MÚSICA

Joaquín Sabina niega sus pecados en Marbella

El artista actuó por primera vez en Starlite Festival para presentar su nuevo disco y repasar la historia pasada

El cantante y compositor Joaquín Sabina, durante su concierto en Starlite Festival, en Marbella ABC

J.J. MADUEÑO

Cuando murió el cantautor Javier Krahe en 2015, Joaquín Sabina escribió: «Lo quemaron en la hoguera, por blasfemia, los esbirros tridentinos de la fe, los licores del amor y la bohemia maquillaban sus arrugas y su sed». Y quizá por eso, ahora lo niega todo en su último álbum tras siete años de ausencia. «Lo niego todo» es un canto de enmienda para los errores pasados. Una redención pecaminosa de la historia de un cantautor que es recibido en pie y bajo una ovación. Se presentó en la noche del pasado martes en Starlite por primera vez en Marbella . Lugar que no había pisado antes «por unas cosas o por otras» y dejo las rocas de la Cantera de Nagüeles marcadas con sus versos para la eternidad.

El nuevo disco copa una primera parte del concierto que da paso a un «dios dirá» cargado de vidas anónimas. En «Quien más quien menos» se obliga a no dar un paso atrás y borda un puente de plata contra los recuerdos de un viejo amor en «Postdata» . Vende rimas en «No tan deprisa» , mientras es feliz, «Sin pena ni gloria» , siendo valiente a toro pasado. Esta última canción dedicada a Lucas, el chófer que desde hace años le acompaña, y que una noche le dijo que era su favorita del último disco y nunca la cantaba en los directos. Fue cuando decidió acabar con «la tortura» –como bromeó– de las letras de 2017. Lo hizo sabiendo que «Las noches de domingo acaban mal» y que había tocado uno de esos martes en los que se convierte «en un animal» de versos vivos.

Joaquín Sabina, junto a su inseparable guitarrista, Pancho Varona ABC

Pero era demasiado tarde, como para cerrar el concierto sin que el público pidiera más. Golpearon las maderas de las gradas, gritaron «ídolo», «otra» y «vuelve». Y volvió a aparecer para decir aquello de que «el amor cuando no muere mata» en «Contigo» . Al final, tras hora y media de concierto, todo acabo prescribiendo «Pastillas para no soñar» , medicina para vivir cien años sin probar los licores del placer, que al principio negó y luego derramó sobre un auditorio entregado a la historia musical del genial canalla.

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