Presidente de la Sociedad Española de Medicina Interna
Ricardo Gómez Huelgas: «Hay que tener honestidad política y hacer una auditoría externa del Covid»
El organismo que lidera, la Sociedad Española de Médicos Internistas, es uno de los peticionarios de un control independiente de la gestión de la pandemia del coronavirus en España
Jefe de servicio de Medicina Interna en el hospital Carlos Haya de Málaga, el doctor Gómez Huelgas ha estado de frente con el Covid-19 desde que comenzó la crisis. Por eso, insiste en la necesidad de valorar qué se ha hecho bien y qué no tanto . «Igual que hemos hecho los médicos con nuestro trabajo». Los males, resumen, vienen de antes. De una sanidad tremendamente politizada , que toma la medicina como «un bien de consumo» y también de la inanidad en que ha quedado el Ministerio de Sanidad, vacío de contenido.
¿Por qué es tan necesaria esa auditoría?
Porque para mejorar hay que analizar lo que se ha hecho, valorar qué puntos han estado bien y cuáles menos. Se trata sencillamente de aplicar el método científico a un fenómeno epidemiológico y social como ha sido la pandemia. Los médicos hemos probado tratamientos sin estar seguros de que funcionarían. Luego hemos analizado y hemos sacado conclusiones. Pues eso es lo que pedimos a las administraciones públicas.
No ha sido recibida la petición con mucho interés por el Gobierno...
Entiendo que la palabra «auditar» en un contexto tan complejo genere recelos por si termina instrumentalizándose para el desgaste político; lo qe estamos viendo todos los días. Pero hay que tener honestidad política y personal para saber lo que se hace bien y lo que no. A los ciudadanos les genera desazón tanta falta de claridad. Esos cambios de criterio, y que no sean uniformes y pactados entre las distintas administraciones.
¿Qué sienten los profesionales ante la gresca política?
Es para desmoralizarse. Aquí no hay buenos ni malos; el malo es el virus. Y en lugar de ir contra el enemigo común lo que hacen es aprovecharse políticamente de las debilidades de los otros en las respuestas, que son inevitables.
Aunque aún no haya auditoría. ¿Qué cree que es lo peor que ha hecho España?
Hay que diferenciar entre la primera y la segunda ola. Está claro que la diseminación del virus es interpersonal. Cuanto más permeable sea una sociedad, mayor riesgo. Los países que han tenido mejores resultados fue porque se anticiparon. Y eso no equivale a la toma de medidas más drásticas. Medidas pequeñas o intermedias tomadas precozmente pueden ser más eficaces que las draconianas. España tuvo uno de los confinamientos más duros a nivel europeo y claro, eso fue muy eficaz. Pero pagando un alto precio social, personal y económico. Seguramente con medidas intermedias más precoces no hubiera sido necesario.
Y luego, ¿se desconfinó demasiado rápido?
Es la sensación que tenemos. Entiendo que nuestro contexto económico dependiente del turismo, pesó en que se hiciera demasiado rápido. Pero las experiencias más exitosas de desescalada han sido parciales, más lentas, acompañadas de mayores controles a los visitantes de fuera, que aquí no se han hecho. Eso lo tendremos que replantear. Pero en general, lo que echamos de menos los profesionales es que existan directrices claras, objetivas y basadas en datos científicos que sean homogéneas para todo el territorio. Saber a qué atenernos. Y tenemos mecanismos legales para hacerlo. Es un problema de voluntad política.
Difícil con un comité de expertos cuya existencia ha sido un misterio.
No dudo de la buena voluntad del Ministerio pero se ha echado en falta mayor nivel de independencia en los criterios profesionales frente a los políticos. Ha pasado en la administración central, pero también las autonómicas. Pero la central tiene una responsabilidad añadida porque es ella la que tiene que coordinar.
Con quién se queda, ¿con Fernando Simón o con Emilio Bouza (portavoz del grupo Covid en Madrid que dimitió ante la trifulca política?
Son dos grandes profesionales con una gran trayectoria. El problema no es de personas, el problema es anterior al Covid, aunque ha sido el Covid el que lo ha puesto muy de manifiesto, y es la contaminación política de las decisiones profesionales. Los niveles de permeabilidad de la clase política son muy altos. Pasa en cualquier ámbito profesional, pero en sanidad deberíamos asegurarnos de que la toma de decisiones estuviera limitada a cierto nivel a partir del cual fueran los profesionales quienes hicieran prevalecer sus opiniones. Pero hay una enorme desconfianza de la clase política hacia los profesionales.
«Una de las cosas buenas del Covid ha sido demostrar que si se cuenta con los profesionales el sistema responde, bien y de forma coherente»
En esta crisis han tenido que tomar el toro por los cuernos...
Y una de las cosas buenas del Covid ha sido demostrar que si se cuenta con los profesionales a la hora de tomar medidas el sistema responde, bien y de forma coherente. Se ha demostrado con las reordenaciones hospitalarias, por ponerle un ejemplo.
Hablaba de la toma de decisiones uniformes. ¿Cree que lo ocurrido en estas semanas hace factible que en un país como el nuestro se acepten medidas homogéneas?
Estamos recogiendo muchos errores de las últimas décadas que nos deberían servir para tomar medidas para el futuro. El Covid pasará, pero después seguirán las enfermedades crónicas y vendrán nuevas epidemias agudas y no podemos caer en esos mismos errores. Necesitamos reforzar el sistema de salud pública a nivel estatal. Al Ministerio hay que dotarlo de contenido, porque a lo largo de estas décadas ha ido abandonando elementos que le eran propios. Es el momento de reforzarlo en una serie de parcelas: la responsabilidad de la coordinación y la salud pública.
Nos queda mascarilla (incluso metafórica) para rato...
Vienen tiempos duros. Lo van a ser en términos económicos y la sanidad entrará en crisis si no se adoptan políticas inteligentes. Y mire, me preocupa leer que faltan médicos o camas de UCI. El sistema sanitario en España puede estar infrafinanciado con respecto a su entorno, sí, pero un aspecto clave es el reparto de los recursos. Más del 60% del dinero va directamente a los hospitales. Y aquí no es donde vamos a curar la diabetes o la obesidad. La debilidad de la atención primaria y de las políticas de salud pública es histórica en este país. No faltan médicos, necesitamos redistribuirlos. La ratio por habitante es alta, ¡y tenemos 44 facultades de Medicina! Hay exceso de superespecialistas y faltan médicos de primaria o internistas. Hay especialistas atendiendo patologías banales, pero con dificultad para llegar a clinicas completas. No podemos tener cirujanos atendiendo dolores de cabeza.
Pero siempre es más vendible hablar de inaugurar un hospital...
El político, cuando toma decisiones, tiene en cuenta lo que percibe como opinión ciudadana. Inaugurar un hospital o una unidad de trasplantes queda estupendamente. Pero crear una agencia de salud pública, ¿eso para qué sirve? La medicina se ha convertido en un bien de consumo y la gente quiere tener un cirujano cardiovascular en la puerta de su casa. Con una buena atención primaria el 80% de los problemas de salud se podrían resolver. Y con una buena red hospitalaria generalista, el 80% de patologías del adulto. Hacer más en medicina no siempre es hacerlo mejor.
¿A qué se refiere?
A que someter al paciente a pruebas innecesarias o a tratamientos que no le aportan beneficio no es positivo, aunque en el subconsciente colectivo esté interiorizado que cuantas más máquinas o más medicamentos mejor. No hay evidencia de que los mayores recursos públicos en salud generen mayores beneficios. Ni siquiera con el Covid, y la prueba palmaria es EE.UU., donde el gasto sanitario es elevadísimo, con una medicina a la carta, y es donde peor se ha reaccionado porque no tiene sistema de salud pública.
«Que los políticos hagan ver a los ciudadanos que el enemigo es el virus; no el PSOE ni el PP, ni siquiera Bildu»
¿Han quedado desnudas afirmaciones como que tenemos la mejor sanidad del mundo o que la andaluza era «la joya de la corona»?
El Covid ha supuesto una tremenda cura de humildad para la sanidad española. Hemos fallado claramente. Porque históricamente las inversiones se han ido hacia un modelo hospitalocéntrico y fragmentado. Sin coordinación entre comunidades. No puede haber tal disparidad en cartera de servicios, o esas dificultades para generar historias médicas compartidas. Es algo que no se concibe.
¿Qué piensa de los umbrales dictados por el Ministerio, que tan mal han sentado a las comunidades del PP?
Me parecen medidas razonables.
¿Cuáles más aconsejaría?
Este es un virus de relaciones interpersonales, y hay que restringirlas a lo imprescindible, incluso en el ámbito familiar. Y desde el punto de vista administrativo, coordinación política, que deje de usarse la pandemia como argumento electoral, que se apoyen en los profesionales. Transparencia y claridad, y que hagan ver a los ciudadanos que el enemigo es el virus, no es el PP ni el PSOE, ni siquiera Bildu.
En espera de la vacuna, ¿cree factible llegar a un tratamiento eficaz para los ingresados por coronavirus?
La comunidad científica no es optimista en cuanto a que dispongamos en un plazo corto de tiempo de un fármaco efectivo para esta infección. Ha ocurrido históricamente con todas las enfermedades respiratorias víricas agudas. No son bacterias a las que administrarles un antibiótico. Sí hemos aprendido que determinados fármacos, en fases iniciales de la enfermedad, disminuyen la carga vírica, pero no reducen la mortalidad, porque las complicaciones graves no las causa el virus directamente. El mejor tratamiento será prevenir la infección.
Y en torno a la vacuna, ¿es optimista?
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