salud mental
«Lo siento. No tengo más fuerza para seguir viviendo...», la carta de una joven de Mijas a su madre antes de suicidarse
El caso de Malena, cuya madre estuvo años advirtiendo a distintos organismos de lo que podía pasar con su hija, diagnosticada de TLP y adicciones, revela carencias en la atención a la Salud Mental en España ante «situaciones que están ocurriendo a diario en muchos lugares de España» como los casos de las hermanas de Sallent y Oviedo
«El acceso a Internet y redes sociales acabará restringido en niños y adolescentes como el alcohol o el tabaco»
Los intentos de suicidio en Sevilla crecen un 60 por ciento desde 2020, especialmente entre jóvenes

Oviedo está de luto oficial por el fallecimiento este viernes de dos niñas mellizas de 12 años. Las primeras investigaciones apuntan a que las dos salieron de su vivienda como si fueran a ir al colegio pero volvieron, subieron por las escaleras de su ... bloque y se lanzaron desde una ventana de la sexta planta. El 21 de febrero dos niñas gemelas de la misma edad se lanzaron desde el tercer piso de su vivienda en Sallent (Barcelona). Una murió y otra quedó gravemente herida.
Malena, una joven de 19 años de la localidad malagueña de Mijas, intentó acabar con su vida seis veces en un periodo de tres años y el pasado 20 de abril logró finalmente su objetivo tras arrojarse al vacío desde un mirador de gran altura. «Eligió» una plaza junto al Ayuntamiento de Mijas «por donde pasan todos los políticos«, cuenta su madre, Silvana Torre (47), que decidió donar todos sus órganos. «No sé cuántas vidas habrán salvado pero es su venganza por el desprecio con que la trataron», dice entre lágrimas su progenitora, que tomó personalmente esa decisión. «Ella sí me pidió alguna vez que su cenizas, porque sabía que cualquier día podría morir, se mezclaran con la de su perro, un bretón ya muy viejito que la acompañó en casa y no se separaba de ella durante todas sus depresiones«.
En esa carta de despedida, Malena le pide perdón a su madre, dice de ella que es «una luchadora» y le pide que se sienta «orgullosa de ser la mejor mamá del mundo», algo que debe de resultar en cierto modo consolador para cualquier madre o padre al que, por la razón que sea, se le suicida un hijo. «Mamá, sabes que te adoro, estuviste en todos mis peores momentos, todas mis crisis. Lo siento, eso no va a pasar más. Sólo te pido que crees tu vida desde 0, siendo feliz. Yo desde el cielo con la abu Olga te voy a cuidar y mandar mucha fuerza. No tengo más fuerza para seguir viviendo, lo intenté muchas veces pero no puedo mamucha, no puedo«, escribió a su madre poco antes de acabar con su vida. También le pide que no caiga en depresión, que piense en su hermano (Silvana tenía dos hijos, Malena era la pequeña) y le confiesa que »yo no puedo seguir luchando más y no quiero estorbar más«.
Malena fue diagnosticada inicialmente de depresión y, posteriormente, de trastorno límite de personalidad (TLP) con posible bipolaridad, a lo que se unían algunas adicciones. «Empezó fumando porros como tantos jóvenes actualmente y acabó con otras sustancias», cuenta su madre, que ha decidido afrontar el duelo por la muerte de su hija denunciando los «fallos» del sistema de Salud Mental en Andalucía y de la Policía Local de Mijas «para evitar que casos como el Malena, que suceden a diario en muchos lugares de España, se repitan en el futuro».
La lucha desesperada de Silvana por salvar la vida de su hija empezó hace tres años, cuando su hija se cortó los brazos por primera vez y se resume en algunas de las desgarradoras cartas que escribió al Defensor del Pueblo, la Consejería de Salud y distintos hospitales y centros sanitarios públicos y privados en los que su hija estuvo ingresada. En una de ellas asegura que «mi hija ingresó en Hospital Clínico de Málaga por primera vez a los 17 años por autolesiones e ideas suicidas y al ser menor me ingresé con ella tres días hasta que hubiese lugar en el Salud Mental del Hospital Marítimo. En los tres días y en todos los ingresos posteriores me quedé indignada al observar el trato de algunos profesionales a pacientes, la falta de higiene de las instalaciones, la falta de higiene de paciente y el trato poco humano que recibían, contenciones bajo mi punta de vista muy poco humanas, falta de atención a llamadas y gritos de pacientes atados que quería orinar o defecar y una larga lista de sucesos con falta de empatía y humanidad de algunos profesionales«.
En otra de esas cartas añade Silvana Torre que «al consumir drogas mi hija ha sufrido violaciones y sexo de riesgo por el cual acudí a su médico de cabecera y al Hospital Costa del Sol para que le hicieran las pruebas correspondientes», cosa que -asegura- no le hicieron «porque Malena era mayor de edad y me dijeron que necesitaban su permiso«. Silvana acabó ingresando a su hija en una clínica privada especializada pero su precio era de 4.000 euros al mes y tuvo que sacarla cuando se le acabó el dinero. Otras, de acreditada trayectoria, cuestan 6.000.
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Silvana cuenta en una de esas cartas escritas antes del suicidio de su hija que «al ser Malena una paciente dual entre salud mental y adicciones siento que la tienen como una pelotita de pimpón, uno te dice que predomina la adicción y otros el trastorno«. Añade en esa misiva que »luego ingresa en Salud Mental del Hospital Marítimo donde se le diagnostica depresión. Ella decide luego del alta no acudir más ya que su psiquiatra solo mira el ordenador y le da medicación y se le ofrece para ir a grupos de ayuda, pero no un psicólogo individual como ella necesitaba y reclamaba«.
A partir de ahí empiezan los intentos de suicidios («seis que recuerde», dice su madre), ambulancias, lavados de estómago, Guardia Civil e ingresos en Salud Mental del Clínico de una duración de 20 días aproximadamente cada uno. «En todos los ingresos el día del alta la retiro en condiciones inhumanas, sucia con el mismo pijama que le pusieron cuando entró y en el último ingreso dejó la medicación sin que ningún profesional de diera cuenta«, asegura. Y añade: »Todos los ingresos la ambulancia la dejan por emergencia y yo me quedo con ella en un estado de agitación en la sala de espera intentando contenerla donde debes esperar que la valore unos de los tres psiquiatras de guardia al otro día por protocolo. Y hasta las ocho de la mañana del día siguiente no me veía ninguno«.
En uno de los ingresos por uno de sus primeros intentos de suicidio, siendo aún menor Malena, su madre denuncia que «en la planta Covid del Hospital Clínico de Málaga no recibí el trato debido de parte de algunas enfermeras y auxiliares, escuchando comentarios del tipo» como eres su madre, hazte cargo«, que «se la lleven a salud mental», dejándome sola para contenerla en sus brotes e intento de escapes, corriendo por los pasillos detrás de ella para que no escape sin que nadie me ayudara«, dice.»

Silvana Torres recuerda que en otro de sus ingresos «se arranca la vía y sale del hospital, minutos después de que le hubieran atendido dos psiquiatras de guardia con muy poco tacto y empatía para tratar a un familiar que está viviendo esta lamentable situación. Al estar yo en la entrada del Hospital ella me llama de su teléfono para despedirse y aviso por teléfono al hospital y a los de seguridad de la puerta y vamos por ella que estaba subida a un tejado y logran agarrarla y llevarla al hospital nuevamente«, cuenta.
En agosto de 2022 ingresó nuevamente con un brote agresividad provocado por su adicción a la cocaína. «Me amenaza con un cuchillo a mí y a los guardias civiles, la ingresan en observación del Hospital Clínico, la sedan y atan ya que estaba muy agresiva y yo hago la denuncia ante la guardia civil (aun no tengo noticias de juez), me dirijo al hospital, hablo con el médico de guardia y me informa que se quedará en observación hasta el día siguiente que baje un psiquiatra para evaluarla. Pido sus pertenencias y veo su pantalón lleno de sangre en la zona vaginal y le pido al médico que por favor le hagan una revisión ginecóloga ya que no estaba con la regla y ella sufría violaciones o abusos cuando iba a consumir drogas y este médico llama a una ginecóloga y me explican que lo tiene que pedir ella al tener 18 años (estaba atada y sedada y con efectos aún de todas las sustancias que ingirió), de modo no le hacen ninguna prueba ni le dan un antiviral«.
Al día siguiente, según Silvana, recibe la llamada de la psiquiatra de guardia informándole de que le van a dar el alta a su hija. «Ante mi asombro y desesperación le dije que quería un informe de alta con motivo de alta y numero de colegiado del médico responsable del alta, que ya estaba agotada de pelear por la vida de mi hija y que lograrían que me tire con ella de un puente para aliviar su dolor y terminar mi lucha contra un muro de Salud mental y Adicciones. La psiquiatra volvió a evaluar a mi hija, dijo que no que estaba para un alta y que le haría un ingreso involuntario en Hermanas Hospitalarias de Málaga«.
Silvana recalca en una de esas cartas dirigidas al Defensor del Paciente y a la Consejería de Salud que «me he encontrado muy buenos profesionales con empatía y humanidad a los que les llamo ángeles que se cruzan en este duro camino para ayudar y aliviar el dolor de los pacientes y sus familias. Si pierdo la lucha con mi hija, seguiré por los demás pacientes que merecen un trato digno como personas que son. Sólo eso aliviará mi dolor«.
Una de las cosas que denuncia Silvana es que la «Policía Local de Mijas no hace nada cuando sabe que muchos adolescentes fuman porros en las plazas. Yo me enteré dos años después de que empezara y ya que a mi hija no hay hoy quien la salve, quiero que salven por lo menos a los otros». Y añade: «Conozco más familias que optaron por la sanidad privada, quemadas por el servicio de ese hospital público en salud mental. Las familias con hijos en la situación de Malena están agotadas. Es inhumano».
Otra de sus denuncias se refiere a que en las frecuentes crisis de Malena la dejaban horas y horas en Urgencias «sin que la viera un psiquiatra y siendo un peligro para ella misma, los demás pacientes de Urgencias y los propios profesionales del Clínico de Málaga».
Un «evento centinela» que no hizo saltar las alarmas
Seis meses antes de la muerte de Malena, una resolución firmada por Luis Pizarro, adjunto a la Coordinación del Plan de Salud Mental de Andalucía Para los Derechos de la Ciudadanía, advertía que el plan de actuación hacia la situación de esta joven «debe configurar un abordaje comunitario de mucha mayor intensidad» y «debe de integrarse en una programación de terapia específica para el trastorno límite de personalidad con evidencia de resultados». Pizarro, que se declara muy frustrado por lo ocurrido, define este caso como «un evento centinela» porque «no estaba fuera del radar del sistema sanitario sino que se conocía perfectamente porque su madre llevaba años denunciándolo». Y lamenta «que una niña se haya matado pese a todo el sistema, las quejas, las respuestas, las resoluciones y recomendaciones, la teoría y la práctica de la prevención del suicidio». Pizarro confirma que aquella resolución se dictó porque «había habido carencias en la atención previa» y que «hay que poner mucho más énfasis en la prevención de las conductas suicidas para que esto no se repita». La falta de medios humanos y de coordinación fue clave. «La salud mental es la cenicienta del sistema sanitario público», dice a ABC.
Un reciente informe del Defensor del Pueblo de España solicitaba meses atrás a la Junta de Andalucía que atendiera a cinco recomendaciones y una docena de sugerencias, entre las que se incluíaa que se protocolizara de forma adecuada la actuación médica a la hora de indicar un ingreso en la Unidad de Salud Mental del Hospital Clínico de Málaga, que aseguró que incluiría este protocolo de prevención de la conducta suicida para personas ingresadas.
Recientemente un joven paciente de Psiquiatría que fue a Urgencias del Hospital Virgen Macarena de Sevilla pidiendo ver a un médico y que lo ingresaran acabó agrediendo a un celador tras muchas horas de espera sin que le hicieran caso. El profesional sanitario recibió un mordisco de este paciente, cuando trató de evitar que se ahorcase con su cinturón. Este celador, de gran corpulencia, fue operado en el mismo hospital pero no pudo recuperar el trozo de su dedo anular que le arrancó este enfermo de un mordisco.
Una de las preguntas que lanzaba Silvana en una de esas cartas dirigidas a la Consejería de Sanidad y al Defensor del Paciente era precisamente «si el personal de urgencia debe normalizar que haya pacientes de salud mental agitados pidiendo ayuda y los profesionales, al no tener los medios y conocimientos, no puedan ayudarlos». Las otras son: «¿Los servicios de Urgencia están preparados para recibir y tratar a un paciente de salud mental?«; «¿Compartir la misma la sala de urgencias sin ayuda para contener y calmar al paciente es correcto?»; «¿Invitar a un paciente con problemas mentales que acude a Urgencias a marcharse del hospital sino quiere esperar por protocolo a que lo vea un profesional de salud mental al otro día sin recibir ninguna ayuda es humano?»; «¿No favorece todo esto la prevención al suicidio de la cual tanto de habla?«. Y se pregunta también »si un paciente mental no tiene derechos a ser tratado dignamente« y »si el protocolo que realiza el área de Salud Mental de no atender a un TLP dual hasta el día siguiente es adecuado?«.
18.000 intentos de suicidio al año
Manuel Coll, que ultima la puesta en marcha la asociación «Camino y Esperanza TLP» y ha colaborado en el libro «Intervención policial. Suicidio y trastornos severos del comportamiento», un protocolo para prevención de suicidios que va a adoptar la Policía Local de Sevilla, asegura que «hay 18.000 intentos de suicidio al año en España y uno de cada tres lo consigue, aunque sólo están contabilizados oficialmente 4.000. Hay ocultación familiar y algunos suicidios, por vergüenza, se enmascaran con paros cardíacos. Conocí a un chico de Jaén que el pasado verano se ahorcó y es uno de esos casos».
Coll, que tiene una hija con TLP que ha pasado por varias unidades de Salud Mental de Sevilla, critica que la nueva unidad del Hospital Doctor Cariñanos, actualmente en reestructuración, «sólo disponga de 18 camas con el número creciente de casos en Sevilla» y que el trastorno límite de personalidad (TLP), que conduce en muchos casos al suicidio, no se diagnostique hasta los 18 años. «A estos chavales que son niños y han sufrido lo más grande, los meten con personas de 50 ó 60 años y yo he pasado miedo por mi hija. Vi mucha gente drogada y dándose cabezazos«, cuenta este sevillano que fue durante muchos años costalero de la Esperanza de Triana.
«A mi hija le daban citas en la sanidad pública cada cuatro meses cuando debían dárselas a 72 horas y, para colmo, con un psiquiatra distinto, de modo que tenía que empezar de cero, a contarlo todo de nuevo. Por eso tuve que acudir a la sanidad privada y gastarme 600 euros mensuales en su tratamiento«. Coll asegura que »la Salud Mental Pública no funciona e incumple todos los plazos y protocolos lgales. Conozco muchos padres que han tenido que dejar sus trabajos para cuidar a sus hijos porque necesitan mucha atención, medicación, terapia, psicólogo, psiquiatra. El caso de Malena en Mijas es un ejemplo claro y no es un caso único. Se dan muchos en Sevilla y toda Andalucía«, asegura.
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