TIROTEO
El barrio de Málaga que retrató la serie «Malaka» suma otra muerte a su leyenda negra
Un anciano de 74 años murió en su casa por una bala perdida durante una reyerta en una calle de Palma-Palmilla

Barrio deprimido al este de Málaga con una sociedad que en gran parte se rige por la tradición familiar. Calles en las que el código penal es sustituido por la ley gitana. Zona que vivía una tensa paz social desde hace años, pero que arrastra una leyenda negra a sus espaldas grababa a sangre entre deudas de honor, luchas de territorios y control de la droga, el gran negocio que pudre a los estamentos más bajos. Palma-Palmilla es uno de los distritos más deprimidos de Andalucía, recientemente c élebre por ser el escenario de la serie «Malaka» , pero habitualmente expuesta por el silbar de las balas y las broncas, que se han cobrado una nueva vida este miércoles.
Reyertas y disparos al aire para marcar el territorio. Demostraciones de poder que no es la primera vez que ocurren, pero que hasta ahora no habían tenido víctimas. La barriada no había vertido sobre sus calles sangre desde la guerra que protagonizaron los clanes que controlaban el narcotráfico . En 2008 las cuitas llegaron hasta el punto de que Los Romualdos, una de las familias condenadas años después por tráfico de drogas, llegaran a pedir protección policial. Acusaban a Los Charros de querer acabar con ellos, otro de los clanes condenados años después, y aliados con los Papasfritas tras una deuda de honor con Los Romualdos a raíz de una separación conyugal.
Entre disparos se selló una tensa «paz social» entre familias , que pese a algunos episodios no ha logrado romperse. Hubo más guerras, como la declarada entre Charros y Puercos en 2012, pero se volvió a enfriar el avispero. Desde entonces, la vida de los clanes transcurre entre avisos, amenazas, demostraciones de poder, visitas a los juzgados y sus encarcelados. Siempre con la Policía haciéndose con el control de la situación cuando hay algún atisbo de subida de temperaturas.
50 casquillos
No han faltado los tiroteos, como en enero del año pasado, cuando varios grupos celebraron el Año Nuevo con el sonido de sus pistolas. En las calles se recogieron hasta 50 casquillos en una lucha entre clanes. Ruido sin sangre para evitar la ley gitana que les podría desterrar si otro de su etnia muere. Un clan desterrado que perdería el sitio, el negocio y pasaría a ser nómada, como ya ocurrió en Coín o Las Albarizas en Marbella.
Sin embargo, en la última reyerta se ha sumado una nueva víctima. Es un hombre de 74 años que estaba en su domicilio, mientras los clanes se peleaban en calle Ebro, sobre las 21.40 horas. Fue una bala perdida que le impactó en el pecho , según fuentes consultadas, la que le quitó la vida. Se alertó de varios heridos en las calles, pero no se halló ninguno cuando llegaron la Policía y los Servicios Sanitarios. Solo había un cadáver en uno de los bloques.
Un «tiro perdido», que ha vuelto a teñir de sangre un barrio inestable. Hay seis detenidos hasta el momento y el barrio copado por patrullas policiales para que no vuelvan rugir las armas, que no eran meras pistolas. Algunos de los casquillos encontrados por el Grupo de la Policía Científica son de un calibre alto. Una mancha más para un barrio que logra sacudirse su leyenda negra.
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