HISTORIA
«Octubrada»: se cumplen 120 años de la última sublevación carlista de Jaén
Detenciones, casinos cerrados, despidos y un periódico clausurado, balance de la insurrección en la provincia
Carlistas e Isabelinos se enfrentaron en una larga guerra civil por etapas durante el siglo XIX en un escenario bélico itinerante, cuyos coletazos tuvieron como escenario principal el norte de España, si bien en la última sublevación carlista, acaecida en octubre de 1900, también tomó parte Jaén . En concreto, vecinos de los municipios de Quesada, Úbeda y Baeza apoyaron el movimiento insurgente, que se saldó con 13 detenciones en la ciudad baezana.
El carlismo de Jaén no es testimonial ni exótico en su última etapa, aclara el escritor e historiador Emilio Lara , quien agrega que el peso específico de este movimiento político tradicionalista en la provincia tiene mucho que ver con el nacimiento en Torredonjimeno de Miguel Gómez Damas , una figura militar de las dos guerras carlistas, y con la adscripción ideológica al absolutismo de una parte de los habitantes de la provincia de la época.
Las ideas tradicionalistas permanecían latentes en un sector de la población jiennense cuando el 28 de octubre de 1900 prende la insurrección en Badalona, donde una treintena de soldados al mando de José Torrents y Casals , ataviados a la moda carlista (blusa azul y boina roja) intentaron sin éxito asaltar el cuartel de la Guardia Civil. Durante la refriega murió el cabecilla de la rebelión y huyó el resto de sublevados.
Las réplicas de la insurrección se produjeron en numerosos municipios de Cataluña (Berga, Gironella, Igualada, Figols, Moncada, Castella, Aviá, y Castelldefls), así como en las poblaciones levantinas de Alicante, Liria, Alcoy, Alcalá de Chivert y en la sierra de la Carrasqueta).
En el resto de España, la revuelta mediterránea no encendió el ánimo de los carlistas, salvo en Jaén, donde 12 hombres se sublevaron en Úbeda y, por lo mismo, 13 fueron detenidos en Baeza. En otra población jiennense, Quesada, hubo un conato insurreccional en las inmediaciones de la línea férrea, según expone el historiador Eduardo González Calleja .
Otro historiador, Vicente Ortiz García , destaca en su estudio sobre las guerras carlistas en Quesada que la prensa madrileña fue la que informó de que un grupo de conspiradores, armados con pistolas y explosivos , habían sido sorprendidos en el municipio de Ibros y en la estación de Linares por una pareja de la Guardia Civil. Algunos de ellos escaparon. Para frenar a los conspiradores se desplazó desde Sevilla a Despeñaperros un batallón de cazadores de Segorbe, se clausuraron los casinos carlistas y se suspendió la publicación del periódico El pueblo católico , editado en Jaén.
Ortiz puntualiza que hubo « más revuelo de prensa y circulación de rumores que auténtico peligro ». Pero añade que en previsión de que la insurrección prendiera se adoptaron medidas en toda la provincia. Entre ellas los despidos fulminantes: en Quesada, el 13 de noviembre de 1900, el Ayu ntamiento «con gran sentimiento», cesó a su administrativo interino Eugenio Bello Bello «por pertenecer al comité carlista de esta localidad, cuyo partido se ha levantado en armas contra el Gobierno constituido».
Posteriormente, el administrativo, tras darse de baja en la formación carlista, fue repuesto en su cargo, al igual que el veterinario Pedro Segura Pérez , autor, expone Ortiz, de una « conocida poesía histórica dedicada a la Virgen » que escribió a causa de la sequía que había padecido el municipio 16 años antes de la insurrección.