Coronavirus Málaga

Dar el «sí, quiero» en septiembre: «Nos planteamos casarnos solos, pero la ilusión de una boda hay que compartirla»

Pablo Taillefer y Paula Moreno deberían salir de la iglesia el próximo 23 de mayo como marido y mujer, pero la pandemia les ha obligado a aplazar todos los preparativos hasta después del verano

La pareja en un viaje a San Francisco ABC

Pablo Marinetto

Las invitaciones, la tarta, el catering, los arreglos de última hora y el baile nupcial. Todo tendrá que esperar. Las bodas, junto a las comuniones, no han logrado escabullirse de la pandemia del coronavirus . Ni por intervención divina. La llegada del buen tiempo hacía del mes de mayo una época ideal para que las jóvenes parejas se dieran el «sí, quiero», pero este año no se verán desfiles de invitados con sus mejores galas, los bancos de las iglesias estarán vacíos, no habrá restos de arroz en los dinteles y tampoco resonará el mítico «¡vivan los novios!».

El Covid-19 ha obligado a muchas parejas a aplazar el enlace varios meses hasta que las aguas vuelvan a su cauce. Es el caso de Pablo Taillefer y Paula Moreno , dos jóvenes malagueños que ya casi podían ver el altar cuando la pandemia les ha obligado a echar el freno. Tenían previsto casarse el próximo 23 de mayo en la capilla del Colegio de la Asunción, llena de recuerdos familiares, pero han decidido trasladar todo a septiembre para poder disfrutar del día más feliz de su vida junto a los suyos .

«Al principio era tanta la incertidumbre que nos planteamos seguir adelante con todo lo que teníamos previsto, aunque fuese una boda más pequeña», explica a ABC Moreno. Conforme el virus fue ganando terreno, las expectativas de poder tener la boda soñada eran cada vez más difusas y la decisión era casi inevitable: «la aplazamos».

En las últimas semanas han sido varios los casos de parejas que se han convertido en marido y mujer al otro lado de la pantalla. Pero una boda no es nada si la alegría no se comparte. «Nos daba pena casarnos los dos solos. Es algo que preparas con tanta ilusión que quieres disfrutarlo con todos los tuyos », apunta la novia.

A pesar de que pensaron liarse la manta a la cabeza y no mirar atrás, las implicaciones del enlace le hicieron poner los pies en la tierra. Se vinieron un poco abajo, sobre todo Pablo, que quería casarse «por encima de todo», pero desde hace semanas se lo toman con filosofía. «Nos quedaba nada para la boda, y hemos tenido altibajos, pero fuimos realistas y se nos quitó de la cabeza al pensar en el fotógrafo, el Dj, todo lo que teníamos contratado y principalmente los que no iban a poder venir».

El catering fue de hecho el principal motivo para cambiar la fecha. Una prima de Paula trabaja para la empresa y le aclaró las ideas. «Me dijo que el catering no podía darnos el servicio. Han cerrado por seguridad de sus empleados», subraya. Afortunadamente, la pareja tiene la suerte de haber elegido para el convite una finca familiar , por lo que los cambios no les afectarán demasiado en ese sentido. Aún así -explica Paula- todos los implicados les han allanado el camino.

«Hemos tenido que cambiar al Dj porque todo el mundo ha aplazado las bodas a septiembre y a octubre y le ha sido complicado darnos cobertura, pero en general la gente te lo pone muy fácil. Esta situación no está siendo fácil para nadie y es cuestión de ayudarnos los unos a los otros» , asegura.

La nueva fecha

Aún no tienen del todo asegurado que puedan celebrar la boda el día que tienen previsto, pero juegan con ventaja. Las invitaciones aún estaban en proceso en la imprenta antes de que tomaran la decisión de posponer la celebración y sólo quedaba un detalle por incluir: la fecha. Según Paula, la familia tiene muy buena relación con la gráfica malagueña que tiene el encargo y esperarán hasta el último momento para para fijar el día .

La mayoría de los padres esperan impacientes para ver a sus hijos irradiar felicidad el día de su boda, pero la joven asegura que, en general, la familia se lo ha tomado bien. «Les ha dado pena porque estaba a la vuelta de la esquina, pero han sido comprensivos. Son conscientes, como nosotros, de que es mejor cambiarla si va a suponer un riesgo para la salud de todos» , señala.

Por el momento, estos malagueños que residen en Madrid, seguirán planeándolo todo y esperando al final del verano para sentar las bases de su nueva vida. Algo que les será más llevadero que a otras parejas puesto que ya tienen una vida en común. «Dada la situación no hay necesidad de forzarlo. Vivimos juntos y compartimos una vida. No nos importa esperar un poco más y que nuestra familia, nuestras abuelas y todos los amigos puedan estar con nosotros ese día», sostiene.

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