Memoria histórica

El joven católico de Málaga asesinado en 1936 «indultado» 82 años después

Paralizan el cambio de nombre a un colegio de Vélez-Málaga dedicado a un chico que fue asesinado por sus creencias en plena Guerra Civil y murió por no abandonar a su padre

Fachada del colegio Augusto Santiago Bellido, al que se ha intentado cambiar el nombre ABC

J.J. Madueño

Vélez-Málaga, 18 de julio de 1936. Por orden de uno de los veinte comités de la República que operaban en esta localidad, una brigada republicana entró en el domicilio de Augusto Santiago Bellido. Era solo un adolescente de apenas 16 años que cursaba bachillerato. Se lo llevaron junto a su padre y su hermano. Los tres varones de la familia ingresaron en prisión a unos 200 metros de su vivienda. Su delito fue ser católicos. Augusto murió fusilado en una cuneta el 1 de agosto de ese mismo año. Lo hizo abrazado a su padre, al que no quiso abandonar ni aunque a punto de ser ajusticiado tuviera una última opción de salvar su vida.

Para recordar ese acto de amor se bautizó un colegio en Vélez-Málaga con su nombre. Memoria que se ha pretendido borrar en nombre de la Ley de Memoria Histórica, pero que ha recibido el indulto en última instancia gracias a una moción presentada al Pleno de este Ayutamiento por el PP.

La propuesta de eliminar el nombre del colegio salió de la dirección del propio centro educativo a instancias de la inspección. La directora, Rosario Díaz, pidió el cambio alegando de forma literal: «Presumimos que el actual está relacionado con un personaje del bando sublevado franquista durante la Guerra Civil, por lo que entendemos que […] el nombre del centro sea cambiado por aquel por el que es conocido en la localidad: Colegio Reñidero».

Ante esta determinación, el propio alcalde socialista, Antonio Ferrer, avaló la modificación de la nomenclatura ante la Junta de Andalucía «para cumplir la Ley de Memoria Histórica». Y eso a pesar de que la familia ha demostrado que Augusto no participó en la Guerra Civil por ningún bando.

Los datos aparecen en una carta repartida en una sesión plenaria a los grupos municipales por la familia. En ella se adjuntaba documentación sobre la detención y asesinato de este joven católico , víctima de los rencores cuando arrancó la Guerra Civil.

Documentación

Augusto fue detenido el día que comenzó el conflicto, como testifica en los documentos aportados por la familia el notario Julio Fernández Jiménez. Sin embargo, su decreto de detención no es firmado hasta el 20 de julio . Dos días después de que la patrulla entrara en la casa y se llevara a los varones que allí vivían.

Ese tiempo estuvo encarcelado por orden del alcalde Federico Terrón, en nombre de uno de los comités del municipio. Sin mediación de un juez . A partir de esa orden pasaron un largo período en prisión. Hasta que un comité, con voto a mano alzada, decidió que debían morir.

El día que fallecieron les dijeron que los iban a liberar . Dada la cercanía de la cárcel con su casa, el padre de Augusto mandó a su hermano, que estaba también detenido, a decir a su madre que regresaban. Escapó para comunicar la noticia y se salvó. Una patrulla llegada de los pueblos cercanos de Granada, y formada por miembros de la Federación Anarquista Ibérica (FAE) y del sindicato UGT, subió al resto en una camioneta, tras lo que emprendieron camino a Torre del Mar.

En una cuneta en medio del trayecto los bajaron a todos del remolque. Los formaron y fusilaron. Una miliciana reparó en el joven Augusto y le dijo que, si corría, lo dejaría ir, porque era joven y guapo . «A otros compañeros de cautiverio les habían dicho lo mismo y luego los cazaron como a conejos», recuerda Rafael Santiago, sobrino del fallecido. En ese momento, ante la posibilidad de escapar, el chico dijo que se quedaba con su padre . Aquella mujer decidió entonces darle muerte, pero no como al resto.

Casi se salva por «guapo»

Según los datos aportados por la familia, le dijo que «como era guapo no le dispararían en la cara». Murió de varios tiros en el pecho y la barriga, abrazado a su padre , al que nunca quiso dejar solo ante la muerte. En honor a ese acto de amor, el propio Ayuntamiento y los fundadores del colegio decidieron ponerle su nombre al colegio. Lo hicieron bajo la condición de la familia de que fuera para reivindicar el amor de un hijo por su padre y para recordar a todos los niños que murieron en la guerra.

No es la primera vez que se le quiere cambiar el nombre al centro —la última intentona ocurrió en la década de los 80 en el pasado siglo—, pero entonces fue el propio Consistorio el que denegó la propuesta, conocedor de la historia que representaba.

Ahora, sin embargo, el desconocimiento ha estado a punto de derribar ese legado de amor y modificarlo para ponerle el nombre de Reñidero. Lo mismo ha ocurrido con otro centro educativo de la localidad, el dedicado a José Luis Villar Palasí, ministro de Educación entre 1968 y 1974. Se ha salvado «in extremis» gracias a la moción del PP que ha evitado que se le denominara, simplemente, «Zona Norte», que es como se le conoce vulgarmente.

Es igual que lo que sucede en el caso del dedicado al joven católico asesinado en la Guerra con «Reñidero», nombre como es comúnmente llamado por la calle en la que se encuentra. Así llamada p or ser donde se organizaban las riñas de gallos que antaño se celebraban en el municipio axárquico, muy famosas en toda la provincia.

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