CORONAVIRUS ANDALUCÍA
El capellán del Hospital Regional de Málaga: «Hoy es raro hasta el comprar; no iba a ser menos un funeral»
El padre Ramón Burgueño es un luchador contra la pandemia en primera línea junto a los enfermos
Ramón Burgueño (Madrid, 1968) es capellán del Hospital Regional «Carlos Haya» de Málaga en plena crisis sanitaria. Tiene una presencia continua entre los internos y sanitarios. «Estamos localizados por un teléfono corporativo, como cualquier otro profesional, para atender cualquier urgencia de quien llame al sacerdote », asegura este sanador de almas. Durante la mañana ha tenido una de esas urgencias. Su lista de atenciones se ha incrementado notablemente desde que el coronavirus comenzó a expandirse. Ante esto, receta el ejemplo de Jesús: «Después de la Cruz siempre va la vida».
¿Qué hace un capellán en un hospital?
Es un eslabón más para la humanización de la Salud. Acompaña en todo el proceso de la enfermedad, cuidando los valores, no sólo físicos, sino toda su situación espiritual y familiar de planteamientos existenciales. Muchos piensan que va centrada a los creyentes católicos, pero no es así. Lo puede demandar cualquier persona. Es una asistencia espiritual en el mundo del dolor. Y ahí hay una pregunta clave: ¿por qué? Estamos todos los días para los usuarios del hospital, que nos llaman a través de enfermeras o asistentes.
¿Cómo ha cambiado esa labor con el coronavirus?
Esencialmente nada, sólo por el número de atenciones, que se ha incrementado. Hay un gran desconcierto por tanto ingreso de personas. Pero ahí se incrementa nuestra presencia para humanizar y para hacer de eslabón con las familias. Luego está el trabajo entre compañeros. No sólo necesitan cuidados los enfermos, sino todo el mundo. Los sanitarios también. Nos apoyamos y contamos con su consejo. Ellos necesitan el ánimo y nuestra presencia en esta situación tan dura. Se sienten impotentes y cuentan con nosotros.
¿Qué le cuentan los enfermos aislados en el hospital?
Sienten mucha perplejidad. Hay mucho dolor por la separación de los familiares. Ese hecho les marca mucho. No poder tener nadie a lado acompañándole, añadiendo la preocupación por su situación médica y por cómo pueden estar todos los que están en casa. Y esa preocupación es de todos los sanitarios también. Los trabajadores del hospital tienen medio al volver a casa con sus familias por los contagios.
«No hay una misa de exequias, pero se permite una pequeña oración de despedida»
¿Qué le consultan esos sanitarios?
Lo que más les afecta es la impotencia de no llegar a todas las situaciones que provoca la enfermedad. A mí me están dando una gran lección en mi vida de servicio y de vocación. Ellos esto lo hacen por las personas. Su objetivo son sólo los pacientes. No hay ningún otro interés. Manifiestan la impotencia de no poder salvar a una persona. Nos dan las gracias por estar con ellos y con los enfermos. Es un revulsivo para luchar contra el coronavirus. Los sanitarios sacan fuerzas de sus lágrimas.
¿Qué se le dice a una persona que ha perdido un familiar sólo en una habitación de hospital?
El problema hasta ahora no es qué decir a la familia, puesto que hay una gran madurez en las personas que se han despedido de un ser querido, si no la falta de posibilidad de despedirse y no tener una celebración religiosa. Los capellanes seguimos asistiendo esos momentos de una forma más reducida. No hay una misa de exequias, pero se permite una pequeña oración de despedida con un número máximo de dos personas. Muchos piensan que no se puede hacer, pero se hace en el hospital y en el cementerio. Lo más duro es no poder dar un último adiós. Esa oración de fe y confianza en Dios.
Deber ser extraña esa despedida…
Es raro hasta el comprar, no iba a ser menos un funeral. Es una situación de mucha precariedad, pero se agradece mucho ese pequeño momento en el adiós. El poder orar por esa persona que ha partido.
«Es una cuenta atrás muy dolorosa, pero veo algo positivo, que es que la sociedad se ayuda a sí misma»
¿En qué nos puede ayudar tener fe en Dios en estos momentos?
Nuestra dimensión humana no es la que percibimos, sino que se proyecta. He notado en todas las conversaciones que suelo tener que hay un volver a los planteamientos de fe. Se busca el porqué de la existencia de humana cuando hay momentos de dificultad. Nos unimos entre los hombres y los hombres a Dios. Saldremos de esta con la vida por delante. Es una cuenta atrás muy dolorosa, pero veo algo positivo, que es que la sociedad se ayuda a sí misma. Eso es un signo de vida que florecerá cuando acabe esta situación.
Una sociedad que pierde a sus mayores…
A los mayores les daría las gracias porque este mundo es una herencia suya. Muchos piensan que no sirven para nada, pero ellos son el testimonio de una vida entregada. Por eso, pido por ellos. Tenemos que cuidar la vida en todas sus etapas.
¿Qué podemos aprender de esta Semana Santa extraña?
La expresión es la de todo el mundo: Quédate en casa. Ha sido una Semana Santa desde el interior de nuestro corazón. Pedía que se leyera la Pasión según San Juan, que está contada desde los sentimientos y el corazón de Jesús. Era Semana Santa y eso nos trasmite la victoria sobre la muerte. Lo hemos experimentado desde el silencio de nuestro corazón. A los enfermos le dijimos que se unieran a Jesús porque está vivo y después de la Cruz siempre la viene vida.
Noticias relacionadas