Entrevista
Jesús Tomillero: «El fútbol no es de machos, es de deportistas»
El árbitro homosexual combate la homofobia en los campos de fútbol
Jesús Tomillero es homosexual y es árbitro, de modo que cuando este joven linense señaliza un fuera de juego dudoso la grada le recuerda su condición. Otros lo toleran, él no. Dispuesto a erradicar la homofobia de los estadios de fútbol de Andalucía no duda en interrumpir partidos cuando le insultan. A cambio recibe amenazas de muerte que le obligan a llevar protección policial. Podría dejarlo, pero su coraje es mayor que su miedo.
- Luis Suárez ha sugerido que Filipe Luis es una nena por publicar en las redes sociales las secuelas de un pisotón que le propinó el delantero uruguayo. Arguye que el fútbol es cosa de hombres. ¿Lo es?
- Ese tipo de comentarios no ayudan nada a quienes queremos erradicar la homofobia de los campos de fútbol. Y además parten de un concepto equivocado porque los homosexuales también somos hombres. El fútbol no es de machos, es de deportistas.
- Usted ha interrumpido partidos porque el público le han llamado maricón. Sin embargo, ningún árbitro se plantea parar el juego cuando le llaman hijo de puta, el insulto por excelencia, desde la tribuna ¿Debería de hacerlo?
- La intencionalidad no es la misma. Cuando los aficionados nos mientan a la madre porque no hemos señalado una falta tienen ánimo de ofender, claro, pero no hay un fondo de desprecio en el insulto. Cuando a mí, que soy homosexual, el público me dice que no quiere maricones en el campo la intención es otra.
- ¿Es cierto que los ataques más virulentos que ha sufrido se han producido en categorías inferiores?
- Sí. En la andaluza senior, la previa a la tercera división, el problema es menor que en el fútbol base. En los partidos con niños me han insultado los padres y los entrenadores. Incluso lo hizo hace poco un árbitro del fútbol sala, cuyo caso he puesto en conocimiento de la federación para que tome medidas disciplinarias.
- No sólo le insultan en el campo, también le han advertido de que van a por usted...
- Sí, de hecho tengo protección policial. He cambiado de número teléfono porque recibía amenazas de muerte. Es una situación muy dura. Por eso, agradezco el apoyo que me han dado políticos como Cristina Cifuentes, Pablo Iglesias o Javier Maroto.
- ¿Qué respaldo echa de menos?
- El de la Junta de Andalucía. Y el de la selección. Pero el camino es largo, así que ya lo darán. Mientras tanto, como hay mucho que hacer, mucho que mejorar, he fundado una asociación, Tarjeta Roja, para combatir la discriminación hacia los homosexuales en el deporte.
- ¿La homofobia está más presente en los estadios andaluces que en los de otras partes de España?
- No, insultar al árbitro es la tónica del conjunto de las aficiones. A nosotros nos insultan en muchos lugares de España.
- ¿La actitud agresiva de parte de los aficionados es un problema educativo?
- Es un problema político. La responsabilidad no es sólo de los aficionados. Es, sobre todo de las administraciones públicas. Son ellas las que tienen que legislar para eliminar la violencia de los campos de fútbol. El insulto homófobo es una forma de violencia y, por esa razón, debería de ser sancionado con dureza. Suspender el partido sería una buena solución.
- Hasta que eso llegue, ¿su causa se fortalecería si más personajes hicieran pública su homosexualidad?
- Ayudaría mucho que salieran del armario deportistas y cantantes, pero cado uno es libre de hacer lo que quiera. Entiendo el miedo de esta gente. En España hay un árbitro de élite que vive con su pareja, otro hombre, al que he animado a que hable de su sexualidad, pero no se atreve.
Valiente el último
En los años setenta ningún niño se quedaba rezagado adrede cuando alguien decía maricón el último, frase mucho más eficaz para iniciar una carrera de cien metros que la de preparados, listos, ya. Eran otros tiempos, pero es previsible que si Jesús Tomillero hubiera sido niño en los setenta habría llegado fuera de tiempo, no tanto para hacer gala de su homosexualidad como de su valentía. La que muestra hoy como árbitro en los estadios de fútbol andaluces donde campa la homofobia.
En lugar de otorgar al insulto rango de gaje del oficio, ha emprendido una campaña casi suicida para suprimirlo de la grada. Que está en el buen camino lo acredita el premio que por su valor le acaba de conceder el Ayuntamiento de Baeza, homenaje que Tomillero considera una recompensa. Otra a la que aspira se derivaría de su labor como colegiado: «Sería un lujo arbitrar en Primera División».