Turismo sanitario: Abordaje a la farmacia en Málaga
Las boticas hacen su agosto cuando llegan los cruceros con turistas que aquí pagan varias veces menos por los fármacos
El pasado 23 abril el Puerto de Málaga recibió la visita de cinco cruceros. Más de 10.000 personas se desparramaron durante unas horas por el centro de la ciudad. Esa jornada no es excepcional. Sucede a menudo en una ciudad en la que el turismo que viene del mar se ha multiplicado en los últimos años dejando pingües ingresos a buena parte de su economía.
Los locales de hostelería son los que principalmente hacen su agosto cuando se produce una confluencia así de buques. Pero no sólo. Las farmacias más céntricas también observan un importante incremento en sus ventas . El bajo precio de los medicamentos en nuestro país es un imán para muchos de los visitantes, que llegan a pagar hasta cinco veces menos por algunos fármacos en las boticas españolas que en sus países de origen.
En general, y como suele ocurrir con cualquier turista, los productos de parafarmacia son los más demandados. El sol pica y hay que protegerse. O duelen los pies de tanto andar. Aquí puede llegar la primesa sorpresa para el profesional de la farmacia. «Sólo por ayudar a poner una tirita me han llegado a dejar una propina de seis euros —relata un farmacéutico— porque los extranjeros no están acostumbrados a esa colaboración».
Pero cada vez más los boticarios están notando cómo la afluencia de cruceristas también les permite mejorar las cifras de caja con la venta de fármacos. Antiinflamatorios, antihipertensivos, hipolipeniantes (para bajar el colesterol o los triglicéridos) son los fármacos más demandados. También los antidiabéticos.
«Recientemente hizo escala en Málaga un barco norteamericano. La botica se llenó y hubo quien se llevó hasta 17 cajas de antiinflamatorios », relata a ABC María Pilar Romero, de la farmacia Mata , estratégicamente situada en la entrada de calle Larios.
Y es que la nacionalidad de los cruceristas resulta elemento definitivo para saber cuánto dinero se van a gastar. Son los norteamericanos —precisamente los más escasos— los que representan la pieza más jugosa. «Cualquier cosa por la que aquí pagan 3 euros les puede costar en su país 50 dólares», explica Romero.
En otros países europeos el ibuprofeno cuesa unos seis euros y aquí dos , y el ventolín 12 por los menos de 4 que vale en España. Así que también los alemanes pueden dejar una buena cuenta. Tanto es así que en el establecimiento de Romero ya adecúan los turnos y refuerzan personal ante la llegada prevista de cruceros. Los profesionales que saben idiomas conocen perfectamente cuándo les va a tocar trabajar en función del calendario de atraques del Puerto.
¿Tiene alguna repercusión para las arcas públicas esta suerte de turismo de ibuprofeno? Ninguna. Las compras son libres, sin receta del sistema sanitario. Y si los medicamentos, explica el secretario del Colegio de Farmacéuticos de Málaga, Diego Rodríguez, son más baratos en España es gracias a la regulación que sobre su precio mantiene el Estado y sobre todo al elevadísimo gasto que se hace. Circunstancia que permite ajustar más su importe a la industria.
Sí acuden al mostrador, continúa Rodríguez, algunos cruceristas que enseñan recetas de su país . E incluso del médico del barco en el que han llegado. Para determinados medicamentos no serían válidas. Pero en algunos casos, afirman, se hace la vista gorda para que no se vayan de vacío. No sucede en todos los casos. «Nosotros, cuando nos piden cualquier tipo de medicamento, como ocurre con los antibióticos, exigimos siempre una receta perfectamente cumplimentada, si no la tienen, sintiéndolo mucho, no podemos dispensárselo», asegura tajante Carmen Vargas- Machuca de Alva, de la farmacia Caffarena , en la Alameda Principal.
