Coronavirus en Andalucía

Marbella: Sólo las gaviotas desafían el confinamiento en la ciudad del lujo

El 90 por ciento de los vecinos están respetando el confinamiento con hoteles y hostelería cerrados

Dos gaviotas se hacen dueñas de la playa en Marbella Francis Sivla

J.J. Madueño

Marbella está cerrada. La ciudad del lujo se ha confinado. Habrá que ver qué efecto tiene la salida de los niños este domingo, pero hasta el momento las calles están vacías . No hay nadie en las aceras, ni los vehículos ocupan las calzadas. En las playas, las gaviotas se han hecho las dueñas de la arena y, entre las sombrillas, mojan sus patas en la orilla con la espuma que dejan las olas al volver al mar. «En pleno centro se pueden escuchar los pájaros y ves a los gatos cruzar . Se escuchan los ruidos de un pueblo pequeño, sólo falta que cante el gallo al amanecer», retrata José Eduardo Díaz, concejal de Seguridad.

Los datos municipales revelan que el 90 por ciento de los vecinos están respetando el encierro declarado por el Real Decreto del 15 de marzo. Comercios, hoteles, locales de hostelería… Todo cerrado para evitar contagios. En el Casco Antiguo una papelería que ejerce de quiosco de prensa es de los pocos locales abiertos , junto con cuatro farmacias y los bancos. «Son los únicos lugares donde se ve gente», afirma Carola Herrero, portavoz del Asociación de Comerciantes del Casco Histórico, quien asegura que la vida se ha trasladado a las terrazas de las casas de esta parte de la ciudad.

Un carte en el confinamiento de Marbella F.S.

Mientras bailan entre los tejados junto a la Iglesia de la Encarnación, en la calle sólo el viento corretea entre las esquinas . En la Milla de Oro los hoteles están cerrados. No hay clases de yoga en el puente de Marbella Club, ni en los «beach club» se brinda al sol. Los barcos están amarrados y el tránsito entre los muelles es nulo en Puerto Banús, donde Channel, Versace o Louis Vuitton no son productos esenciales .

Ahora se echa de menos al panadero, al frutero o al pescadero. Los yates aguardan, mientras los pesqueros faenan para seguir nutriendo los puertos. «No parece real. Creo que aún no soy consciente de lo que está pasando. En la calle no hay nadie», asevera Herrero.

Es una imagen inusual, a la que una ciudad llena de vida no tiene acostumbrados a sus moradores. «Es desolador. Es como si la gente hubiera desaparecido », afirma el concejal, en consonancia con la opinión de Jesús Lazcano, «rider» de Glovo en Marbella: «Es deprimente ver la ciudad así. Se te viene a la mente la pregunta de qué pasará mañana».

El paseo marítimo de Marbella vacío F. Silva

Desde hace unas semanas, la bici coincide con los jardineros municipales o el transporte público. Ya no pasa el Ferrari atronando por la avenida del Príncipe Alfonso von Hohenlohe, ni tampoco pita en el semáforo de Ricardo Soriano el Mercedes porque llega tarde a la oficina. La tranquilidad se ha adueñado de una ciudad en la que los taxis felicitan los cumpleaños a los niños.

El «rider» es de los pocos que estos días han pisado con su bicicleta el paseo marítimo de Marbella, habitualmente lleno de vida, pero que ahora sólo combate su soledad con alguna madre que sale pasear con su hijo autista. En la mochila porta medicinas o la compra básica de algunas familias. «Te reciben de muy buena manera. Agradecen el trabajo que haces. La gente está valorando otro tipo de cosas, se les puede ver en los ojos», relata Lazcano.

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