CULTURA
Carlos Santana desata la furia en Starlite
Niña Pastori y Javier Vargas estuvieron en la cantera para dejar dos de los regalos musicales de la noche
De blanco impoluto irrumpió. Sombrero de ala ancha, gafas de sol y una guitarra entre las manos. Sonaba «Soul sacriface» y las almas de la cantera ya estaban rendidas a Carlos Santana. «Are you ready people» y «Love makes the world go round» subían la apuesta. En contadas ocasiones se ha visto al auditorio de Starlite levantarse a bailar tan rápido. «Freedom in your maind» no dejó a nadie sentado. La furia de Santana se había desatado. El público estaba entregado por completo. Santana y la «big band» habían tomado el mando. Llegó algún aroma de ilegal felicidad y el genio de la guitarra dijo que quería «hacer llorar a las mentes que sólo tienen cemento» .
«Dedicado a todas las mujeres» tocó los primeros sones de «María María». Nada se le resistía. La fiesta era apoteósica. Todo sonaba con precisión suiza. Y lo que un día fueron pasillos era una pista de baile. La cantera estaba entregada y Santana quiso darles un respiro con «Foo Foo». «Samba pa ti», «Right on», que mezcló con «Umi Says», fueron un nuevo calentamiento para que Starlite temblara. «Todo el mundo a bailar, todo el mundo en pie y todo el mundo a saltar». Las palabras produjeron el terremoto. «Sólo los ancianos se sientan», replicaba Santana. No había lugar para el cansancio cuando «Jingo» hizo acto de aparición. En la grada Chucho Valdés bailaba al son que marcaba su amigo y se convertía en uno más de cuantos dejaron atrás el resto del mundo en las dos horas y media de concierto .
La fusión de «Evil ways» con «A love supreme» no dio tregua y preparó el gran regalo de la noche. «Lo que más me gusta de España son los gitanos por su duende», apuntó Santana antes de presentar a Niña Pastori . Ambos pintaron unos bellos «Angelitos negros» en la roca de la cantera de Nagüeles. En honor a Machín. Con la voz de la gaditana y la guitarra del maestro mexicano ensalzaron aquel bolero que Antonio Machín alumbrara en 1972.
Era noche de sorpresas. La aparición de Javier Vargas rompió la calma de aquellos ángeles. El grito de «¡Fuego!» aventuró «Sácalo», que volvió a ser un chute de adrenalina. Todo siguió ardiendo con «Corazón espinado», un solo de bajo en el que sonó «Imagine» de John Lennon y otro de batería que levantó al público en varias ocasiones. Era la mágica improvisación que dio paso a «Shine» y a una fusión de «BMW» y «Gypsy queen». Hasta que todo se cerró con «Oye como va». Dijo adiós sin decirlo. Y el zapateo sobre la madera de la grada hizo temblar el suelo para la vuelta de la Santana al escenario. El público quería más y la banda no quería marcharse.
«Smooth» comenzó un bis con sorpresas. «Toussaint L'Overture» hizo sonar cada parte de la «big band» por separado hasta que saltó un improvisado «Roxanne», rememorando a aquella creación de «The Police» en 1978. Era hora de marcharse, pero quedaba un último regalo. «Love, peace and happinness» cerró la estelar aparición de Carlos Santana en Marbella . «Que los sueños se conviertan en realidad», deseó antes de despedirse del público al que le había brindado una de las mejores noches de cuantas se recuerdan en Starlite.