RUSIA ATACA UCRANIA
«Me quedo en Kiev, no tengo miedo a morir y estoy tranquila porque mis hijos están en Benalmádena»
Natalia Bozhek, dueña de un restaurante ucraniano en la Costa del Sol, regresó a Kiev para cuidar a su madre enferma
Guerra Ucrania - Rusia, en directo
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Escucha el ruido de las bombas y los misiles desde un hospital a las afueras de Kiev . Allí, cuidando a su madre se encuentra desde hace dos semanas Natalia Bozhek . Sabe que tiene al enemigo ruso ya en las calles de su ciudad, pero su único ánimo es quedarse para ayudar en lo que pueda. «Me quedó en Kiev, no tengo miedo a morir y estoy tranquila porque mis hijos están en Benalmádena», afirma a ABC.
El hospital, para pacientes oncológicos , está casi vacío, relata. Lo han cerrado y sólo pueden permanecer en él los enfermos que no están graves y una persona que los atienda.
Pero la situación de la capital ucraniana es tal que buena parte de los empleados del centro sanitario no han podido ir a trabajar. Así que Natalia se ha puesto a echar una mano en la cocina . Es lo suyo. En la Costa del Sol regenta desde hace ocho años el restaurante Prosvita , un local típicamente ucraniano convertido en referente de la comunidad de este país en el litoral malagueño.
Ella está tranquila, pero es perfectamente consciente de lo que está ocurriendo. Su padre , octogenario, tuvo que abandonar en la noche del jueves la habitación del hospital y volver a su casa, en el centro de la capital.
Peor noche ha pasado su hermano. «Él vive en un barrio de Kiev muy poblado. A las cuatro de la mañana han caído misiles y un dron en un edificio de nueve plantas en la calle de al lado que ha quedado completamente destruido . Están atacando los barrios donde más gente vive», se lamenta.
El mismo testimonio le van contando los pocos trabajadores que quedan en el hospital. «Todos hablan de un paisaje de guerra horrible; algunos han llamado diciendo que no podían venir a trabajar desde un refugio ».
Patriotas
Pero lo cuenta con un aplomo envidiable . Nada de sollozos. «Yo no soy importante y sólo quiero ayudar ». ¿Volver a España? Ni un atisbo de duda. «No. La Historia me dice que ahora mismo no debo dejar a mi familia , que lo que tengo que hacer es cuidar de ella», asevera firme tras relatar una trayectoria familiar de ocupación y bombas . Recuerda que su bisabuela y su abuela sufrieron la intervención alemana en la Segunda Guerra Mundial . Que trabajaron en una fábrica de armamento.
Natalia aterrizó en la Costa del Sol hace ocho años. No por primera vez, pues esta economista había estudiado español y conocía la zona. Pero quiso fijar aquí definitivamente su residencia, principalmente porque los médicos le habían dicho que un clima como el malagueño le vendría bien a uno de sus hijos , enfermo. Y así ha sido.
Montó la cafetería y ha sido desde entonces una activista ucraniana, muy pendiente del resto de sus compatriotas en la comunidad. Incluso ha montado una asociación cultural para ucranianos que, entre otras cosas, ha participado en la Feria de los Pueblos que se celebra en Fuengirola.
«Tengo amigos en España que están dispuestos a venir a luchar, lo que pasa es que ahora ya no pueden»
Sus hijos están bien. Y también tranquilos pese a todo, asegura Natalia. Ahora, con 21 y 19 años, son ellos quienes se han quedado al cargo del restaurante Prosvita , donde se sirve el 'borsch', la tradicional sopa roja, la lengua de vaca o el cerdo al horno con rábano picante .
¿No te han pedido que vuelvas, Natalia? «No, ellos no dicen nada», responde mientras reflexiona sobre el profundo sentimiento patriota que en general tienen los ucranianos . «Tengo amigos en España que están dispuestos a venir a luchar , lo que pasa es que ahora ya no pueden», cuenta. Porque lo tiene muy claro. «Hablo ruso y ucraniano, pero soy ucraniana porque nací en Ucrania . Putin quiere quedarse medio país, pero yo no quiero ser parte de Rusia».
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