PLAYAS DE ANDALUCÍA
Capitán de barco o entrenador de fútbol, los oficios de los vigilantes de la playa andaluces
La Junta de Andalucía ha contratado a 3.000 auxiliares para informar de las medidas contra el coronavirus a los bañistas
Francisco Fernández llevaba desempleado desde hace más un año, cuando dejó de ser autónomo. Tenía su propia empresa de textil en Antequera. Se dedicaba a la confección de prendas, pero tuvo que cerrar. Asegura que lo hizo al verse sin mercado por las importaciones de estos productos desde China. Ahora es vigilante de la playa en Marbella. Armado con mascarilla, crema solar y gorra informará a diario a los bañistas de las medidas de seguridad que tienen que cumplir, aunque se queja de que su nuevo trabajo está a más de cien kilómetros de su domicilio y puede que lo tenga que dejar.
Es una las historias que arroja esta bolsa general de empleados de la Junta de Andalucía, que recibió 84.000 solicitudes para ocupar 3.000 puesto de trabajo . Muchos se han quedado fuera, pese a que los requisitos eran básicos. «Sólo hay que tener el certificado escolar», explica Alfonso Arranz, que es oficial de marina mercante, que dio el paso a los navíos turísticos para ser capitán, pero que se quedó en paro. Ahora es uno de los 150 vigilantes en Marbella, la ciudad con más efectivos de Andalucía.
Allí está también Rafaela Gil. «Estoy como una niña con zapatos nuevos», afirma alegre bajo la gorra blanca y la mascarilla. Su caso es de los más complicados. Llevaba cinco años en paro , después de que la fábrica de alimentación en la que trabajaba como administrativa cerrara. «Lo mejor es que vuelvo a tener una independencia económica y una actividad social» , afirma esta vigilante, que dice no mirar más allá del 15 de septiembre, fecha en la que se acabará el servicio que comenzó este lunes en los 1.000 kilómetros de litoral andaluz.
Vidas rescatadas de los efectos económicos de la crisis sanitaria en los más de 60 municipios costeros con 300 espacios destinados al baño . Entre ellos están Miguel Ángel Rueda y Carolina Hernández, matrimonio que se quedó en paro con la crisis sanitaria. Miguel Ángel es entrenador de fútbol base y Carolina agente inmobiliaria. El coronavirus se llevó sus empleos, pero el ser parte del grupo de vigilantes de la playa les ha devuelto la sonrisa y un medio para seguir sacando adelante a su pequeño de un año que se queda con los abuelos para que puedan trabajar.
«No teníamos muy claro si íbamos a ser elegidos, pero es una alegría porque vamos a tener un respaldo económico los próximos tres meses », explica Rueda, que como todos los seleccionados cobrará un sueldo superior a los 1.900 euros. «Después del verano ya veremos, no tenemos por ahora ningún trabajo, pero con esta situación que estamos viviendo hay que ir por semana. No miramos muchos más allá, pero somos positivos en que volveremos a nuestros empleos», señala Hernández.
Ambos se enteraron de la oferta por Gabriel Moya, que era coordinador de partidos de fútbol y de marketing. «Nos iban haciendo contratos por temporada y con el estado de alarma rescindieron nuestros contratos porque los equipos extranjeros dejaron de venir», explica este vigilante, quien dice que como está todo parado este empleo en la Administración es una oportunidad «extraordinaria» para estar ocupados hasta que se reactive de nuevo todo el mercado laboral y vuelva a tener trabajo.
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