Hablan los técnicos del rescate de Julen en Totalán: Cómo mover 85.000 toneladas de tierra en trece días
La montaña presenta ahora taludes muy altos que pueden entrañar peligro
«Luchábamos contra la lógica buscando un milagro», afirma Juan López Escobar , ingeniero de minas y delegado de Colegio Profesional de Málaga, refiriéndose al trabajo del equipo en busca del rescate con vida fallido de Julen . El prodigio, que un bebé de dos años sobreviviera en esas circunstancias, no ocurrió. La razón, sin embargo, sí. Y se tomaba por consenso, cuando se escuchaba 24 horas al día durante trece consecutivos, la opinión de ingenieros de minas , de caminos, bomberos, técnicos, brigadistas de rescate especialistas en minas, geólogos, espeólogos de la Guardia Civil... «La primera gran dificultad que nos encontramos fue el dificilísimo acceso al pozo de Julen. Sólo se llegaba con todo caminos por unas pendientes muy pronunciadas», explica López, «era imposible subir allí maquinaria pesada».
Por eso lo primero era empezar a mover tierra, predominantemente cuarcitas y filitas (una especie de pizarra) que en superficie no supuso un gran problema al estar bastante suelta. Nada que ver con esos bloques compactos de cuarzo que se comían como chocolate las cabezas de las coronas de la pilotadora cuando se ahondaba en el pozo por el que tendrían que bajar los mineros. «Nosotros calculábamos que se moverían entre 30.000 y 40.000 toneladas de tierra, al final han sido el doble, pero es que a medida que se movía la tierra había que dejar más espacio», argumenta el delegado malagueño de Minas. En total llegaron a trabajar, y todo buscado sobre la marcha y fuera porque la zona no contaba con esa maquinaria, cinco retroexcavadoras, dos buldócers y dos camiones «lagartos» de 40 toneladas, esos que vemos en las minas con ruedas imposibles de grandes.
López Escobar lleva muchos años de profesión a sus espaldas y jamás ha sido testigo de una operación de estas características, ni por su naturaleza, ni por el número de personas involucradas. «En trece días se ha hecho una obra de ingeniería civil que en circunstancias normales, con sus permisos, estudios técnicos y autorizaciones pertinentes hubiera durado cuatro o cinco meses , algo inaudito», se asombra.
El primer gran escollo que se encontraron fue que la máquina que tenía que cavar el pozo por donde bajaron los mineros de la brigada centenaria de rescate sólo llegaba a los 60 metros. «Eso retrasaba mucho, Julen estaba a 70 y necesitábamos diez o veinte metros más de profundidad para ir depositando lo excavado de la galería transversal al fondo y no tener que sacarlo a superficie», detalla el ingeniero de Minas. Ese fue el gran segundo movimiento de tierras que se realizó , un desmonte de 30 metros de calado.
Cuando se le pregunta si la máquina que se empleó para cavar el pozo era la más adecuada López Escobar no tiene duda: «Sí, las hay mejores, con un sistema de rotoperforación, que es tan simple que cuando se encuentra con una dificultad añade al taladro un efecto martillo y así avanza más. Pero tienen un problema y es la fuerte vibración que transmite al terreno, con lo cual ponía en peligro la seguridad estructural del pozo donde se encontraba Julen. Nosotros, hasta que no certificamos la muerte del pequeño teníamos que trabajar con la esperanza de encontrarlo con vida, y eso implicaba más seguridad y más tiempo, pero eran estrictamente necesarios». Sobre este tema de la seguridad el delegado es tajante: «En un rescate es lo primero, los plazos se han cumplido y los protocolos también, aunque las máquinas hayan estado trabajando 30 horas seguidas».
Abandono
Ayer ya la mayor parte de la maquinaria abandonó el lugar del triste suceso. Francisco Delgado , presidente del Consorcio Provincial de Bomberos de Málaga, así lo confirmó a la agencia Efe. «La poca que queda en la zona del Cerro de la Corona es principalmente de empresas privadas, la nuestra se ha retirado para limpiarla y volverla a tener lista, nuestro trabajo requiere estar preparado 24 horas al día», añadió Delgado.
Ahora se presenta un gran dilema. El movimiento de tierras ha ocasionado una alteración importante en el cerro que desemboca en el pueblo de Totolán. Su alcalde, Miguel Ángel Escaño , teme que se produzca un descalce de la ladera ante una tromba de agua, «pero las prisas ya han terminado, ahora tenemos tiempo», manifiesta a este periódico. De la misma opinión es López Escobar: «Existen taludes muy altos, hay que hacer un repaso porque entrañan un peligro, puede haber corrimiento de tierras». Pero ya todo depende del juez, el triste cerro de la Corona donde medio mundo contuvo la respiración es ahora una zona intervenida por su autoridad judicial.
Noticias relacionadas