MODA

Marbella despide a David Delfín

La familia, vecinos y amigos más cercanos dieron el último adiós al diseñador malagueño en la ciudad que le vio crecer

Féretro de David Delfín en Marbella J. J. M.

J.J. MADUEÑO

En la iglesia de la Encarnación de Marbella, ciudad que le vio crecer, es donde sus allegados más íntimos le han dado el último adiós a David Delfín en esta tarde de lunes. La ciudad que le conoció como Diego David Domínguez le despidió entre las lágrimas de con quienes compartió sueños, juegos de infancia, diseños de costura, pupitre en el colegio o tardes de teatro.

De sus seguidores más conocidos sólo quedó el rastro de las bandas de las coronas que les acompañaron en el sepelio. Era otro momento. David Delfín se despidió en Madrid, en Marbella era el turno de David Domínguez . Fue la última reunión con los que lo vieron convertirse en un Delfín transgresor de las normas de la moda, que asentó su leyenda en la alta costura española a base de imaginación e incomprensión de los más ortodoxos.

En 2001, junto a los hermanos Postigo, Deborah, Diego y Gorka –sí estuvieron en el sepelio de Marbella– y su gran amiga Bimba Bosé –también fallecida por cáncer– fundó la marca «David Delfín», con la que conquistó el mundo con e stilos como las camisas blancas abrochadas hasta el cuello . El recuerdo estalló en aplausos en la abarrotada parroquia, cuando el féretro abandonaba el santo lugar. Las lágrimas de sus vecinos se fundieron con las de la familia.

Se ha marchado uno de los diseñadores más importes de la moda española, pero también un marbellí nacido en Ronda (1970) que se refugiaba en la ciudad para evadirse de la vorágine de las pasarelas. El hotel Puente Romano fue el último lugar de Marbella donde reapareció, cuando intentaba superar la operación recibida para atajar el avance de su enfermedad. Cultivó sus raíces y no dudó en mostrar su universo en la localidad de la Costa del Sol , cuando todavía no era baluarte de la alta costura nacional, para levantar, como tantas otras veces, las críticas de aquellos que no entendía que el arte se podía hacer con una aguja y un dedal.

El sábado, su pareja, Pablo Sáez, que no estuvo en el entierro de Marbella, comunicaba a sus personas más cercanas que David Delfín había fallecido en su casa de Madrid, tras una dura lucha contra el cáncer que se le diagnosticó en 2016 y se lo llevó con sólo 46 años de edad. Murió tras haber tocado el cielo y el infierno, lo que le permitió convertir las principales pasarelas del mundo en un lugar desde el que mandar un mensaje, que relataba los mejores y los peores momentos de su vida. Así fue «Catarsis», la colección que hacía referencia a las estrecheces de la marca en 2010, pese a haber triunfado en Nueva York.

Era el principio de una caída que selló la enfermedad. En 2011 cerró su propia línea de ropa. Un año después la situación económica no mejoraba pese a ser premio L'Oreal en Madrid y en 2015 renunció a la cita española. Al siguiente año se le detectaba cáncer al diseñador que debutó en Cibeles en 2002 y que fue Premio Nacional de Diseño en 2016 cuando luchaba contra los tumores de grado tres, donde el jurado destacó que Delfín había traspasado «las barreras entre la moda y el arte, los géneros y las generaciones, lo comercial y lo artístico». Ya descansa en Marbella, la ciudad que le vio crecer y que le animó a conseguir sus sueños, primero como actor en un Madrid que le acogió hace 25 años, donde tras una barra de un bar de copas comenzó a dibujar bocetos para convertirse en un verso libre dentro de la métrica de la alta costura .

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