Pasaje Begoña
La memoria histórica del pasaje del amor libre
Torremolinos trata de recuperar el «glamour» del pasaje Begoña, epicentro de libertad entre 1961 y la redada de 1971
Fueron diez años de libertad en el Pasaje Begoña. Entre 1961 y 1971 el estrecho pasaje San Vicente —como marcan ahora las placas de las esquinas— era un callejón en pleno centro de Torremolinos en forma de «L» erigido como el principal punto europeo de la libertad sexual. Llegaba gente de toda Europa a buscar un amor libre, sin preguntas y sin complejos.
«Sodoma y Gomorra», ríe Francisco Prieto , que trabajaba en la sucursal del Banco Vizcaya que había enfrente del mismo pasadizo en la plaza Costa del Sol y que fue testigo de aquellos años. La oficina era donde tenían sus cartillas muchos de los dueños de locales o clientes de este espacio conocido en Europa como el «no lugar» o «el pequeño Nueva York» . Por su puerta también pasaban cuchicheando las señoras «de la calle San Miguel —residencia de los acaudalados locales de la época— para luego ir a quejarse al gobernador civil de aquel centro de depravación.
Locales donde se amaba entre hombres, entre mujeres o entre hombres y mujeres, se podía comer, beber, bailar sueltos y agarrados o sólo zambullirse entre los edificios con la música de estraperlo que llegaba de Reino Unido o con el mejor whisky importado. Era un sitio moderno, libre y lleno de vida. «Había de todo. No solo era un lugar para gays» , explica Antonio Cañete, que dice que estaba en el primer piso de uno de los edificios apoyado en la barandilla cuando llegó la Policía. Era un chaval de 21 años y había ido con los amigos a un local que se llamaba «El Refugio». «Iban los señores con sus queridas», añade Cañete. Un sitio de fiesta y, «si ligabas, te ibas a los apartamentos».
El lugar ha sido declarado de Memoria Histórica por el Congreso por unanimidad
El 24 de junio de 1971 la Policía Nacional llegó y taponó los dos accesos, aparcó los furgones y se desplegaron casi un centenar de «grises» por orden del gobernador. Actúo al ver a su mujer y su hija «escandalizadas por lo que allí ocurría». Se lo describieron como un lugar de prostitución, drogas, alcohol y «maricones». Aquel día la redada no era como las habituales: «los grises» subían hasta el último piso y detenían a todo el que se encontraban en el pasaje .
Hubo más de 300 identificados, recuerda Francisco Prieto. Este banquero jubilado rememora entre risas como La Miguela, artista gay de la época , cuando oyó que otra vez había llegado la Policía, se descalzó y, tacones en mano, echó a correr hacia el furgón, mientras su novio le gritaba: «¿Dónde vas con tanta prisa?». «¡A coger asiento! ¡No voy más de pie!», contestó.
El piano de Pía Beck dejó de sonar aquella noche y La Sirena apagó sus risas. Cerraban los locales sin importar a lo que estuvieran dedicados. En su local, el «Gogó», Miguel Cárdenas estaba sin mucha gente. Cuando vio el movimiento de «los grises» ordenó apagar y bajar la persiana.Nunca la volvió a subir.
Lennon y Antonio Gala
Cárdenas había llegado a Torremolinos desde Sevilla con Brian Epstein, productor de «The Beatles», asiduo a este pasaje, visitándolo en ocasiones con John Lennon. Él fue camarero en varios establecimientos. «Me habían multado en otras ocasiones con 3.000 pesetas por ser persona de mal vivir. Era el impuesto que pagabas en la época por ser maricón», explica este testigo de aquella década, mientras recuerda a Antonio Gala divertirse con sus amigos en un tablao bajo unas de las escaleras.
Ahora aquella memoria trata de reconstruirse. El piano de Pia Beck suena con las notas de una inmobiliaria , mientras el «Gogó» es una tienda de decoración y La Sirena vende viajes. «Los negocios que se instalen aquí tienen que tener el nombre de los locales que existieron», recuerda Santiago Rubio, propietario de La Sirena y uno de los principales luchadores por recuperar la historia del Pasaje Begoña, que ya tiene aprobado su cambio de nombre y cuenta con el apoyo unánime del Congreso de los Diputados , tras un Proposición No de Ley del PSOE, para ser declarado como un lugar de Memoria Histórica que recuerde aquella libertad para amar.