Libros
Gibraltar, Rota y la Democracia, los objetivos de los «topos» andaluces al servicio del KGB en la Transición
El escritor y periodista Vicente Almenara repasa en su nuevo libro las tensiones políticas de la Transición y la fijación de la inteligencia soviética por la Costa del Sol

El escándalo Pegasus ha puesto a los servicios de inteligencia españoles en el ojo del huracán. Desprovisto por culpa de los independentistas y parte del Gobierno de ese velo de secretismo fundamental en su engranaje, el CNI se ha ... visto abocado a un juicio popular que lo sitúa bajo los focos y lo arrastra al barro en la esfera internacional. Pero los golpes de pecho y discursos moralistas que acaparan titulares obvian su razón de ser y esconden interesadamente su digno papel en la construcción de la España que hoy conocemos.
«No sería comprensible que tengamos un servicio que no nos proteja de terroristas, golpistas independentistas o cualquiera que esté fuera de la ley». Así de diáfano es entre el griterío el análisis del periodista y escritor Vicente Almenara (Ceuta, 1957) , versado en temas de inteligencia que una vez más desnuda en su nuevo libro 'Testimonios de la Transición 1973-1982. El Cesid contra el KGB en la Costa del Sol' (Ediciones Algorfa).
«El espionaje es una realidad desde principios de la historia. El espía, el informador, ha existido siempre. Y encontramos testimonios desde en la Biblia hasta en cualquier otro documento de la Antigüedad», explica a ABC el autor, que la última parte del libro pone negro sobre blanco su investigación sobre la presencia de la inteligencia soviética en la costa malagueña en unos años en los que se sucedieron el despegue de la democracia en España y la consecución de la autonomía andaluza en un escenario internacional marcado por la Guerra Fría .
Cuenta que la Costa del Sol acogió una «lucha soterrada» entre los servicios de inteligencia, organizados por aquel entonces en torno al Cesid (Centro Superior de Información de la Defensa) , antiguo CNI y activo hasta 2002. «Los rusos que estaban asentados en España tenían sus propios objetivos de inteligencia y el español procuraba descubrir quienes eran sus agentes aquí en la Costa del Sol», sostiene, apuntando a malagueños que colaboraron directamente con el KGB filtrando alta información política y militar.
Si hoy el litoral malagueño es refugio de magnates y mafias rusas, en aquellos años se convirtió en una atalaya privilegiada para observar en la sombra a Occidente y tomar el pulso a la Transición española. Según Almenara, esa fijación por la Costa del Sol estaba motivada por su proximidad a las bases de Gibraltar, Rota, en Cádiz, y también Morón de la Frontera (Sevilla) . «Siempre han estado interesados naturalmente en estos objetivos porque ahí están los norteamericanos y los ingleses. Preocupó antes a los soviéticos y ahora a los rusos».

Al afán por vigilar el despliegue militar de los aliados, sobre todo el de Estados Unidos, se sumó el trabajo de uno de estos «topos» malagueños, un abogado que el Cesid nunca logró desenmascarar con pruebas, pero que se dedicó a pasar información relevante «de por dónde iba el Gobierno, en manos entonces de UCD, y si sus inclinaciones eran atlantistas o no», teniendo en cuenta la tensión que existía entre los bloques.
Almenara también recoge en el libro como uno de esos personajes que se encontraban bajo el amparo del KGB «intervino muy activamente» el 4 de diciembre de 1977 , primer día de la autonomía de Andalucía, siendo «uno de los que alentaron los disturbios frente a la Diputación Provincial de Málaga» que se saldaron con la muerte de Manuel José García Caparrós.
«Nunca se sabrá cuál fue el alcance de aquella red de espías porque lo que se descubre es la punta del iceberg », sostiene el periodista, «se llegó a saber de la existencia de tres en estos primeros años de la democracia, pero pudo haber el doble; es muy difícil a alguien que se oculta voluntariamente».
Si algo constatan los entresijos que Almenara pone al descubierto es sin duda que la vigilancia del enemigo ha sido una constante en las cuestiones geopolíticas desde que el mundo es mundo. Aunque ahora se haga a través de sofisticados programas y sólo los nostálgicos sigan pesando en Sean Connery con esmoquin.
«El asunto de Pegasus perjudica a la imagen que España proyecta al exterior y marcará un hito, pero los españoles deben saber que hoy el CNI y ayer el Cesid están considerados unos de los mejores servicios de inteligencia del mundo en sus áreas de influencia , que son Iberoamérica, el norte de África y Oriente Medio», asegura el autor, que considera los hechos un escándalo de república bananera.
«Que en un país de la Unión Europea, la cuarta potencia económica de Europa, los políticos diriman sus diferencias utilizando a estos servicios no es de recibo», critica, nos estamos acostumbrando en España a que a una crisis y a un escándalo le suceda otro escándalo, y a este otro y estamos relativizando graves problemas nacionales».
Desde su óptica, «la crisis se acabará cobrando alguna víctima» , como reclaman los independentistas y el sector de Podemos en el Gobierno, que ya han pedido la cabeza de la directora del CNI, Paz Esteban, y de la ministra de Defensa, Margarita Robles. «El escándalo se recordará evidentemente, pero pasará, como ocurrió en 1995, cuando hubo otro importante caso de intervenciones telefónicas. No creo que llegue a más. De hecho, no sería bueno que llegase a más», apunta Almenara.
La pugna silenciosa entre el Cesid y el KGB en la Costa del Sol pone el broche final a un libro que arranca con un análisis que abarca desde el asesinato de Carrero Blanco en 1978 hasta la victoria de los socialistas en 1982. Almenara radiografía aquí el «panorama político y la clandestinidad de las fuerzas de la oposición en el franquismo en Málaga», para pasar después a recoger el testimonio de 30 personalidades de la esfera política, pero también sindical, empresarial y periodística de la provincia . Desde el actual alcalde de la capital, Francisco de la Torre, a los comunistas Antonio Romero y Rafael Rodríguez, pasando por el Miguel Ángel Arredonda, quien fuera diputado en el Congreso del ya desaparecido Partido Andalucista, o el periodista Juan de Dios Mellado.
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