HISTORIA DE LAS VENIDAS
Venida de la Virgen del Rocío 2019: De lo local a lo universal, cuatro siglos de traslados de la Pastora a Almonte
La villa ultima los detalles para cumplir con una tradición que ha mutado y se ha adaptado a las diferentes épocas históricas y al crecimiento de su popularidad
Almonte desgrana las últimas horas de los últimos días de los largos siete años que ha tenido que esperar para volver a cumplir el sueño de tener a su Patrona nueve meses consigo . Se consumará así una costumbre que ha pasado, en sus albores, de contar con la participación de unas pocas decenas de almonteños a atraer a más de un millón de personas, como ocurrió en la última de 2012 . Han viajado de la improvisación marcada por la necesidad a la tradición férreamente marcada y por el camino, ha ido sumando costumbres y ritos que han venido a engrandecer una celebración que, como todo lo que tiene que ver con la Virgen del Rocío , ha pasado de lo puramente local a lo universal.
Desde mediados del siglo XX, las Venidas tienen lugar cada siete años de forma invariable y sin que exista un motivo concreto para celebrarlas. Hay ciertos elementos que han permanecido inalterables, pero otros se han visto enriquecidos notablemente. Los almonteños acuden a la aldea, preparan a su Patrona con el fin de protegerla de los rigores del camino y la portan a lo largo de las casi tres leguas que separan El Rocío de Almonte . Junto a Ella, entre un cada vez mayor número de devotos, las abuelas almonteñas portan con celo los objetos más valiosos y simbólicos de la Pastora. Al amanecer, la Virgen entra en Almonte donde, en el enclave conocido como Alto del Molinillo , en El Chaparral , se descubre su rostro y se le retira el capote que ha salvaguardado la sagrada imagen.
Una vez en la villa, la Virgen emprende el camino hasta la Parroquia de la Asunción recorriendo un itinerario que los almonteños se han afanado por adornar durante meses con flores de papel de seda, arcos y palos de eucalipto forrados de romero y rematados con palmas . Antes de entrar en la iglesia la Divina Pastora se recrea en la plaza que lleva su nombre y que lucirá para la ocasión una magnífica obra de ingeniería: la catedral efímera.
Otra característica de la Venida tal y como la conocemos en la actualidad es la imagen que ofrece la Virgen del Rocío, vestida de Pastora en lugar de Reina . El terno de Pastora, con su esclavina y su característico sombrero rematado con flores autóctonas y una gran lazada, rememora los trajes de viaje de las antiguas damas de la corte y ofrece mucha más ligereza a la hora de afrontar el camino . La Patrona de los almonteños permanece vestida así desde poco antes de la Venida hasta algunas semanas después, cuando volverá a recuperar su imagen de Reina y hasta que llegue el momento de partir de nuevo a la aldea, una semana antes de la celebración del Rocío Grande. Hasta entonces habrán pasado nueve meses, tiempo en el que se desarrollarán en Almonte todos los cultos religiosos.
Así será también la Venida de 2019, la número 55 de cuantas cuentan con asiento documental . La primera, como descubre el investigador Domingo Muñoz Bort , se remonta al siglo XVI, concretamente a 1589 , cuando, según deja constancia el Libro de Registro de la Escribanía de Diego Dávila , «un nutrido grupo de gentes trajeron en procesión a la villa de Almonte, desde su lejana casa y ermita en las marismas, la imagen de la Virgen de las Rocinas, para en la Iglesia Mayor de Nuestra Señora de la Asunción implorarle, mediante rogativas públicas, que trajese las deseadas lluvias por la persistente sequía que asolaba campos y ganado». Hasta 2015, cuando se publica este el artículo de Muñoz Bort que desvela este traslado hasta entonces inédito, el primero documentado databa del siglo XVII, concretamente en 1607.
Efectivamente, como explica Julio Flores Cala en su obra Historia y documentos de los traslados de la Virgen del Rocío a la Villa de Almonte 1607-2005 (Cuadernos de Almonte, número extraordinario) a lo largo de la historia quedan vacíos documentales que provocan que se desconozcan venidas que probablemente tuvieron lugar, y que no se puedan probar otras que se sospecha que se celebraron. En cualquier caso, tanto Flores como otros estudiosos han tratado de ir rellenando esas lagunas de la historia y han configurado –siguen haciéndolo- un mapa en el que sorprende la evolución de una tradición que en un principio constituía un acto a merced de la necesidad de intercesión divina o el deseo de celebración y agradecimiento y que poco a poco va sumando los elementos actuales : el cambio de terno para el viaje de la Virgen, la colocación del capote y el pañito en el exterior del templo, las salvas de escopeta, los adornos de las calles...
Hasta que se establece la periodicidad de los siete años entre Venida y Venida – hay expertos que fijan la fecha en 1949 mientras que otros estudiosos como Javier Coronel , defienden la de 1957 -, la Virgen era trasladada a Almonte para pedirle que acabara con la sequía, fundamentalmente, y sin ninguna fecha prefijada: el Cabildo decidía y al día siguiente, normalmente, la Virgen era trasladada por unos pocos hombres . Se dan casos de años en los que la Virgen fue traída a Almonte hasta en tres ocasiones mientras que en otras épocas pasaron décadas sin que la Pastora tocara la villa. Tampoco la estancia era regular: unas veces se quedaba unos pocos días, otras, años.
Aunque la sequía ha sido el motivo principal en la historia de las Venidas , esta tradición no ha sido impermeable al devenir socioeconómico y ha habido otras propiciadas por razones tan diversas como procurar inmunidad ante las epidemias, por la Guerra de Sucesión en 1706, el final de la Guerra con Marruecos en 1926 y de la Guerra Civil en 1939 o incluso para reconstruir la ermita de la Blanca Paloma, que quedó destrozada a causa del terremoto de Lisboa en 1755. Esta fue la estancia más prolongada de la Virgen en Almonte: se quedó hasta 1758 .
Entre los motivos más curiosos –y festivos- que han propiciado la Venida de la Virgen destacan sin duda la celebración de la llegada de la energía eléctrica al municipio, que se produjo en 1912 o la reinauguración de la Parroquia de Almonte en 1949 . Pero merecen un lugar destacado por su trascendencia en la historia de la devoción rociera y en la propia del municipio la de 1919 , cuyo motivo principal, según destaca Flores, fue la restauración del retablo y el camarín de la Virgen en la antigua ermita, pero muy especialmente «el deseo de los almonteños de ver a su Patrona en el pueblo después de ser coronada el 8 de junio del mismo año», efeméride de la que acaba de celebrarse el centenario, o el realizado en 1963 cuando se procedió a la construcción del Santuario actual .
De entre los traslados más significativos, el acontecido en 1932, una Venida por desagravio ocasionada por la decisión de retirar las imágenes de la Virgen del Rocío y el Sagrado Corazón del Ayuntamiento, cumpliendo con las leyes de la II República . Este hecho provocó una reacción masiva de la población almonteña que desembocó en el mencionado traslado, y, según una carta que el párroco de Almonte dirigió al arzobispo de Sevilla y que Julio Flores reproduce en su libro, en la huida del alcalde y de la mayoría de los concejales, «algunos para no volver más».
A lo largo del siglo XX, la progresiva intervención de la prensa provincial y regional y el aumento de la afluencia de foráneos deja constancia de la trascendencia de esta tradición más allá de las fronteras almonteñas , hasta desembocar en el primer plan de seguridad –hoy Plan Venida-, que tuvo que ponerse en marcha en 1998 y en la concesión del primer Año Jubilar para el traslado histórico –y multitudinario- de 2012.
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