alarma por el virus ébola

Los profesionales del SAS, inquietos ante un posible caso de ébola en Andalucía

Los protocolos de atención a posibles infectados intranquilizan a los profesionales sanitarios

Los profesionales del SAS, inquietos ante un posible caso de ébola en Andalucía abc

F.Del Valle/P.D.Almoguera

Miedo. Las continuas llamadas a la tranquilidad por parte de los responsables públicos asegurando que Andalucía está preparada para hacer frente al ébola tienen un efecto más bien escaso entre los profesionales sanitarios, los más expuestos a un posible contagio.

El caso de la auxiliar de clínica madrileña Teresa Romero ha encendido todas las alarmas y ha puesto sobre la mesa la necesidad de revisar los protocolos de actuación. Como se ha demostrado, cualquier fallo en los procedimientos puede tener terribles consecuencias. Por ello, la consejera de Salud, María José Sánchez Rubio, ya ha anunciado que Andalucía revisará sus formas de actuación ante cualquier caso de infección.

Ante las críticas de sindicatos y profesionales en torno a la escasa formación que han tenido, Sánchez Rubio incidía en la necesidad de que se incrementase. Y, en sus declaraciones, hacía especial hincapié en todo lo que atañe a los hospitales de referencia de cada provincia.

Pero, ¿qué pasa si un posible afectado, ante los primeros síntomas, acude a un centro de salud? Teresa Romero lo hizo. Es en estos centros de atención primaria, escalón inicial del acceso a la sanidad pública, donde está cundiendo la alarma ante la posibilidad de que los medios de que disponen no sean los apropiados para evitar un contagio.

En principio, el Servicio Andaluz de Salud (SAS) está equipando desde hace sólo dos semanas a todos estos centros con el material necesario para hacer frente a cualquier incidencia. Ello a pesar de que la alarma se conoce hace meses.

En general, y aunque dependiendo de su tamaño, los centros andaluces han recibido tres «kits» de protección —que incluyen traje, gafas, doble guante, calzas, mascarilla y careta— para los profesionales, además de otros para los pacientes, consistentes en una bata fina, mascarilla y gafas.

Aquí empiezan las críticas de numerosos profesionales, que han manifestado a este periódico, que la escasa calidad de los trajes hacen que se rompan con facilidad.

El responsable de Sanidad del sindicato CSIF en Málaga, Antonio Osorio, vuelve a hacer hincapié en este sentido en la deficitaria formación que, en su opinión, ha recibido el personal sanitario. «La gente no sabe cómo ponerse el traje». Según denuncia, y aunque es cierto que ya todo la plantilla ha sido incluida en las charlas informativas que se han dado —esta misma central sindical denunció la semana pasada que los celadores no habían entrado en las «clases»— toda la formación ha sido teórica; nada práctica.

«Hubiera sido fundamental hacer prácticas guiadas para minimizar fallos en el uso del equipo», afirma. Una circunstancia de cuya importancia da cuenta el posible origen del contagio de la auxiliar madrileña, al quitarse el traje y tocarse la cara con las manos.

Pero, al margen del equipo y la formación, otra de las cuestiones que más intranquiliza a los sanitarios andaluces tiene que ver con la posibilidad de que la entrada de una persona infectada en uno de estos centros de atención primaria genere un riesgo cierto de contagio tanto al personal como al resto de pacientes.

Las directrices que han recibido en los centros son claras: si entra en consulta un usuario que afirme tener los síntomas del virus —fiebre repentina y alta, debilidad intensa y dolor muscular, de cabeza y de garganta, seguidos de vómitos, diarreas o erupciones cutáneas— debe proporcionársele el material citado y, acto seguido, proceder a dejarlo aislado y encerrado en la consulta para llamar inmediatamente al 061, que será quien se haga cargo de su traslado a un hospital.

Pero, ¿y si el paciente ha pasado previamente por admisión? ¿O si ha coincidido en sala de espera con otros enfermos?, se preguntan asustadas enfermeras con las que ha contactado ABC. Estas mismas fuentes se quejan de no haber sido informadas sobre qué deberían hacer en el momento posterior al traslado del paciente con ébola.

«¿Debemos esperar para llegar a casa para ducharnos? Aquí no podemos hacerlo. ¿Qué hacemos con el traje?». «No pretendemos ser en ningún momento alarmistas», manifiesta en este sentido Osorio, que sin embargo sí reconoce la inquietud que ya se le ha trasladado al sindicato por parte de numerosos profesionales. «La estructura de los centros de salud, y es lógico, no está pensada para situaciones de alarma.

Pero el riesgo que ha corrido la enfermera de Madrid demuestra a las claras que aquí también estamos expuestos a un posible contagio», concluye. Por eso, Salud pide a quienes piensan que pueden haber contraído el ébola que directamente llamen al 061.

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