quedó corta en su profecía, recogida en el Diario de Sesiones del Parlamento andaluz del 30 de mayo de 2018. Estamos en junio de 2020. Han pasado dos gobiernos distintos, dos años desde que ella cogió las riendas del Ministerio, pero la reforma sigue donde estaba, en la casilla de salida.
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