RELIGIÓN
Muere en Málaga el cardenal Fernando Sebastián a los 89 años
Arzobispo de Pamplona y Tudela, fue el primer español en lograr el birrete cardenalicio con el Papa Francisco
Sufrió un ictus hace unos días del que no ha podido recuperarse. Pero a pesar de encontrarse ya en situación de retiro, estuvo al pie del cañón hasta casi el final. El cardenal Fernando Sebastián murió este jueves en Málaga dejando un enorme vacío entre la familia católica de esta ciudad, de la que se enamoró cuando fue nombrado administrador apostólico de su Diócesis –realizando una fecunda labor que ha dejado huella–, y la que eligió para pasar sus últimos años de vida, ya jubilado. Hasta la semana pasada siguió impartiendo clase de Síntesis en el Instituto de Ciencias Religiosas en su Seminario.
Humilde, sencillo, cercano y cariñoso. Los calificativos de quienes trataron al sacerdote claretiano en esta última etapa son coincidentes. Pero sobre todo se destaca su profundo conocimiento de la situación política y de todo lo relacionado con la actualidad. No es raro. Fernando Sebastián lo fue todo en la jerarquía eclesial española y especialmente tuvo un papel fundamental en la Transición y en los primeros años de la democracia.
Ordenado sacerdote en Valls el 28 de junio de 1953, viajó a Roma para completar sus estudios de Teología y amplió su formación en Lovaina. De regreso en España, comenzó a dar clase en la Universidad Pontificia de Salamanca , de la que fue rector entre 1971 y 1979. Ese año, Juan Pablo II lo designó obispo de León .
En 1991, llegó a Málaga para hacerse cargo de la diócesis en lugar de Ramón Buxarrais, y allí permanecería hasta que en 1993 fue nombrado arzobispo de Pamplona y obispo de Tudela , cargo del que a los 75 años renunciaría por razón de edad. En 2014, se convirtió en el primer cardenal español nombrado por el Papa Francisco . Una noticia que recibió mientras daba misa como cada domingo en la catedral malagueña, donde el sábado recibirá cristiana sepultura.
Pero al margen de sus cargos pastorales la figura de Sebastián se hace enorme tanto por su colaboración con el cardenal Tarancón para preparar a la Iglesia para la democracia que estaba por llegar como por su significativo papel a partir de 1982 como secretario general de la Conferencia Episcopal (lo fue hasta 1988).
En esos años tuvo que lidiar con los primeros gobiernos socialistas de Felipe González . En sus Memorias recordaría el afán laicista de estos ejecutivos y su empeño por apartar la Religión de la escuela pública. Sin embargo, sus relaciones con Alfonso Guerra, su principal interlocutor, eran cordiales. «Con él no era difícil saber lo que se podía hacer y lo que no. Tenía un lenguaje claro y directo», rememoraría.
Peor fue su consideración de otro socialista, el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero , al que plantó cara años después –ya como arzobispo– por sus continuas posturas anticlericales. «Por hacer el progre se puede hacer el ridículo», comentó en una ocasión.
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