MEDIO AMBIENTE
«A mis 73 años muchas cosas buenas no me pueden pasar»
Carmen Aldaya, que bucea casi todos los días en Granada, ha participado como voluntaria para estudiar las posidonias submarinas
Acaba de finalizar hace poco la campaña del estudio de las praderas submarinas de posidonias en Andalucia. Esta planta marina se considera de vital importancia para el ecosistema, pues ayudan a cuidar los sumideros de carbono azul en las costas. Para ello se contó con 300 submarinistas voluntarios que participaron en las 35 estaciones existentes. ABC ha entrevistado a la «decana» de los voluntarios, Carmen Aldaya, de 73 años. Abogada de profesión , toda su vida laboral la ha pasado en Bélgica porque su marido trabajaba allí. Como antes había que convalidar la carrera, ella ejerció como asesora jurídica. En su jubilación volvió a su Granada natal, de la que se siente aún enamoradísima.
—¿Esta era la primera campaña de posidonias en la que participa?
—No, ya bajé en la de 2012.
—¿Ha notado alguna diferencia ahora?
—Ese año vimos muy poco.El mar no estaba bien. Ahora, en Cambriles, la gran novedad ha sido ver las posidonias florecidas , que no es muy normal porque no cumplen ciclos exactos
¿Cómo se interesó por las praderas de posidonia?
—A través de un curso sobre biología marina que dieron en mi centro de buceo Dardanus.
—¿Qué le impulsó a bucear?
—Fue un sobrino mío. Yo tenía miedo, por un problema de oído, pero un día me dijo, « ya se han acabado tus tonterías, venga, al agua». Me hice un reconocimiento médico previo y me dijeron que no había ningún problema. Empecé con 69 años y desde entonces no he parado.
—¿Cuántas inmersiones lleva?
—Unas quinientas sesenta y tantas
—¿Todas en Granada?
—No. He estado en Maldivas, dos veces en el Mar Rojo, en Lanzarote. Pero esta zona es tan bonita que ya no quiero moverme. He buceado con tiburones, con mantas, pero como aquí en ningún sitio.
—¿Nos puede descubrir su zona favorita para una inmersión en Granada?
— La Rijana . Eso es el paraíso.
—¿Su trabajo con las posidonias como era exactamente?
—Nos daban un cuadrante. Entonces teníamos que medir la densidad de la pradera , había que contar el número de cogollos que cabían en el cuadrante apoyado en el suelo. Luego el grado de enterramiento en el substrato, eso influye en que la pradera presenta más o menos salud. Había que medir la longitud de las hojas y por último las especies que vivían protegidas entre las posidonias.
—¿Su experiencia fue positiva, volvería a repetirla?
—Sí, por supuesto. Todos vivimos del mar, tenemos que aprender a conjugar, que los pescadores pesquen, que las posidonias vivan y que los buzos disfrutemos con el paisaje marino. Hay que vigilar las praderas
—¿Usted participa desde un centro de buceo?
—Sí, la escuela de buceo Dardanus , el nombre lo toma de un cangrejo ermitaño de mar que como tiene un esqueleto frágil necesita protegerse en una caracola o en una anémona. También coordinó la campaña de limpieza del fondo marino.
—No me diga que también trabajó en esa campaña...
—Sí, sí.
—¿Se encontró alguna cosa curiosa si se puede emplear este adjetivo a un neumático por ejemplo?
—Ja, ja, ja, ya no me acuerdo. Había muchas porquerías , pero si un neumático ha servido para crear vida alrededor ya no se puede tocar. En Lanzarote por ejemplo vi un carrito de la compra que dejamos porque ya tenía hasta caballitos de mar. Hay que saber lo que se saca, pilas o bolsas de plástico no pueden nunca crear vida.
—¿Cada cuanto tiempo bucea?
—Cuatro o cinco veces por semana.
—¿Eso es mucho, no?
—Tengo la suerte de vivir en la playa, buena salud y estar jubilada. Me encanta el mar.

—Mucha gente cree que bucear es un deporte de riesgo.
—Yo no sé si tiene riesgo o no. Lo que si sé es que tengo una edad (73 años) en la que casi todo lo que me pueda pasar es malo, muchas cosas buenas no me pueden ocurrir , así que si yo buceo y disfruto, es lo mejor para mí, ¿no cree? Si fuera más joven me lo pensaría, pero ahora no.
—¿El buceo es ahora entonces su mayor actividad?
—Yo diría que es casi mi única actividad. Antes pintaba, he expuesto mucho en la galería de la Caja Rural de Granada, cosía, cocinaba muchísimo, pero ahora no, hago fotos, fotos submarinas.
—¿Las comparte luego?
—Si claro, todos los días cuelgo un montón de ellas en Facebook . Luego con los amigos las comentamos.
—¿Recomendaría entonces bucear?
—La persona que no lo hace no sabe lo que se pierde. Es otro mundo. Es otra dimensión, con unos paisajes marinos increíbles.
—¿Hace inmersiones nocturnas?
—Sí, claro, recuerdo la de Maldivas con mantas, fue maravillosa. Aquí también las hacemos.
—¿Cuánto bajan más o menos?
— Solemos bajar como máximo 24 o 25 metros . La media en mi zona es de 18 o 20. Pero bueno, no hay que bajar mucho para ver maravillas como en La Rijana, que no tiene nada que envidiarle al Mar Rojo o Maldivas. Entre seis y quince metros es espectácular. Se pueden ver corales naranjas.
—¿Con cuanta gente bucea?
—Sola nunca, puede ser peligroso. Suelo hacerlo con un amigo. Si es con guía, seis o siete.
—¿Apnea (aguantando la respiración) practica?
—No, no me atrae, porque me impede disfrutar de los detalles.
Fotos cedidas por la Asociación Hombre y Territorio , proyecto Life Blue Natura Andalucía.
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