Día de Andalucía
2010-2020: Dos sucesiones a dedo y un cambio histórico
Entre numerosos síntomas de derrumbe del «régimen», Griñán cedió el testigo a Susana Díaz.
Hubo que esperar a 2018 para que llegara la alternancia política
La historia reciente de la autonomía andaluza es tan apasionante como fue su primera década. Hace poco más de un año Andalucía estrenaba la alternancia política en su Gobierno después de 37 años de socialismo gracias a la alianza del PP y Ciudadanos y el acuerdo puntual con Vox para asegurar la investidura . El contexto político anima además a pensar que se abre una nueva etapa reivindicativa del pueblo andaluz por sus derechos en una España marcada por el avance del radicalismo a ambos lados del espectro político y el largo conflicto territorial del independentismo. Aesto se une el revisionismo de la Transición en la que se fraguó el actual modelo autonómico.
Todo ha cambiado y, sin embargo, con muy diferentes actores pervive la amenaza de una España desigual en lo económico y en lo político, en la que Andalucía sigue marcando muy bajos niveles de convergencia con Europa a pesar del empleo de miles de millones de euros en fondos de cohesión.
Las elecciones del 2 de diciembre de 2018, que dieron paso al actual Gobierno de PP y Cs, fueron históricas y confirmaron algo que desde el principio de la década era evidente: el modelo socialista andaluz estaba agotado. La década comenzaba con la anomalía de tener un presidente por sucesión tras la extraña partida de Manuel Chaves a instancias de Zapatero. Muchos andaluces se preguntaban si no se trataba de otra injerencia de Madrid en la política andaluza.
Recién llegado, Griñán saldó con el Gobierno de Zapatero la llamada «deuda histórica», cifrada en 784 millones. Aceptó como pago solares del Estado, la mayoría no urbanizables, y alguna que otra sede administrativa. Sólo dos millones de euros en metálico aportó el Gobierno con la promesa de equilibrar la balanza de las desigualdades territoriales. El propio Zapatero se encargó luego de trucar más esa balanza con un acuerdo de financiación autonómica en el que Andalucía saldría mal parada y que iba a lastrar para el futuro el desarrollo de los servicios públicos en los años más duros de la crisis económica.
Esa crisis no fue impedimento para trasladar la sede del Gobierno andaluz al reformado palacio de San Telmo. La sede de la corte paralela de los Montpensier se convertía en el símbolo del poder político andaluz, en el cuartel de invierno de un régimen en caída libre, como confirmaron las urnas en marzo de 2012 cuando, por primera y única vez en la historia de la autonomía, el PSOEperdía las elecciones autonómicas.
Arenas supera a Griñán
El PP de Javier Arenas, con 50 escaños, superaba al PSOE de Griñán que obtuvo 47 pero mantuvo la presidencia gracias a un acuerdo de Gobierno con IU. La coyuntura obligó a compartir el poder y ampliar la administración que se pretendía recortar para dar asiento a los nuevos compañeros.
La tercera fuerza política andaluza, en los albores de la llegada de los nuevos partidos, salía en auxilio del todopoderoso PSOE, cuyo bastión, tras más de tres décadas de Gobierno, mostraba grietas y evidentes síntomas de fatiga de materiales , vulnerable al torrente de denuncias que se acumulaban sobre corrupción en los juzgados.
No solo el Gobierno andaluz estaba en crisis, todo parecía derrumbarse a su alrededor. Como un efecto dominó la corrupción salpicaba a los agentes sociales sobre los que se sustentó la «pax chavesiana»,desde la UGTa la CEA.
En el Juzgado de Instrucción 6 de Sevilla, la juez Alaya tiraba del hilo de la grabación del cohecho de Mercasevilla para armar la madeja del caso ERE, que junto a otros identificaba el sistema ideado por los dirigentes para tejer una red clientelar repartiendo de forma irregular sin control y de forma arbitraria el dinero público.
Griñán armó un gobierno para resistir el envite con un veterano fiscal al frente de Justicia. Minusvaloró lo que se barruntaba y el 27 de agosto dimitía ante el amenaza de su imputación. Había que salvaguardar el Gobierno de la Junta, el gran tesoro socialista. Pocos apostaban entonces por que, con el tiempo Griñán y Manuel Chaves serían imputados, juzgados y condenados.
Dimisión de Griñán
Para más síntomas de la agonía, la dimisión de Griñán no dio paso a unas elecciones. Susana Díaz, entonces consejera de Presidencia, era designada presidenta por el dimisionario en la segunda sucesión «digital» consecutiva de la era socialista andaluza.
Díaz llegaba con el propósito de poner tierra de por medio con el pasado, reconquistar los espacios perdidos, restablecer el orden del sistema acostumbrado con los nuevos representantes de los agentes sociales y sobrellevar el pacto con IU, a la que dejó en la estacada en cuanto las encuestas le fueron favorables. Sintió la amenaza de ser víctima de una envolvente de los comunistas de cara a una posible alianza con el populismo emergente de Podemos . El tiempo le dio la razón. Acertó Díaz en el adelanto electoral de 2015 que le permitió recuperar oxígeno en las urnas y ser por fin presidenta electa. Pero el resultado fue insuficiente. Su investidura se demoró 80 días hasta negociar un acuerdo con Ciudadanos.
Activado el piloto automático de la confrontación con el gobierno de Rajoy, su mandato lo marcó la obsesión de conquistar el PSOEfederal desalojando a Pedro Sánchez. Fue a luchar a Madrid -otra vez Madrid- y perdió. Mientras, la gestión de la Junta era deficiente y el pueblo andaluz había interiorizado el relato de la corrupción que la justicia rubricaría con la sentencia de los ERE y la condena a los expresidentes. Esta vez la táctica del adelanto electoral no le sirvió: Díaz gano las elecciones pero fue insuficiente. El PPde Moreno, con uno de los peores resultados, formaba Gobierno con Ciudadanos gracias al apoyo de la ultraderecha de Vox que sorprendía en las urnas.
El «Gobierno del cambio» ha logrado en un año la estabilidad a pesar de su precariedad numérica y de depender de un grupo que hoy se manifiesta contra la autonomía en Sevilla. Las reformas prometidas avanzan lentamente y hay síntomas de recuperación económica en medio de los avisos de otra recesión mundial. Mientras, el Gobierno socialcomunista de España negocia de forma bilateral con los llamados nacionalismos históricos . Vuelve la confrontación. Distintos actores para sentirnos de nuevo en la casilla de salida del proceso autonómico; una paradoja que sólo cumple cuarenta años.