Semana Santa

Juan Miguel Martín Mena anuncia la procesión del «Señor de Málaga»

El cartel está inspirado en la frase de Jesucristo: «Yo soy la luz del mundo»

Parte del cartel anunciado de Juan Miguel Martín Mena ABC

J.J. Madueño

Acuarelas, lápices de grafito, bolígrafo y acrílico, mezclados en capas y aguadas, es la base de la composición del cartel anunciador del «Señor de Málaga» de J uan Miguel Martín Mena . El autor destacó el «arduo trabajo de investigación y estudio sobre el dogma más importante de la Iglesia católica: La Santísima Trinidad». La obra en una tabla de 150 por 100 centímetros .

El protagonismo de la composición se centra en la imagen de Jesús Cautivo, que tallara Martín Simón en el año 1938. El autor ha narrado como durante su primera visita a la capilla donde reciben culto interno las imágenes de esta corporación quedó impactado sobremanera por la ya icónica túnica blanca que le recordó la frase salida de los labios del «Señor»: «Yo soy la luz del mundo» .

Esa frase se convirtió en el título de la obra «como columna vertebral de todos los elementos que completan todo lo que se quiere contar». Martín Mena también representa a la Virgen de la Trinidad Coronada, como respuesta al propósito que emana en palabras del autor «del arte paleocristiano por medio de tres figuras simbólicas que han perdurado hasta el día de hoy: Dios Padre, Dios Hijo y el Espíritu Santo ».

A nivel estructural la pintura está llena de triángulos: «El primero es el formado por la silueta de Nuestro Padre Jesús Cautivo, que con su blanca túnica abre sus vértices coincidiendo con otros tres triángulos más, dos azules y uno rojo formando una gran cruz trinitaria que sirve de trono a Dios hijo». La esfera celeste donde posa su pie Jesús Cautivo como «Rey del Universo» es una evolución de otro icono de la Trinidad que se difundió sobre todo en el siglo XVII y en el que se solía situar las figuras de Padre, Hijo y Espíritu Santo rodeadas de nubes.

La Trinidad

Esta esfera proyecta el vértice de un segundo gran triangulo, esta vez invertido, que une sus aristas con el Sol y la Luna. Las imágenes de estos dos últimos elementos acompañando las representaciones artísticas de la crucifixión , que aparecen ya desde el siglo V. Posteriormente, eso sí, las interpretaciones teológicas y las aportaciones de los propios artistas provocaron que Sol y Luna se llenaran de nuevos contenidos simbólicos y alteraciones iconográficas.

Tras un arco ojival que recuerda a su sede de la Iglesia de San Pablo, se asoma al palio de la Virgen de la Trinidad, que se despliega a modo de dosel. Elemento repetido en la parte inferior de la composición, pero esta vez, en una escena donde «el trono avanza entre nubes de incienso por las calles de Málaga la noche de Lunes Santo que bien por si misma pudiera servir de cartel».

La composición la flanquean dos leyendas aludiendo a las dos advocaciones de esta hermandad. Marcando la importancia de la figura de la Virgen María en el misterio de la Trinidad se puede leer: «La hija del Padre, La Madre del Hijo y la Esposa del espíritu santo» .

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