INUNDACIONES EN MÁLAGA

«La cartografía de zonas inundadas en Málaga es la misma que en 1989»

El catedrático de Geografía Física de la Universidad de Málaga advierte: «parece que cuesta más prevenir que curar»

El catedrático, en el laboratorio de la UMA donde estudia los suelos FRANCIS SILVA

FERNANDO DEL VALLE

En Málaga el profesor Ruiz Sinoga es una suerte de Santa Bárbara. Todo el mundo se acuerda de él cuando llueve. No estrictamente, porque sus trabajos sobre el suelo comprenden muchos más aspectos y tienen reconocimiento internacional. Pero el hecho de que ya después de las grandes inundaciones de 1989 planteara una serie de medidas a tomar que nunca se han adoptado hacen que sea una voz más que autorizada para explicar, una vez más, los efectos de un torrente demasiado habitual como para que las autoridades pretendan hacerse los nuevos.

—Tiene más que estudiada la recurrencia de las lluvias torrenciales en el sur andaluz. No es un fenómeno en absoluto inhabitual...

—Absolutamente recurrente, muy frecuente en el Mediterráneo. Hay precipitaciones con niveles de intensidad muy altos que pueden suceder cada cuatro o cinco años. La última gran tromba en Málaga con consecuencias fue en 2012. Y cuando se une la torrencialidad derivada de condiciones climáticas con un escenario geomorfológico propio, se genera la inundación y la catástrofe. La tormenta perfecta.

—¿A qué se refiere con ese escenario?

—El suelo es una estructura porosa. Una esponja. Pero si lleva varios días lloviendo, como ocurrió el otro día, se satura. Si además tenemos un anfiteatro perfecto, como es la provincia de Málaga, se activa rápidamente el sistema hidrológico. Y si los suelos están desprotegidos porque no hay vegetación, la gota torrencial en vez de pegar sobre las copas de árboles da directamente sobre el suelo, peor aún.

—¿En todo el sur andaluz la situación es la misma?

—En todo el sur español, efectivamente. Desde Cádiz hasta Murcia, a diferencia de otros sistemas más estructurados como el Guadalquivir.

—En la Costa del Sol Occidental llovió mucho. Hubo municipios que registaron más de 200 litros.Pero en Málaga capital sólo fueron 70. Y se inundó.

—No interesa tanto la cantidad total sino los picos de intensidad que se produzcan. Hay ocasiones en los que en cinco minutos puede llover más de lo que cualquier suelo sería capaz de absorber. Con las condiciones que hemos descrito antes, una tromba de agua intensa de sólo siete minutos puede generar una onda absolutamente erosiva que se lleva por delante todo lo que pilla. Y eso sucede en Málaga.

—Lleva hablando de la necesidad de reforestar como método perfecto para evitar inundaciones desde el desaste de 1989. Y no se le ha hecho mucho caso. ¿A qué lo atribuye?

—¿Usted ha visto alguna vez a un ministro inaugurar un bosque? Sin rentabilidad política no se hacen las cosas.

—Y tendría gran incidencia.

—Absoluta. Una buena cubierta vegetal sería la solución a todos los problemas de inundaciones que tiene el litoral malagueño entero. Una tromba de agua agresiva y torrencial no cae sobre el suelo directamente. Pega en las copas de los árboles y los goterones, de gran calibre, se rompen. Es, sencillamente, una capa de protección del suelo. Claro, también podemos protegerlo poniendo calles y casas.Y en algunos sitios eso será plausible, pero en otros mira lo que pasa.

—¿No hemos mejorado en nada?

—La cartografía de zonas inundadas es hoy la misma que en 1989. No ha variado nada, salvando agunas actuaciones en arroyos muy determinados. No nos podemos asombrar de que se inunden zonas en las que el agua no tiene salida. Mire el Guadalhorce, cerca de su desembocadura.Al Norte, el aeropuerto; al Sur, la autovía; al Este, el río encauzado con paredes y al Oeste, una colina. Pues en medio, lógicamente, una balsa magnífica donde si llueve más de la cuenta sube la lámina y el agua se estanca. El prototipo que genera la clásica imagen del coche con el agua hasta arriba.

—¿Y qué hacemos ahora que está todo puesto?

—Conseguir que el agua salga. Elevando cotas, sólo por poner un ejemplo. Soluciones técnicas hay muchísimas, pero hay que hacerlas. Los planes de ordenación están muy bien, pero luego hay que ejecutarlos. Luego está lo incomprensible. Cártama. En un lecho de inundación del río no puede haber casas. A no ser que sea a sabiendas de que en un periodo de retorno de no muchos años eso se va a inundar.

—Demasiada laxitud con el urbanismo ilegal...

—Es una barbaridad que las administraciones permitan que donde hay un riesgo de inundación tan recurrente haya viviendas. En Marbella todos los desmanes de Gil se han consolidado.No se tira nada.

—Se hacen planes de inundabilidad pero los rechazan empresarios y ayuntamientos por las trabas al desarrollo que suponen. ¿Cómo encajamos todas las piezas?

—Yo a veces tengo la duda de si interesa más curar que prevenir. Bien, ya nos hemos inundado y ha salido el sol. Ahora reclamamos las ayudas, rehabilitamos... Pero, ¿será que eso al final cuesta menos que llevar a cabo una adecuada estrategia preventiva de reducir vulnerabilidades? Hay muchas medidas, además de la reforestación:se pueden hacer diques en ríos que vayan reteniendo los acarreos. La cuestión es que dentro de 40 años estemos protegidos. Oiga, que esto tiene consecuencias calamitosas. Que se cobra vidas.

—Frente a las críticas de los alcaldes, dice el consejero de Medio Ambiente que los arroyos estaban limpios. E incluso que su limpieza tampoco evita males mayores...

—Una cosa y la contraria no pueden ser. Desde el punto de vista hidrológico un cauce limpio y liso siempre tendrá una mayor capacidad de evacuación.

—¿Ha servido de algo la transferencia de cuencas?

—Gestionar las cuencas desde fuera de ellas, como ha sucedido con la Mediterránea, es erróneo. Habría que preguntar a la Junta qué ha ganado llevándosela a Sevilla. La centralización y la gestión de la cuenca mediterránea andaluza ha sido un gran fracaso de la Junta.

-¿Cuánto cree que tardaremos en volver a entrevistarlo»

-A mí me gusta salir en positivo. Trabajamos en otros muchos temas relacionados con los suelos que nos dan mucha satisfacción. Pero si se siguen sin adoptar soluciones en cuanto a la prevención… Ojalá tardáramos, pero la experiencia no dice eso.

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