SEMANA SANTA

Amargura de Zamarrilla, la virgen que redimió al bandolero

Cristóbal Ruiz, el «Zamarrilla», era un sanguinario bandolero que se refugió bajo el manto de la Señora de la Amargura y cambió su vida

La Señora de Zamarrilla durante su traslado F. SILVA

J.J. MADUEÑO

En el corazón de la Señora de la Amargura de Zamarrilla una rosa roja clavada con un puñal luce las grietas de la leyenda. Cuenta la historia que existió en otro tiempo un sanguinario bandolero. La banda de Cristóbal Ruiz, el «Zamarilla» , bien pertrechada de armamento, fue el terror de los caminos desde la Serranía de Ronda a Marbella pasando por Grazalema o Coín. Era el más despiadado . Vivían con la impunidad que le otorgaba un pueblo hambriento al que les deslizaba algunas monedas o víveres sacados de los saqueos. Su cabeza era buscada por la Guardia Civil, que no perdía el aliento para capturar al más peligroso de los enemigos del país.

Fue, según el mito, en una visita a su amada en el barrio trinitario de extramuros cuando, entre las sombras de la noche, se le avistó intentando entrar en Málaga . La Guardia Civil comenzó una persecución en la que poco importaba hacerse con el bandolero vivo o muerto. En su huida se vio acorralado. Su única salida, cortado el acceso a la sierra, era esconderse en la ciudad. Allí eligió la ermita de la Virgen de la Amargura , aún hoy en pie, y donde se adentró para salvar el pellejo.

Cuenta la leyenda, que la Guardia Civil le acorraló en la ermita. El bandolero buscó un refugio sin encontrar ningún recoveco donde esconderse. El «Zamarrilla» decidió meterse bajo el manto de la Señora de Amargura, que produjo el milagro. El mito detalla cómo la Benemérita entró y registró todo el lugar sin a hallar al bandolero, aún incluso cuando miraron debajo del manto de la Señora. No hubo forma. La Guardia Civil tuvo que abandonar la búsqueda incapaz de dar con el bandido acurrucado bajo la imagen.

Tras la marcha de los agentes, el «Zamarrilla» salió de debajo del manto y emocionado rezó como nunca lo había hecho. Lloró y agradeció a la Virgen su protección , pese a ser un ladrón asesino. La rosa blanca que lucía en el ojal para la cita con su amada fue el regalo que el bandolero le dio a la Señora de la Amargura en señal de gratitud. El bandido clavó con su puñal la rosa blanca en el pecho de la Virgen y esta comenzó a tornar su color. La flor tomó un rojo sangre intenso y el «Zamarilla» se convenció de que por un milagro sus pecados habían sido expiados. El rojo de la rosa era la sangre derramada en el pillaje.

Tras esto, cuenta la historia que el bandolero arrepentido se entregó . La historia dio la vuelta a la ciudad y fue condenado, pero no acabó de cumplir la pena. El milagro y su buena conducta en el presidio le valieron que la Justicia le concediera el anhelo de retirarse a un convento donde rendir culto a Dios y cada año siguió depositando a los pies de la Virgen de la Amargura una rosa roja que había cultivado en el huerto del monasterio.

Cada Jueves Santo la Amargura de Zamarrilla luce la rosa roja en su pecho recordando la leyenda. Pero no es la única en las calles. La jornada empieza temprano con el desembarco de la Legión y la entronización del Cristo de la Buena Muerte. Por la tarde, la primera en estar en la calle es la Santa Cruz , luego la Cena , a la que siguen los 400 años de devoción de Viñeros . Desde el Perchel llega Mena , acompañado por la Legión y la Marina, y la Misericordia . Mismo barrio que impregna Málaga de romero al filo de la media noche para recibir a la Esperanza en una jornada que cierra Vera Cruz .

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