Coronavirus Andalucía
Así vigila la Policía Local en Fuengirola a los aislados por coronavirus
Un grupo de agentes municipales controla a más de 700 positivos para que cumplan su confinamiento
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Confinados bajo vigilancia policial . Así están los enfermos por coronavirus en Fuengirola desde finales de septiembre. Es cuando el Ayuntamiento se sumó a la petición de ayuda de la Junta de Andalucía para controlar los contagios. El Gobierno andaluz solicitó a los municipios que observaran a las personas que estaban aisladas por haber dado positivo en la enfermedad. La Policía Local creó un grupo dentro de la Unidad de Intervención y Respuesta para hacerlo. Rastrean, informan y vigilan que nadie se salte las normas sanitarias. Son un comando policial contra la propagación del virus .
Esta peculiar «unidad» está bajo el mando del inspector Rafael Pérez, que tiene a sus órdenes a dos agentes de paisano. Carolina Abet es una de esas policías. Revisa las listas remitidas por Sanidad, contacta con los enfermos y los visita si hay sospecha de que estén incumpliendo la cuarentena. Dos veces en semana, este grupo, recibe la lista actualizada del Distrito Sanitario Costa del Sol con los nombres, dirección y teléfono de los nuevos positivos en Fuengirola. «Nos comunicamos con ellos, constatamos que la información esté bien, que su dirección sea la misma que donde se confinan y que esos sean sus teléfonos reales. Luego les explicamos las medidas que tienen que cumplir con las sanciones que hay por no hacerlo» , explica el inspector Rafael Pérez.
Por otro lado, reciben otra lista desde la Delegación de Salud con las personas con un positivo que no se han podido identificar. «En este caso tenemos que buscarlas, identificarlas y comenzar el seguimiento», añade el inspector, quien contabiliza que en algo más de dos meses han tenido ya en cuarentena a 700 personas , que suelen cumplir con todo lo que se les pide. La mayoría de casos sin identificación son extranjeros o gente que tiene en los registros oficiales los teléfonos desactualizados, pero también hay personas que se niegan y deben ser reseñadas por la Policía.
En el tiempo que llevan con este servicio, los agentes no han tenido excesivos problemas. «Los enfermos de Fuengirola están cumpliendo, hay concienciación y se lo toman en serio». La inmensa mayoría hace un ejercicio de solidaridad con el resto de vecinos para no contagiarlos», asevera Abet. De hecho, pese a que el Ayuntamiento reporta que se atienden unas 150 personas cada semana, las denuncias por saltarse el confinamiento son muy escasas. «Sólo hemos tenido tres incidentes de personas que seguían haciendo vida normal» , recuerda el inspector.
Las sanciones para las personas que denuncian van desde los 3.001 euros hasta los 60.000 euros . «Para poner una sanción así tiene que ser algo muy claro. Muchas veces nos encontramos gente que ha salido un día antes de lo que debería y en ese caso le informamos de que aún no puede estar en la calle», señala el inspector Pérez, quien explica que es una conducta «muy grave» por los riesgos que conlleva para el resto de ciudadanos. « En casos extremos puede ser hasta un delito contra la salud pública , aunque es complicado llegar a ese punto», afirma Rafael Pérez.
El seguimiento de los positivos se hace por teléfono. Los agentes de este comando rastreador llaman todos los días, e incluso varias veces al día, a los enfermos para controlar que están asilados en su vivienda. «En caso de sospecha, vamos allí a ver si están en casa», afirma el inspector Pérez. «Llegamos y llamamos al telefonillo o con el teléfono corporativo, cuando nos lo cogen les decimos que se asomen al balcón o que salgan a la puerta . Una vez que comprobamos que están en su vivienda, nos marchamos», explica la agente Abet. Las visitas se hacen con coche camuflado y sin uniforme para no señalar a los vecinos contagiados.
Con todas las incidencias, llamadas y visitas se hace un informe que se remite a las autoridades sanitarias , para que puedan seguir la incidencia de la pandemia. «Hay ocasiones en la que no nos comunicamos y, al final, siempre nos coge el teléfono o nos recibe un familiar que nos dice que ha empeorado y está en el hospital o que tristemente ha fallecido», recuerda el inspector Pérez, quien dice que en este caso también se reporta a las autoridades sanitarias y se le da de baja en los registros.