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La caída de Alexander Grinberg, un mecenas ruso entre las sombras de Marbella
El magnate está investigado por blanquear dinero para la mafia de su país y, tras salir de prisión, está en un segundo intento de vender el Marbella Club de Fútbol
En el despacho de Alexander Grinberg en su mansión de Marbella, llamada «Casa Moscú», se podía ver un reconocimiento que el Kremlin le había otorgado por su labor social al frente de la fundación benéfica «Territorio de Conciencia». En Rusia era un magnate cuyos negocios había dejado en manos de sus hijos para irse a la Costa del Sol, donde explicó en una entrevista con ABC que tenía locales comerciales, un restaurante y era el propietario de un club al que quería asentar en Primera. Sin embargo, las cosas se torcieron a finales de septiembre del año pasado, cuando fue detenido e imputado por lavar presuntamente 30 millones de euros para la mafia rusa. Un año después reconoce que quiere vender el Marbella. Es la caída de otro de los grandes mecenas salpicados por las sombras en la ciudad del lujo.
El empresario está en conversaciones con la agencia de representación de jugadores «Best of you» para un traspaso de acciones, que rondaría los tres millones de euros . Ya se intentó el pasado abril con un grupo belga, pero a la hora de sentarse en la notaría la cosa se quebró. Grinberg no acudió. Ahora el propio ruso reconoce que «está en conversaciones» para vender. Lo hace tras afirmar en febrero que no lo haría. Eso fue al salir de la cárcel previo depósito de una fianza de 750.000 euros.
La agencia compradora, por su parte, declinó hacer una valoración alguna sobre esta operación a ABC. Sin embargo, se ha podido conocer en el último tiempo que las acciones del ruso están bloqueadas judicialmente y que tiene que ser el magistrado que lleva el asunto el que dé el visto bueno. Hasta ese entonces la venta está paralizada.
El «salvador» ruso
El «salvador» ruso llegó a mediados de la temporada 2012-2013 a la Unión Deportiva Marbella. Solía contar que la razón de meterse a gestionar el club y convertirse en el principal inversor era que un amigo se lo había pedido. Puso entonces 250.000 euros para sanear las arcas municipales y pagar a los jugadores y proveedores. Un año después subieron a Segunda B, reformaron la plantilla y se acrecentaron los anhelos de gloria. Posaba con Sergio Scariolo o Vicente del Bosque . Lo agasajaban los empresarios y los políticos corrían a posar con el carnet de socio para arañar un puñado de votos.
El magnate modesto y callado, que coleccionaba bufandas de fútbol en su garaje, estaba de moda en Marbella. Sus negocios funcionaban al mismo tiempo que el Marbella Fútbol Club creaba ilusión , incluso cambiando su nombre. A nadie le importaba, hasta que todo se derrumbó. La ciudad asistió atónita a la detención de aquel al que habían oído prometer que quería convertir al Marbella en el nuevo Sevilla. Los sueños se dispararon cuando el club estaba tocando el cielo deportivo, tras encadenar siete victorias seguidas en el arranque liguero de su grupo de Segunda B en octubre de 2016.
Presidente engrilletado
Sin embargo, un año después, la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil pondría patas arriba el estadio municipal saliendo su presidente engrilletado en uno de los vehículos aparcados en la puerta. Saltó a luz la vida a todo tren del «humilde» propietario del Marbella .
Coches de alta gama, cenas con vodka y caviar en los restaurantes más exclusivos, aviones privados, yates, inversiones bajo sospecha y noches en el casino. Una vida que se ha visto reducida tras su paso por la cárcel. Los reconocimientos de deuda sellados por el club se reparten entre proveedores de material deportivos o servicios. Jugadores que no cobraron o trabajadores sin percibir sus salarios fueron los nuevos nubarrones sobre un equipo que ya lo pasó mal .
Los viejos fantasmas volvieron a Marbella tras la detención. Sólo la venta de dos jugadores por algo más 100.000 euros ha dado ingresos a las arcas de la entidad. Grinberg ya no tiene el poder inversor con el que llegó y el club se ha resentido. Ahora el hombre que, según la Guardia Civil, tenía 68.000 euros en su casa durante del registro domiciliario para los gastos del día a día, pone en venta su tesoro más preciado , aquel que siempre negó que traspasaría.
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