CONVERSACIONES CON ANDALUCÍA

«Andalucía no debe perder su sobriedad»

El pintor Hernán Cortés, especializado en los retratos de grandes personajes, se llevó la luz de Cádiz hasta Madrid

Hernán Cortés en su estudio de Madrid Isabel Permuy

Francisco Robles

Hernán Cortés lleva una vida bastante discreta. Afirma que «la vida de un pintor es menos interesante que todo lo que pinta». La música ocupa una parte muy importante de su vida. Para pintar recurre a música clásica por el tipo de forma que tiene, algo que le ayuda a pintar. Le encanta Bach. Le gusta el flamenco cuando no pinta. Pasear junto al mar es una de las cosas que más le gustan, las playas de Cádiz o de Galicia, de donde es su mujer, «playas que se parecen a las de Cádiz, pero en plan violento».

¿Qué es Andalucía para usted?

Es una manera de entender el mundo. Me fui de Cádiz siendo muy joven, he vivido en Madrid, Andalucía es el recuerdo de las manos de mi madre tocándome la cara, es la luz de Cádiz, y un cierto sentido fatalista de la vida. Es el amor a la forma y al sentido artístico por encima de todo.

¿El andaluz está tocado especialmente por el arte

Yo creo que sí. Andalucía ha amamantado a muchísimas culturas, y el arte está en nuestra vida diaria.

¿Cómo le ha influido la infancia y la adolescencia en Cádiz?

Como persona, muchísimo, y como pintor también. Empecé a pintar con seis años. Pintaba barcos, lo que yo veía desde la ventana de la casa de mis padres frente al puerto. Cuando decidí ser pintor, empecé a pintar el paisaje de la Bahía de Cádiz: esa luz, esa inmensidad de la bóveda celeste y yo allí con un caballetito pintando, experimentando la sensación de grandeza que ha determinado mi vida de pintor.

¿Existe una pintura andaluza?

No es fácil decirlo, pero la escuela sevillana en el Siglo de Oro nutrió a toda la pintura española. Zurbarán, Velázquez y Murillo crearon un estilo que después se consideró como muy español. Creo que la pintura de aquella época crea las bases de la pintura española. En el siglo XIX hay más regionalismos en el arte, y ya se puede hablar de una escuela más andaluza, con Gonzalo Bilbao o Bacarisas.

¿Por qué se especializó usted en el retrato?

Siempre me gustó el retrato, desde niño. Con once años ya dibujaba a mis padres y a mis hermanos mientras veían a televisión, intentando resolver el desafío del parecido. Ese carácter desafiante es atractivo. Hay que pillar al modelo y su carácter con unos cuantos trazos, eso siempre me interesó desde niño. Cuando me fui haciendo pintor, mi interés por la figura humana arranca en la tradición mediterránea y grecolatina, Venecia y Roma, el desnudo, la figura humana: eso me llevó al retrato, representación del ser humano particular.

Si tuviera que retratar a la Andalucía actual, ¿cuál sería su modelo?

Tendría que darle muchas vueltas para encontrar el arquetipo, porque el retrato te lleva a analizar el modelo sin tener una idea preconcebida, pero definir un andaluz o una andaluza como arquetipo es complicado. El andaluz que más me gusta es el que lleva unida a cierta vehemencia una actitud de sobriedad y distanciamiento. No olvidemos a Falla: ese es el modelo andaluz que más me gusta.

¿Qué es más difícil a la hora de retratar a una persona, el físico o la psicología?

La psicología es algo que en el fondo no es fácilmente definible, porque si defines a una persona ya no retratas sus contradicciones, de las que vas colocando en la obra indicios. Pero si eres retratista, llegas sin darte cuenta. El verdadero problema es el físico, el buen dibujo, eso es lo que te cuesta y te quita el sueño, que el cuadro sea sólido y esté bien dibujada la persona. Si ahondas ahí, aparecerá el carácter; si te la das de psicólogo, aquello no sale.

¿Cuál ha sido su retrato más complicado?

El de Felipe González para la Moncloa como presidente del Gobierno. Me exigí mucho y lo tuve que rehacer un par de veces, su elaboración duró cinco años, y él quedó contento. En los cuadros la suerte influye mucho, me costó pero al final lo conseguí. Ese cuadro estará en la exposición en la Fundación Telefónica, y luego se verá en octubre en Cádiz, en la Fundación Unicaja.

¿Cómo ve la Andalucía de hoy desde Madrid?

La visión mía es sesgada, siempre la veo bellísima, y todos los recuerdos de mi niñez están ahí. Tiene sus más y sus menos. Agradecería que no se dejase arrastrar demasiado por el exceso de ruido y espectáculo que inunda el mundo que nos rodea. Que no pierda esa sobriedad que es el mejor freno para su carácter expansivo.

«Andalucía no debe perder su sobriedad»

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